'Jóvenes ocultos' cumple 35 años: cuando Joel Schumacher hizo que los vampiros volvieran a ser sexy

Una mezcla comedia-terror innovadora y atrevida que proyectó una larga sombra en el cine de género posterior.
Jóvenes ocultos
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Los años 80 fueron buenos para las películas de vampiros. Venían de ser arrinconados por las nuevas tendencias del terror de los 70, donde el viejo conde centroeuropeo de capa almidonada y anticuadas costumbres era incapaz de enfrentarse con el nuevo cine que se apoderó de las pantallas de todo el mundo.

Entre el realismo expresionista de El exorcista de William Friedkin, la sucia y áspera crudeza de las formas de La matanza de Texas de Tobe Hooper, el delirio onírico inundado de hemoglobina de la Suspiria de Dario Argento y las criaturas de la noche de modales exquisitos y verborrea victoriana, el público lo tenía claro. Y si no que se lo digan al pobre John Badham que se metería el batacazo de su vida en 1979 con su tan honesta como anticuada adaptación de Drácula.

Pero a principios de los 80 algo empezó a cambiar en el género. Posiblemente a partir del revulsivo que significó en el mundo literario la aparición de Entrevista con el vampiro. En 1976, la novela de Anne Rice redefiniría el mito para toda una generación de películas vampíricas. La primera de ellas, y la más influenciada por los preceptos de Rice, fue El ansia en 1983.

La ópera prima de Tony Scott, protagonizada por unos seductores y magnéticos David Bowie y Catherine Deneuve, introducía a los vampiros en el Nueva York de neón y cromo de los 80. En 1985, Tom Holland enfrentó a al vampiro tradicional con los modos y costumbres de los jóvenes de los 80 en la divertida Noche de miedo. Y, finalmente, una novata Kathryn Bigelow sorprendía a la cinefilia con Los viajeros de la noche. Un cruce entre el western sucio y crudo de Sam Peckinpah con la atmósfera malsana de La matanza de Texas.

Exceptuando Noche de miedo, ni El ansia ni Los viajeros de la noche fueron grandes éxitos de taquilla, más allá de su influencia posterior y el aplauso del fandom más recalcitrante. Sería necesario que una película de presupuesto modesto, pero formal y estilísticamente arriesgada, dirigida por una de las grandes promesas del Hollywood de los 80, para que los vampiros se volvieran a situar en el panteón de los monstruos del terror: Jóvenes ocultos.

Cómo 'Los Goonies contra los vampiros' se hizo sexy

En un principio, la película que se conocería como Jóvenes ocultos era muy diferente a lo que acabó siendo. Pensada como una producción infantil, una “Los Goonies contra los vampiros”, no es casual que el primer borrador del guion escrito por Janice Fischer y James Jeremias llegara a las manos de Richard Donner.  

Y aunque en un principio el director de Los Goonies estaba dispuesta a dirigirla, su compromiso previo con Arma letal hizo que se desentendiera del proyecto. No sin antes proponer a Warner Bros que se pusieran en contacto con Joel Schumacher.

Joel Schumacher acababa de estrenar en 1985 una de las tres películas generacionales (junto a Rebeldes y El club de los cinco) de los 80: St. Elmo, punto de encuentro. Un drama generacional sobre veinteañeros con crisis existencial en la que Schumacher puso en liza a algunos de los actores y actrices más relevantes de finales de los 80 y la década de los 90, entre los que se encontraban Rob Lowe o Demi Moore. Mark Canton, el mandamás de Warner Bros por aquel entonces, invitó a comer a Schumacher para entregarle el guion de Jóvenes ocultos. Al leerlo, el director tenía un problema.

Joel Schumacher en el rodaje de 'Jóvenes ocultos'
Joel Schumacher en el rodaje de 'Jóvenes ocultos'
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El gran problema para Schumacher era el carácter infantil de la propuesta. Propuso unos protagonistas adolescentes, sobre todo porque quería algo más sexy, algo intrínseco al género de vampiros. En los audicomentarios de la edición en Blu-Ray de la cinta, el cineasta comenta el carácter sexual del mito vampírico en general, y en particular el del Drácula de Stoker, planteando que la succión de los fluidos a sus víctimas era la manera que tenía el escritor de representar sexo oral sin que la moral victoriana de la época se lo echara para atrás.

