Primeras impresiones de 'El Hobbit: Un viaje inesperado'

Ayer regresamos a la Tierra Media de la mano de Peter Jackson, Martin Freeman e Ian McKellen. Esta es la crónica de nuestro viaje. Por YAGO GARCÍA
Primeras impresiones de 'El Hobbit: Un viaje inesperado'
Primeras impresiones de 'El Hobbit: Un viaje inesperado'
Primeras impresiones de 'El Hobbit: Un viaje inesperado'

No lo vamos a negar: entramos al pase de prensa de El Hobbit: Un pase inesperado con un poco de miedo en el cuerpo. La producción de la precuela de El Señor de los anillos dirigida por Peter Jackson ha sido compleja cuanto menos (y nos ha proveído de noticias durante más de un año), las primeras críticas internacionales han sido tibias cuanto menos, y pese a las promesas del director el rodaje a 48 fotogramas por segundo no ha convencido a casi nadie. Pues bien: podemos deciros que hemos regresado a la Tierra Media y que hemos vuelto para contarlo todo... Salvo el aspecto de los famosos 48 fotogramas, ya que la proyección a la que asistimos el filme fue mostrado a velocidad convencional. Así que, lectores, aquí tenéis nuestras primeras impresiones de la película, como ya hicimos con Skyfall, Prometheus, El caballero oscuro: La leyenda renace y muchos otros grandes estrenos.

Atando cabos desde el principiohobbit_elijah_wood

Si te decimos que, antes que Martin Freeman o Ian McKellen, los primeros actores que dejan ver en Un viaje inesperado son Elijah Wood e Ian Holm, sabes por donde van los tiros, ¿verdad? Exacto: El Hobbit asume desde el principio su condición de precuela, insistiendo en su conexión con El Señor de los anillos con una contumacia que puede resultar agradecida (para los no duchos en tolkienología) o machacona, para quienes anden ya sobre la pista o para quienes sencillamente deseen que la acción comience cuanto antes. Eso sí: el cartel de "No molestar salvo por asuntos de la fiesta" que Jackson omitió en La Comunidad del anillo sí que figura en este prólogo: un guiño que agradecerán los fans más bregados.

Una Tierra Media más viva que nuncahobbit

Pese a lo antedicho, el comienzo de El Hobbit sí resulta satisfactorio en una cosa: presentarnos lo más parecido que la Tierra Media puede tener a una vida cotidiana, sin orcos ni Nazgûl aguando la fiesta. Las imágenes del reino enano de Erebor impactan, además de por su espectacularidad, por el contraste con las desoladas minas de Moria, así como las de la Ciudad del Valle, donde vive una colonia de humanos. Ambas idílicas estampas, claro está, quedan pronto arruinadas por un 'pequeño' detalle volador, escamoso y que escupe fuego. Pero también tenemos una nueva visita a La Comarca para aliviar tensiones: menos mal.

¡Liberad a Freeman!hobbit_martin_freeman

Este epígrafe va de coña, por supuesto. Si hay algo en esta película que brilla con luz propia es una evidencia: Peter Jackson ha acertado de lleno eligiendo a su actor protagonista. Dando vida a un Bilbo mucho menos encallecido, más joven y más comodón que el que conocimos en la primera trilogía, Freeman podría haberse dejado llevar por la tentación de la caricatura y la bufonada. Pero el coprotagonista de Sherlock se las apaña para resultarnos entrañable, señorial, ridículo y valeroso a la vez incluso en momentos 'estelares' como el que le presenta cubierto de mocos de troll. Incluso las críticas más negativas que El Hobbit recibió tras sus primeros pases destacaban el estupendo trabajo del inglés, y desde aquí nos sumamos a esa opinión: estamos deseando oír (y ver) sus diálogos con el colega Benedict Cumberbatch transformado en dragón.

La magia McKellenhobbit_ian_mckellen

Por mucho que Martin Freeman lleve sobre sí el peso del protagonismo, el nombre del intérprete de Gandalf aparece en primer lugar en los títulos de crédito. Desde luego, esto responderá a razones de fama y de caché, pero también es una distinción merecida: con la profesionalidad esperable en un veterano, Ian McKellen evita repetirse mostrándonos a un mago gris menos poderoso, más achacoso y menos trascendente que aquel que se encaraba con el Balrog en los túneles de Moria. Incluso a su venerable edad, Sir Ian brilla con luz propia incluso en un par de escenas de acción bastante peliagudas. Nunca agradeceremos lo bastante que se decidiera a retomar el papel.

