[FICX 2021] 'Ninjababy': la comedia que deseas sobre un embarazo no deseado

Menos irreverente y más tierna de lo que se cree, la comedia noruega nominada a los Premios de la EFA adapta las viñetas de Inga Sætre.
Ninjababy
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Cinemanía
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La directora noruega Yngvild Sve Flikke cuenta que al abordar la adaptación al cine del cómic Ninjababy, de su compatriota Inga Sætre, una de las cosas que consideraba más importantes era reflejar la promiscuidad y libertad sexual de su protagonista veinteañera con toda la naturalidad y sin dar pie a juicios de ningún tipo. Hasta que descubre que se ha quedado embarazada y, sin que para ella suponga un problema especialmente grave, su relación con los hombres se ve afectada involuntariamente.

Ninjababy es una comedia de embarazo no deseado donde se esquiva la cuestión del aborto no por aspectos de debate social, político o moral, sino por un motivo completamente práctico: es una posibilidad que está fuera de la ecuación porque la protagonista Rakel (interpretada con elocuente naturalidad por Kristine Kujath Thorp) no ha descubierto su embarazo hasta el séptimo mes de gestación. Al no haber experimentado indicios biológicos de ningún tipo, se ha hecho demasiado tarde. 

¿Subterfugio argumental para evitar el dilema? Puede verse así, pero también como una herramienta necesaria para que exista la película. No es que Rakel ni se plantee tener el bebé: lo primero que hace es concertar cita para abortar. Será entonces cuando descubra el tamaño real de su problema y la imposibilidad de interrumpir el embarazo. Las limitaciones con lo que hace interesante una historia; ya sabes, si Walter White hubiera vivido en un país con sanidad pública no habría existido Breaking Bad.

Cada vez que el delicado asunto de un embarazo no deseado aparece como tema central de una película cómica se destaca su valentía por tratar con humor cuestiones que tradicionalmente generan más angustia que otra cosa. Lo cierto es que, a día de hoy, no faltan ejemplos de comedias canónicas al respecto –la soberbia Citizen Ruth (Alexander Payne, 1996) o las más famosas, y abiertamente peores, Juno (Jason Reitman, 2007) y Lío embarazoso (Judd Apatow)– hasta el punto de que el humor ha reemplazado al drama como tono por defecto en estas historias.

Sve Flikke sale bien airosa del envite cómico gracias a la colección de personajes secundarios que orquesta alrededor de Kujath Thorp, muy divertida en un registro de "desastre vital con desparpajo" –quizás el temperamento millennial por defecto– que recuerda al personaje de Ilana Glazer en Broad City, serie con cuya energía tiene muchos puntos en común Ninjababy. Un par de pretendientes, entre los que se encuentra el inesperado padre del bebé, propician la oportunidad de equívocos habituales en la plantilla de una comedia romántica, incluido un climax in crescendo que los reúne a todos en la misma habitación.

Como enseñó a principios de siglo la Nueva Comedia Americana –hoy en día más asumida que olvidada–, en la humanidad y dimensiones que se dé a los secundarios está la clave para conseguir que el mundo de tu sátira parezca real y reconocible. La cineasta noruega recuerda a la dedicación de Nicholas Stoller (Paso de ti, Eternamente comprometidos) cuando dedica tiempo e interés a las clases de haikido y partidas de rol de Mos (Nader Khademi) o a la visión de conexión telúrica del 'Jesús de las pollas' (Arthur Berning); porque llamar a un personaje a sí no evita que se tome en serio su construcción.

Son elementos tradicionales pero bien resueltos, y mucho más interesantes que la presunta aportación llamativa de Ninjababy: los diálogos de Rakel con su deslenguado bebé nonato, que ella misma dibuja y con el que interactúa en secuencias de animación. El toma y daca entre madre y futuro retoño se queda en un gesto desesperado y estéril que la propia película olvida durante el que acaba siendo uno de sus tramos más logrados. Al final, Ninjababy funciona mejor cuando más tradicional es y menos irreverente se desea.

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