"Jar Jar Binks Forever": ¿por qué las precuelas de 'Star Wars' les gustan a los fans jóvenes?

El estreno de 'Obi-Wan Kenobi' nos anima a revisar sin prejuicios a los tres patitos feos de la saga galáctica. 
Detalle del póster de 'Star Wars Episodio III: La venganza de los Sith'.
Detalle del póster de 'Star Wars Episodio III: La venganza de los Sith'.
Cinemanía
Detalle del póster de 'Star Wars Episodio III: La venganza de los Sith'.

Hace mucho, mucho tiempo, en un panorama cinematográfico muy, muy lejano, George Lucas cometió el que muchos consideran el mayor pecado de Star Wars. Mayor aún que los ewoks, que se dice pronto: una trilogía de precuelas que los fans de la vieja guardia llevaban 16 años esperando y que se ganó odios sin cuento por múltiples razones, esgrimidas desde el estreno de La amenaza fantasma en 1999.

Su acartonamiento dramático, el abuso del CGI, las alteraciones en la mitología del serial y un humor escorado hacia lo infantiloide fueron algunos de los elementos merced a los cuales un porcentaje muy elevado de warsies declaró estas películas como anatema.

Pero ha pasado el tiempo, y la verdad desagradable (para algunos) asoma: muchos de los adictos a Star Wars que ahora se acercan a la treintena descubrieron la saga con aquellas precuelas, y ahora las consideran la base de su interés. Hoy, la serie Obi-Wan Kenobi supone la continuación de esos filmes tan polémicos, devolviéndonos a sus dos rostros más representativos: Hayden Christensen como Anakin/Darth Vader y Ewan McGregor como su antiguo maestro.

Es el momento de mirar atrás y preguntarse si tanto odio estaba justificado… o si, por el contrario, fue una puerta hacia el Lado Oscuro.

El sable de luz invisible

Para observar el efecto de las precuelas, hay algo que conviene remachar desde el principio: no fue ya que supusieran el primer contacto con Star Wars en pantalla grande para muchos espectadores, sino que bastantes de estos eran ajenos a las cosas de la Fuerza cuando las vieron de niños.

Ese es el caso de la youtuber Andrea Compton (27 años): “Seguro que mis padres me habían hablado de las películas originales –recuerda–, pero no presté atención a Star Wars hasta que vi La amenaza fantasma y me enamoré de la saga”.

Compton coincide en esto con el periodista Francesc Miró, de su misma edad: “Era el único VHS dorado que tenía en casa y aquello fascinaba a mi mente de niño de siete años”.

Elena Crimental (27 años), también periodista, recuerda haber sido iniciada por su familia, pero también habla de la conmoción que le supuso ver El ataque de los clones en el cine: “No se me olvida el ambiente de evento que se respiraba, ni esa sensación de conectar con un fenómeno anterior a mí. De algún modo, sentía que no era solo una cosa de niños y eso... pues le daba caché”.

“Recuerdo la batalla entre Obi-wan y Anakin [La venganza de los Sith] como uno de los momentos más importantes de mi cinefilia”, declara Francesc Miró, mientras Elena añade otro detalle: siendo una niña, y sin redes sociales, las oleadas de odio contra las precuelas le llegaron como un eco lejano, mientras jugaba con su sable de luz invisible.

La huella del Gungan

Ajenas a los ires y venires de la opinión pública, las filias y fobias de nuestros consultados van al margen de lo que se considera habitual. Sin ir más lejos (y más de uno leerá esto con horror), algunos le guardan un gran cariño a Jar Jar Binks: “Jar Jar forever”, resume Andrea Compton, recordando que el CGI del personaje le parecía “súper realista”. “Luego supe valorar la trilogía original por justo lo contrario”, añade.

Elena Crimental también reconoce la huella del gungan (“Mi hermano y yo aún nos comunicamos con frases suyas”), aunque deplora que los filmes no expusieran mejor la historia de “una criatura despreciada por su gente que acaba abriendo la puerta al fascismo”.

Y, aunque Francesc Miró no comparte estos sentimientos hacia la oveja negra de la franquicia, sí recuerda las precuelas como una iniciación en el lenguaje cinematográfico. “La carrera de vainas [de La amenaza fantasma] es la primera imagen que tengo de lo que significa la velocidad y cómo narrarla en imágenes”, señala, para después referirse al exilio final de Yoda: “Ese retrato de una vejez sabia y derrotada me impactó mucho”.

Así pues, las precuelas de Star Wars revisten una importancia mucho mayor de la que suele adjudicárseles. Y eso que, como afirma Elena Crimental, la tercera trilogía galáctica hizo lo posible por ignorarlas “por miedo a la reacción de esos fans que las odiaron”. Aunque aquí conviene recordar que Rian Johnson las trajo a colación en Los últimos Jedi (y bien cara que pagó esa osadía, entre otras).

La periodista, sin embargo, también avisa de que su reputación podría mejorar a partir de ahora: “La nostalgia por los 2000 ya está aquí, y con la serie de Obi-Wan se van a rescatar personajes, tramas y conceptos de esos tres primeros episodios”.

Francesc Miró, por su parte, las considera infravaloradas (“A nivel estético, están llenas de hallazgos. Basta con mirarlas sin prejuicios”) y recuerda, además, que enlazan directamente con las series animadas de la saga, especialmente con Star Wars: Las Guerras Clon y con Clone Wars, que le parecen “de lo mejor que ha dado el universo warsie”.

Andrea Compton, a su vez, se declara fan de la última trilogía y considera que sus películas “beben de las otras dos anteriores y tienen lo mejor de ambas”. Señal, esto último, de que la disparidad de opiniones es algo corriente en el fandom de la saga desde los días de El Imperio contraataca.

Aun así, aparte de su amor por las precuelas, nuestros tres entrevistados tienen otra cosa en común: ninguno de ellos se tragó aquello de los midiclorianos. Y eso es algo en lo que, por una vez, todos los amantes de Star Wars están de acuerdo.

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