¿Qué significa el monolito de '2001'?

La versión encontrada en Utah tiene toda la pinta de ser un fake, pero por si acaso, aquí van unas instrucciones de uso
Imagen de la película '2001: Una odisea del espacio' (Stanley Kubrick, 1968).
Imagen de la película '2001: Una odisea del espacio' (Stanley Kubrick, 1968).
Cinemanía
Imagen de la película '2001: Una odisea del espacio' (Stanley Kubrick, 1968).

No sabemos si, cuando la tripulación de aquel helicóptero divisó el trasto, se puso a sonar de golpe el Requiem de György Ligeti. Y tampoco nos consta que, tras tomar tierra y examinar la estructura, a uno de los pilotos le diera por hacer monerías con un hueso de tapir. Pero sí estamos seguros de algo, y es que ese pilar metálico que ha aparecido en el desierto de Utah (EE UU) se parece muchísimo al monolito de 2001: Una odisea del espacio. 

Monolito metálico hallado en el desierto de Utah, EE UU
Monolito metálico hallado en el desierto de Utah, EE UU
UTAH DEPARTMENT OF PUBLIC SAFETY AERO BUREAU / INSTAGRAM

De momento, las reacciones al hallazgo han sido tirando a jocosas. Así, Bret Hutchings (el piloto que atisbó este bigardo de casi cuatro metros de altura) lo considera obra de "un artista moderno o algo así, muy fan de 2001". Las autoridades de Utah, por su parte, han decidido curarse en salud, y (omitiendo el nombre de Stanley Kubrick) recuerdan que las leyes del estado prohiben abandonar obras de arte en el desierto "sin importar de qué planeta vengan". 

Asimismo, y ya para terminar, los fans más hardcore tanto de Kubrick como del escritor Arthur C. Clarke han hecho notar que el artefacto de Utah y el monolito de 2001 presentan diferencias importantes, entre ellas el color (metálico y pulido en el primer caso, negro reflectante en el segundo) y sus proporciones. 

El monolito de la película '2001: Una odisea del espacio' (1968)
El monolito de la película '2001: Una odisea del espacio' (1968)
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Pero, para quienes saben del tema, esto no tiene por qué significar nada: desde su concepción en 1951 (17 años antes de que el filme de Kubrick llegase a los cines), el Monolito ha pasado por múltiples versiones y rediseños, como todo producto de alta tecnología que se precie. Y luego nosotros nos quejamos de las actualizaciones del Android. 

Así pues, para que no nos pille el toro del devenir hacia estadios evolutivos superiores, vamos a repasar todo lo que sabemos sobre el Monolito de marras: de dónde viene, para qué sirve (hasta donde sabemos) y cuántas versiones del mismo han llegado hasta nuestro sistema solar. 

Primero una pirámide, y luego ya veremos

Para empezar, antes hemos dicho que el Monolito apareció por primera vez en 1951, ¿verdad? Pues sí: ese fue el año en el que Arthur C. Clarke publicó El centinela, un relato corto que, con el tiempo, se convertiría nada menos que en el germen de 2001 y todo el cosmos creado a su alrededor. 

Pero el mosqueo comienza aquí, porque este Monolito 1.0 no tenía la forma que conocemos hoy, sino la de un tetraedro (una pirámide de base triangular). Y, a diferencia de las versiones posteriores, no era metálico ni negro, sino transparente. 

El relato 'El centinela' de Arthur C. Clarke en la revista 'Fantasy' (1951).
El relato 'El centinela' de Arthur C. Clarke en la revista 'Fantasy' (1951).
Cinemanía

La premisa de El centinela (también conocida como El centinela de la eternidad) es inquietante y sencilla: un grupo de astronautas residentes en la luna encuentra el artefacto durante una expedición a la región del Mare Crisium y constata que este es inimaginablemente antiguo, muy anterior a la aparición de la vida en la Tierra. Asimismo, se da cuenta de que emite sin cesar señales con destino al espacio profundo. 