Con el guionista Jeffrey Boam reescribiendo el libreto original, la idea de unos protagonistas juveniles, una atmósfera más sexual y una violencia más gráfica al principio tuvo algunas reticencias por parte del estudio. Pero cuando Richard Donner, que se mantuvo como productor ejecutivo de la cinta, vio los diseños de vestuario que había diseñado el propio Schumacher para los vampiros adolescentes que protagonizan el relato, se dio cuenta que tenían entre manos algo nunca visto y, en sus palabras, mucho más interesante que lo que él habría podido hacer.

Otro gran acierto de Schumacher fue el casting de la cinta, comenzando con el personaje más icónico de la misma: David, interpretado por un desconocido Kiefer Sutherland, al que convirtió en uno de los actores jóvenes fundamentales de la época. 

Kiefer Sutherland en 'Jóvenes ocultos'
Kiefer Sutherland en 'Jóvenes ocultos'
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Lo mismo ocurriría con la pareja de héroes protagonistas del relato, Sam y Michael, los hermanos interpretados por unos debutantes Jason Patric y Corey Haim. Un Corey Haim que se uniría por primera vez con un viejo conocido del cine de los 80, el joven actor Corey Feldman; a partir del éxito de Jóvenes ocultos interpretarían varias comedias adolescentes durante el resto de la década.

Equilibrando comedia y horror

Humor que también contiene Jóvenes ocultos. Algo que en un principio descuadró a los ejecutivos de Warner, que preguntaron a Schumacher si lo que estaba rodando era una comedia o una película de terror. El director respondía que que sí, que ambas eran correctas. 

Y es que Jóvenes ocultos sería la primera película que integraría el horror y la comedia a partes iguales. No a la manera de las comedias de Abbot y Costello junto a los monstruos de la Universal, sino a partir de una hibridación donde el horror más gráfico y los efectos de maquillaje más truculentos -obra del especialista Greg Cannom- se integraban sin fisuras con momentos de comedia que aligeraban el drama sin alcanzar nunca lo burlesco o paródico.

Esa fusión de géneros, tan innovadora en la época como el vestuario de sus protagonistas, la alucinada dirección artística de Bo Welch –posteriormente diseñador de obras de Tim Burton como Batman vuelve o Eduardo Manostijeras– o las decisiones formales y estilísticas de Schumacher –el neón y los colores fluorescentes de su Batman no comenzaron ahí, o las secuencias entre el onirismo lisérgico de Apocalypse Now y un videoclip de la MTV de los 80– convierten a Jóvenes ocultos no en la primera cinta autorreferencial y post-postmoderna del cine de Hollywood.

La génesis del cine 'geek' contemporáneo

A día de hoy, la autorreferencia, el mash up de géneros antagónicos y las menciones a elementos de la cultura pop están a la orden del día. De Quentin Tarantino a Kevin Smith, pasando por Taika Waititi o James Gunn, es difícil no encontrarse con un cine contemporáneo que no remita a un millón de fuentes, sobre todo a aquellas que hasta los años 80 se consideraban baja cultura. 

Jóvenes ocultos
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Schumacher, en cambio, integra diálogos geek en el interior de la ficción –la conversación sobre la mala ubicación en una tienda de cómics de la cronología de Superman–; el cuarto del personaje de Corey Haim, una fashion victim, tiene en su habitación pósters de Molly Ringwald y Rob Lowe, siendo este último una referencia meta a la obra del propio cineasta además de símbolo de los tiempos y de un mundo real ajeno a la ficción.

Todos esos elementos convierten a Jóvenes ocultos en la primera, o una de las primeras piezas de lo que sería la cultura pop contemporánea. Un título que abraza lo que hasta ese momento era considerado entretenimiento de baja estofa y al que Hollywood se acercaba con precaución y de refilón. Y a su vez, con su tan arriesgada pero tremendamente confortable reinterpretación del lore vampírico, Schumacher influiría a todos o por lo menos a muchas de las propuestas que vendrían a continuación.

Jóvenes ocultos
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De 'Buffy, cazavampiros' al Drácula de Coppola

No es difícil encontrar trazas de la pandilla de vampiros adolescentes –entre la decadencia lúdica de la juventud y su aspecto de rock stars pasadas de vuelta– en el grupo de surfistas atracadores de bancos de Le llaman Bodhi de Kathryn Bigelow. Sin ir más lejos, la rivalidad/amor entre Michael y David en Jóvenes ocultos –el héroe y el antihéroe– se replica en la cinta de Bigelow con los personajes de Keanu Reeves y Patrick Swayze. Incluso el entorno playero californiano, el tono lúdico y juvenil, el uso de canciones pop para configurar el estado de ánimo del filme ya estaba en la cinta de Schumacher.

Pero la sombra de Schumacher y Jóvenes ocultos es mucho más alargada. