De John Morris, compositor estadounidense que falleció ayer a los 91 años, puede decirse una cosa: su música podía amansar a los monstruos. Y no sólo a un monstruo de la comedia como Mel Brooks, con el que colaboró asiduamente durante su carrera, sino también a una criatura recosida con el rostro de Peter Boyle y el cerebro de un tal "A. Normal": el trabajo más popular de Morris fue la BSO de El jovencito Frankenstein, con ese motivo de violín tremendamente patético y serio que contrastaba con las chifladuras de Gene Wilder y Marty Feldman en la pantalla.
Curiosamente, Morris no fue nominado al Oscar por esta partitura. Sí lo fue, en cambio, por otros dos de sus trabajos para su director: Sillas de montar calientes, por la que aspiró a Mejor canción original, y El hombre elefante, producida por Brooks y en la que su música combinaba a las mil maravillas (cosa complicada) con las imágenes de un David Lynch muy joven y ya muy demente. En su filmografía con Mel Brooks también destacan Los productores, Máxima ansiedad y Spaceballs: La loca historia de las galaxias.
Morris también firmó las BSO de Dirty Dancing y La mujer de rojo, entre otras películas de éxito, así como las de numerosas series y telefilmes. Asimismo, fue pianista acompañante para la diva Judy Garland, y director y arreglista en numerosos musicales de Broadway.
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