Tras décadas de investigación, el narrador de la historia deduce que el bicho es ni más ni menos que un dispositivo de alarma: una vez roto el campo de fuerza que lo rodea, el Monolito 1.0 enmudece, lo cual avisa a sus creadores acerca del progreso tecnológico de nuestra especie. Con un miedo comprensible, el anónimo protagonista acaba preguntándose para qué quieren los alienígenas esa información… y si acabarán haciéndonoslo saber en persona.  

En su momento, El centinela recibió aplausos y críticas que apenas trascendieron los círculos de la ciencia-ficción. Pero, a mediados de los 60, un tal Stanley Kubrick se fijó en el cuento (así como en otro relato, Encuentro al amanecer, y en la novela El fin de la infancia) y se puso en contacto con el escritor para indicarle que aquella invención suya podía hacer carrera en el cine…

'2001', o el Monolito multitarea

"Si tú puedes describirlo, yo puedo filmarlo": eso fue lo que le soltó Kubrick a Clarke, con su habitual modestia, durante una de sus primeras reuniones para crear 2001. Sin embargo, sus sudores a la hora de dar verosimilitud al filme dejan claro que ese alarde era una exageración. Sobre todo en lo referente a la segunda versión del Monolito (o "Monolito 2.0", para abreviar).

Así de primeras, podemos decir que el autor de Senderos de gloria se dio por vencido a la hora de refinar el diseño original de Clarke: "No se puede imaginar lo inimaginable", sentenció sobre su decisión de dejar a los extraterrestres fuera de escena y centrarse en su baliza cósmica. 

Sin embargo, fiel a su naturaleza perfeccionista, Kubrick sí introdujo varias alteraciones en la concepción original del Monolito. Su versión del artefacto (esa que se les aparece a nuestros ancestros en la prehistoria, para después ser hallada bajo la superficie de la luna) cambió la forma piramidal por la de un prisma rectangular, ya que este reflejaba mejor la luz. Además, por la misma razón, se volvió negro en lugar de transparente. 

Además, y todavía formando equipo con Clarke, el cineasta le dio más variedad a su línea de productos. Viendo 2001, descubrimos que el Monolito 2.0 viene en dos tamaños: el normal, idóneo para plantarlo sobre un cuerpo celeste, y el extragrande, que queda divino en órbita sobre Júpiter. Para colmo, su propósito de chivateo espacial se ha visto ampliado con dos nuevas funciones.

La película no nos lo pone nada fácil a la hora de describir esas mejoras. Pero, tras un poco de investigación, nosotros podemos decir que son tres. Para empezar, y como revela la versión lunar (también llamada 'TMA-1'), el Monolito sigue dando el soplo cuando los humanos aprenden a viajar al espacio. Solo que, esta vez, lo hace a base de pitidos ensordecedores.  

Además, el Monolito 2.0 puede potenciar la evolución de cualquier especie semiinteligente: acércalo a un grupo de primates, y estos aprenderán el uso de las herramientas en un decir Jesús. Y, para colmo, también funciona como una puerta hiperespacial capaz de llevarte desde Júpiter hasta más allá del infinito. Todo ello luciendo un diseño elegante y sobrio capaz de marcar al cine de ci-fi durante décadas: que se lo pregunten a Denis Villeneuve.

Ahora bien: además de por su deslumbrante calidad visual, 2001 es conocida por ser una película impenetrable que ha dejado a millones de espectadores rascándose el cogote cual antropoides. ¿Cómo es posible que sepamos todo esto? Sencillo: a diferencia de muchos, que primero graban el unboxing para YouTube y después manosean el juguete a tontas y a locas, nosotros nos hemos leído la documentación del fabricante. 

