No extraña a nadie que los descendientes de Elvis Presley estén volcados en el mundo del espectáculo. Lisa Marie Presley, la única hija del rey del rock, se dedicó a la música como su padre, pero su hija Riley Keough ha seguido más bien los pasos de su abuela, Priscilla Presley, haciéndose actriz como ella.
Riley Keough, nacida en Santa Mónica (California, EE UU) en 1989, ha construido una carrera arriesgada y nada complaciente delante de las cámaras desde que ya con 15 años era modelo para Dolce & Gabbana o Christian Dior. Un escape profesional a las convulsas infancia y adolescencia que tuvo tras el divorcio de sus padres cuando tenía seis años.
Eso llevó a la actriz a crecer siempre viviendo de un lado a otro, entre la caravana destartalada de su padre, el músico Danny Keough, en Hawái y las lujosas mansiones de su madre en Los Ángeles y Graceland, el santuario de los Presley en Memphis, mientras Lisa Marie entraba y salía de matrimonios fallidos con Michael Jackson y Nicolas Cage.
Quizás ese nomadismo y una vida de contrastes entre el lujo máximo y la indisposición emocional estén detrás del eclecticismo y afinidad por el riesgo que ha demostrado Riley Keough en la elección de sus papeles como actriz. En apenas una década de carrera, ha trabajado con directores como Steven Soderbergh, George Miller, Andrea Arnold, Lars von Trier, David Robert Mitchell o Antonio Campos.
Sin dejar de haber sido un icono de la moda en ningún momento, los papeles que Riley Keough ha elegido para interpretar en la gran pantalla han tendido a desafiar la idea preconcebida que pudiera suscitar ser la nieta de la estrella musical más famosa de todos los tiempos.
Así, su primera interpretación para el cine (The Runaways, 2010), fue encarnando a una cantante tan alejada del universo musical de Elvis como la artista punk Marie Currie en el biopic de las Runaways que dirigió Floria Sigismondi con Dakota Johnson y Kristen Stewart.
Después de un par de dramas independientes, Keough entró en la órbita de Steven Soderbergh dentro del reparto de Magic Mike (2012) y eso llevó al despegue definitivo de su carrera. No porque Soderbergh contara con ella para más películas (La suerte de los Logan, 2017), sino porque pasó a ser la protagonista de la primera temporada de The Girlfriend Experience (2016), la serie de televisión inspirada en la película sobre economía sexual y poder que el director había hecho unos años antes.
Su interpretación como la universitaria convertida en escort de alto nivel en el serial comandado por Lodge Kerrigan y Amy Seimetz ratificó la imagen de Riley Keough como actriz determinada a hacer papeles complejos sin reparos a la hora de explotar su sexualidad en sus propios términos. Algo de eso hay también en su breve papel de Mad Max: Furia en la carretera (2015) como una de las esposas de Immortan Joe.
Riley Keough se convirtió en una presencia habitual en festivales de cine tras el drama lésbico Canción de amor (2016), de So Yong Kim, muy bien recibido en Sundance y, sobre todo, con la aclamada American Honey (2016), de Andrea Arnold, galardonada con el Premio del Jurado en el Festival de Cannes, que le valió una nominación a los Independent Spirit Awards por su interpretación. En 2018, Keough volvió a Cannes con dos bombazos: La casa de Jack, de Lars von Trier, y Lo que esconde Silver Lake, de David Robert Mitchell.
En los últimos años la actriz ha aparecido en producciones más modestas, como la película de terror psicológico The Lodge (2019), el thriller El diablo a todas horas (2020) o el filme independiente Zola (2020), dirigido por Janicza Bravo a partir de un hilo de Twitter que se había hecho viral cinco años antes. Si bien su participación en la serie La lista final, con Chris Pratt, la ha hecho más conocida en las pantallas de Prime Video, el gran triunfo de Riley Keough en 2022 fue en el campo de la dirección.
War Pony, su debut como directora junto a Gina Gammell, se presentó en el Festival de Cannes, dentro de la sección Un certain regard, donde fue galardonado con la Cámara de Oro, el premio destinado a los debuts y primeros largometrajes. Se trata de un drama protagonizado por dos jóvenes hermanos del pueblo lakota que viven en una reserva india de Dakota del Sur.
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