Muere Peter Falk, el hombre de la gabardina

Peter Falk, el inolvidable intérprete del teniente Colombo, falleció el jueves en Los Ángeles a los 84 años de edad. El actor, que padecía de Alzheimer y demencia senil, había experimentado un considerable deterioro físico tras una operación dental en 2007.

Pero Peter Falk estaba acostumbrado a los problemas de salud, desde que a los 3 años un tumor le regaló un ojo de cristal en su cuenca derecha. A quienes le veíamos encarnar al detective de la gabardina (que protagonizó 69 episodios entre 1968 y 2003) nos costaba distinguirlo al principio, en parte por su expresividad, y en parte por esa forma peculiar de encorvar la chepa. Colombo, la serie, proporcionó a Falk cinco premios Emmy, sirvió de plataforma al jovencísimo Steven Spielberg e impartió lecciones de las que series como Monk o House tomaron luego buena nota: el protagonista de un show de éxito debe ser carismático, y debe caer bien, pero no debe ser necesariamente heróico, atractivo o agradable.

Después, aprendimos que aquel hombrecillo tan fisgón era un actor veterano, que se había abierto cambino en el Hollywood de los 50 (fue nominado al Oscar por Un gángster para un milagro y El sindicato del criment) y que, entre plató y plató de su serie, había sacado tiempo para someterse a la disciplina improvisatoria de John Cassavetes en Maridos, Un hombre en apuros y Una mujer bajo la influencia. Lo cual no le impidió convertirse en abuelo narrador de La princesa prometida. Junto a su intervención en la cinta de Rob Reiner, puede que su mejor papel, sin embargo, tuviese lugar en El cielo sobre Berlín de Wim Wenders: encarnándose a sí mismo, Peter Falk nos mostró su gran pasión (la pintura), y dejó caer que podía haber sido un ángel, pero que le gustaba demasiado estar vivo.