Todo está en el manual

Acerca de la trascendencia cultural de 2001 se ha escrito muchísimo, y más que se escribirá. La película cayó como un meteoro sobre la contracultura de finales de los 60, ganándose innumerables espectadores que, como su fan acérrimo John Lennon, disfrutaron de ella como una experiencia psicodélica (con o sin química de por medio). 

Así pues, no es extraño que las interpretaciones del filme, y las del Monolito 2.0, vayan desde lo materialista hasta lo teológico. Los más viejos del lugar nunca olvidaremos a Carlos Pumares gritando sin descanso "¡El monolito es Dios!" desde su rprograma Polvo de estrellas, allá en los días de Antena 3 Radio. 

Pero resulta que los planes de Arthur C. Clarke y Stanley Kubrick para 2001 no incluían solo una película. El escritor y el director, conscientes de que la obra audiovisual resultaba tirando a laberíntica, pactaron complementar al filme con un libro donde las claves de su historia quedarían un tanto más a la vista. 

Como era de esperar, Clarke acabó un poco harto de Kubrick y su perfeccionismo obsesivo. De modo que, si bien ambos habían trabajado juntos en la novela, esta apareció firmada en solitario por el escritor británico, incluyendo ideas y detalles que habían quedado fuera de la cinta. Y, por eso mismo, sigue siendo la mejor guía para descubrir todo lo que Kubrick ocultó a base de música clásico-contemporánea y lucecitas de Douglas Trumbull.

En 2001, el libro, todo está tan a la vista que resulta hasta facilón. Una cosa es deducir que el Monolito prehistórico hace evolucionar a los protohomínidos a base de planos contrapicados y Así hablaba Zaratustra, y otra leer que al primate Moon-Watcher se le dispara la inteligencia tras quedarse embobado mirando "giratorios discos de luz" y lanzando pedruscos contra la imagen de una diana. En la novela, además, este Monolito es transparente, como en El centinela. 

En cuanto al Monolito lunar, por fin sabemos a qué viene lo de "TMA-1": son las siglas en inglés de "Anomalía Magnética de Tycho - 1", ya que el artefacto fue enterrado bajo ese cráter. Además, el doctor Heywood Floyd también nos informa de otro detalle: todas las versiones del Monolito respetan las proporciones 1:4:9, la serie de las tres primeras potencias al cuadrado. Algo que, con el tiempo, resultaría vital para la mitología dosmilunesca. 

Tras ese pequeño incidente entre el astronauta David Bowman y HAL 9000, resuelto de forma similar (pero no idéntica) en libro y película, nos encontramos por fin con el Monolito extragrande, que flota junto a Saturno en lugar de Júpiter. Llamado en la novela "la Puerta de las Estrellas", el inmenso cacharro no solo viene acompañado de información sobre su propósito como medio de transporte, sino también sobre sus creadores. Ay, qué nervios. 

Parodia del Monolito de '2001' en la serie 'Futurama'.
Parodia del Monolito de '2001' en la serie 'Futurama'.
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Resulta, nos informa Clarke, que los alienígenas creadores del Monolito se ven a sí mismos como guardianes de la vida inteligente en el Universo: "granjeros en los campos de las estrellas" que han pasado de ser criaturas orgánicas a cíborgs, y finalmente a espíritus puros con "poderes semejantes a los de los dioses". Lo cual resulta muy práctico a la par que higiénico. 

Para estos "señores de la Galaxia, más allá del alcance del tiempo", todo este sindiós de Monolitos 2.0 en nuestro sistema solar es un experimento semiolvidado del que ya no esperan gran cosa. Pero si, de repente, un descendiente de aquellos simios pulgosos pasa su último test y se les planta en casa, pues no van a renunciar a jugar un poco con él, sometiéndole a los influjos de un cuarto y último Monolito.  

Y los resultados de este último empujón, en libro y película, son básicamente los mismos. 

