Pasando revista a 'Los mercenarios' (y V): Lo mejor (y lo peor) de Jet Li

Concluimos nuestro repaso a los héroes de Stallone con un perfil del maestro de las artes marciales. ¿Tienes lo que hay que tener para llegar al final del combate? Por YAGO GARCÍA
Pasando revista a 'Los mercenarios' (y V): Lo mejor (y lo peor) de Jet Li
Pasando revista a 'Los mercenarios' (y V): Lo mejor (y lo peor) de Jet Li
Pasando revista a 'Los mercenarios' (y V): Lo mejor (y lo peor) de Jet Li

Queríamos una misión, y por nuestros pecados nos dieron una: durante cinco largos días, el equipo de fuerzas especiales de CINEMANÍA ha sobrevivido a un bautismo de fuego con el mismísimo Chuck Norris, se ha enfrentado en el ring de kickboxing a Jean-Claude Van Damme, sobrevivido a las artimañas londinenses de Jason Statham y superado un duelo a muerte con Dolph Lundgren, su cerebro y sus músculos. Pero, como en toda película de acción que se precie, lo más difícil de esta revisión de los actores de Los mercenarios 2 viene al final. Y nuestro final boss es un adversario tan ágil como inteligente y versátil: contra él deberemos usar algo más que artillería pesada.

"Versátil", decimos, porque en China el wuxia (género de artes marciales) es un género de tradición milenaria. Y, por tanto, un campeón de lucha como Jet Li no sólo debe tener músculo, sino también estar a la altura de un legado que se remonta a la Era de los Reinos Combatientes. Nacido en el seno de una humilde familia de Pekín, Li Lianjé demostró su competencia pasando a formar parte del equipo oficial chino de artes marciales con 12 años, una carrera que le llevó a actuar frente al mismísimo Richard Nixon, y ganándose el apodo de 'Jet' debido a su velocidad sobrehumana. Su carrera cinematográfica ha sido inmensa, y la parte de ella que ha llegado a Occidente es sólo la punta del iceberg, con lo que deberéis excusarnos si este repaso es más breve que el dedicado a sus compañeros.

Las buenas

El templo de Shaolin (1982)

Con 19 añitos escasos, nuestro amigo con nombre de propulsión a chorro debutó como protagonista en un filme de artes marciales al estilo clásico, con sus monasterios llenos de cámaras secretas, sus malignos generales que conspiran contra el Emperador y sus monjes capaces de demoler un edificio pequeño con el canto de una uña. Aunque no raya a la altura de obras maestras como Las 36 cámaras de Shaolin, Las artes marciales... es una película de gran calidad con un Jet Li sobresaliente. Prueba de ello es que llegase al mercado español, en una época en la que la distribución aquí de títulos chinos era nula.

Érase una vez en China (1991)

Tras nueve años de carrera, Jet Li era ya una gran estrella en el Imperio del Centro, pero aquí apenas habíamos oído hablar de él. Claro que las cosas empezaron a cambiar con este peliculón, la obra maestra del gran Tsui Hark, y un punto de entrada perfecto al fascinante mundo del wuxia. Como ya hemos dicho, los relatos de artes marciales cuentan con una tradición milenaria, de modo que no debería sorprendernos la forma con la que Érase una vez... combina los tortazos (wire fu del bueno) con las reflexiones sociales (el contacto de China con la cultura occidental) y la comedia slapstick pura y dura. De sus dos secuelas, nos quedamos con la segunda, de 1992. Y recomendamos un vistazo a El último héroe en China, grabación de un espectáculo teatral en el que Li retomaba a su personaje de Wong-Fei Hung.

Jet Li es el mejor luchador (1994)

La estajanovista carrera de nuestro héroe (20 películas en 12 años) llegó a uno de sus puntos culminantes con este trabajo, bastante más serio que lo habitual en él hasta entonces. El mejor luchador está ambientada en una época tan traumática para China como la invasión de Shanghai por los japoneses (la misma a la que se enfrentaba Tintín en El loto azul), las escenas de combate prescinden en su mayoría de los trucos con alambres, y el argumento, inspirado en el clásico de Bruce Lee Kárate a muerte en Bangkok, circula muchas veces por derroteros trágicos. El traspaso a Hollywood de Jet Li era sólo cuestión de tiempo...

Héroe (2002)

Tras pasearse por EE UU con títulos de poco lucimiento (a vosotros, no sabemos, pero a nostros Romeo debe morir nos parece por debajo de sus posibilidades), Jet Li recibió su consagración como intérprete 'serio' de la mano del mismísimo Zhang Yimou. Hasta entonces dedicado a los dramas sociales como Sorgo rojo o Ni uno menos, el mítico cineasta inauguró con esta película su etapa wuxia, que ha producido obras tan brillantes como La casa de las dagas voladoras, y lo hizo reclutando a una selección de los mejores actores del género. Zhang Ziyi, Tony Leung (Deseando amar), Maggie Cheung y el propio Li se dan de tortazos envueltos en una producción lujuriosa, que despertó ciertas dudas: ¿Es esta historia una advertencia para los disidentes que desafíen al gobierno totalitario de China? Cada espectador sacará sus conclusiones, pero casi todos coincidirán en que estamos ante un peliculón.

Danny The Dog (2005)

Como experto que es en el arte de la ultraviolencia, Luc Besson sabía lo que se hacía contratando a Jet Li para este desparrame canino. Por eso le rodeó de buenos actores (Morgan Freeman y el recientemente retirado Bob Hoskins) y le confió un papel crudo y difícil: el de un hombre despojado de su humanidad y convertido en máquina de matar. Brutal en su presentación, más centrada en el sufrimiento de su protagonista que en las tortas aunque estas abunden, e impacten como las que más. Danny The Dog es, por ahora, la última gran película de Jet Li en Occidente... Salvo si contamos con las dos entregas de Los mercenarios, claro.

La mala

La momia: La tumba del Emperador Dragón (2008)

Anda que ya le vale a Stephen Sommers. No contento con reemplazar, sin comerlo ni beberlo, a Rachel Weisz por Maria Bello, y por embarcar al pobre Brendan Fraser en una secuela de poquísimo fuste, el tío contrata a Jet Li para encarnar al mismísimo Quin Shi Huangdi, primer (y tiránico) emperador de China... Y no sólo le da un papel mínimo, sino que para colmo orquesta unas escenas de artes marciales que son pura risa. Después de semejante despropósito, hizo falta la llamada de Stallone para que Li volviese a una producción made in USA. Y nos resulta natural.

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