Enanos de altura variablehobbit

Confesémoslo: aunque hayamos leído la novela original ochocientas veces, nos resultará muy difícil asociar a los compañeros de Bilbo con sus nombres respectivos. Lo que es aquí, sólo identificamos a Thorin (Richard Armitage) porque es el jefazo, a Bombur (Stephen Hunter) por sus kilos de más, y a Ori (Adam Brown) por su notoria falta de luces. Ahora bien: tanto Jackson como sus guionistas Fran Walsh y Philippa Boyens se lo han currado mucho a la hora de conferir a cada uno una personalidad propia y un rol que cumplir en cada escena. Lo cual, tratándose de 13 indivíduos que apenas aparecen descritos en la novela, tiene su mérito.

Tu cara me suena, Galadrielhobbit_cate_blanchett

Si vuestra frase favorita de La Comunidad del anillo es esa de "¡En lugar del Señor Oscuro coronarás a una reina!", os anticipamos un momento de éxtasis con la aparición de Cate Blanchett. Nuestra hechicera élfica favorita es, como sabéis, uno de los cameos de lujo incluidos en esta película, compartiendo un largo diálogo a cuatro bandas con McKellen, Saruman (Christopher Lee) y Elrond (Hugo Weaving). Reencontrarnos con tanto viejo conocido es, qué duda cabe, entrañable, pero seamos sinceros: de estos personajes, sólo Gandalf y el señor de Rivendel aparecen en el libro original, y la presencia de los otros dos es más un guiñó para fans que se alarga, y se alarga, y se alarga...

Risas con Radagasthobbit_radagast

Mi conejo es el mejor es el título de una de esas películas españolas clasificadas 'S' que siempre negaremos haber visto. Pero también podría ser el lema del hechicero encarnado por Sylvester McCoy: este personaje, anecdótico (como mucho) en los textos de Tolkien, es tan excesivo en la película que, o bien te encanta, o bien le odias. Pero su estampa huyendo de una horda de orcos sobre un trineo tirado por roedores de orejas largas resulta difícil de olvidar.

La huella Del Toro (bravo)hobbit

¿Qué hubiese sido de El Hobbit si Guillermo Del Toro hubiese sido su director? Nunca podremos saberlo... Pero, o mucho nos equivocamos, o algo ha quedado de su trabajo en el producto final.No lo decimos sólo porque aparecezca en los créditos como coguionista, sino también porque uno de los tramos más frenéticos de la película (el periplo de Bilbo y los enanos en la cueva de los trasgos, allá por las Montañas Nubladas) resulta tan grotesco y se regodea tanto en las deformidades que podría pasar por una aventura de Hellboy ambientada en la Tierra Media.

Andy Serkis, 'mi tesssoro'hobbit_gollum

Retomamos el tema de los cameos para centrarnos en el que, sin duda, es el más esperado de esta película: la reaparición de Andy Serkis como Gollum. ¿Merece la pena el regreso del rey del motion capture? Pues aquí no hay medias tintas que valgan: rotundamente, sí. Durante veinte minutos escasos, Serkis y Freeman nos hacen olvidar los defectos de la película (de los que hablaremos en el siguiente apartado) con un diálogo pletórico, cómico y patético a partes iguales. En su charla con CINEMANÍA que pudiste leer en nuestro número de noviembre, el intérprete de Bilbo afirmaba que trabajar junto a Serkis había sido una de las experiencias de su vida. Y nosotros nos lo creemos.

¿De verdad da para tres películas?hobbit

Ahora toca centrarse en el aspecto más espinoso de El Hobbit, y el que más comentarios negativos suscitó en sus reseñas extranjeras: ¿De verdad se nota tanto el trabajo de estiramiento realizado para que esta historia abarque una trilogía? Eso corresponde a valoraciones críticas más curradas, por supuesto, pero desde aquí damos fe de que todo el público (no sólo los lectores del original) notará que el contenido épico de la historia ha sufrido una drástica labor de expansión y engorde. Resumir es más fácil que ampliar, ya se sabe, pero el juicio definitivo os pertenece a vosotros...

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