El 'Niño Estelar', nuevo estadio de la evolución en '2001'.
El 'Niño Estelar', nuevo estadio de la evolución en '2001'.
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Kirby, rey del Cosmos

A estas alturas, podríamos seguir hablando sobre las tres secuelas literarias de 2001 que Clarke publicó entre 1982 y 1997. O sobre 2010: Odisea Dos, adaptación de la primera de ellas dirigida en 1984 por Peter Hyams. Pero los libros se salen de nuestro propósito, y la película (aparte de la aparición de Helen Mirren como cosmonauta soviética) ha pasado a la historia como una de las segundas partes más innecesarias de la historia. 

En cambio, tenemos a nuestro alcance una pieza de pura energía cósmica que sirve de puente entre 2001 y un ámbito tan de actualidad como el Universo Marvel. Un verdadero Monolito de papel cuyo glorioso macarrismo calienta que no veas la gélida película de Kubrick, transportándonos a lugares que la prosa de Clarke, tan desvaída, jamás pudo soñar. 

¿De qué estamos hablando? Pues de la adaptación de 2001 que Jack Kirby, el coautor de Los Vengadores (y de todo lo marvelita, en general) publicó para la Casa de las Ideas entre 1976 y 1977. La cual, no podía ser menos, tiene su propia versión 3.0 del Monolito, de forma cúbica y llena hasta el borde de energy dots. 

Gran aficionado a la ciencia-ficción, Kirby creó su cómic a partir tanto del guion de la película como de la novela de Clarke, pero además tuvo acceso a borradores descartados del libreto. La adaptación, en general, es una gozada, y sus textos de apoyo (tan grandilocuentes como es usual en el autor) le dan un delicioso tono over the top. Pero, si esto se quedase ahí, no le dedicaríamos nuestro espacio. 

Porque, tras llevar 2001 a las viñetas, Jack Kirby imaginó su propia secuela de la película. Una serie de 10 comic books en la que presenciamos otras apariciones del Monolito 3.0 en el pasado, el presente y el porvenir de la humanidad. Y también sobre las andanzas de cosmonautas que, tras encontrar otros artefactos perdidos por esos planetas de Dios, se convierten en 'semillas estelares' que trastean por el Universo.  

El Monolito, según Jack Kirby en su cómic '2001'.
El Monolito, según Jack Kirby en su cómic '2001'.
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Además, Kirby tuvo el buen sentido de incluir en su tebeo a esas criaturas que Kubrick apenas se molestó en retratar en el filme: las mujeres. Sin ir más lejos, tenemos a Vira la Diablesa, una cavernícola protofeminista que contactará con el Monolito y cuya descendiente más lejana acabará haciéndose astronauta, para después mutar en feto luminoso. Porque, en los trances cósmicos y evolutivos, el género es irrelevante. 

Manéjese con precaución (y evolución)

El 2001 de Kirby fue efímero, y por temas de derechos de autor nunca ha podido ser reeditado, pero sus consecuencias en el Universo Marvel (vía el Hombre Máquina, uno de sus personajes) aún colean. Aun así, mejor lo dejamos descansar y resumimos todo lo que hemos aprendido. 

Como vemos, desde el primer prototipo de 1951 hasta las versiones más avanzadas, el Monolito ha adquirido múltiples funciones. Sin embargo, su propósito principal sigue siendo el mismo: estimular el desarrollo de la vida inteligente en el Universo. 

Para Clarke, los resultados de esta misión eran ambiguos. Para Kubrick, siempre pesimista, resultaban tirando a horribles, porque el aumento de la inteligencia práctica tenía la violencia como aplicación principal. Para Kirby, sin embargo, se trataba de una puerta hacia la esperanza. 

¿Con qué interpretación nos quedamos? Pues allá cada uno con su punto de vista. Pero, aunque el Monolito de Utah tenga toda la pinta de ser un fake, no podemos negarnos a desear por unos instantes que se trate de una pieza auténtica. Ahora mismo, con la que está cayendo, un empujoncito hacia una conciencia más elevada nos vendría estupendamente.

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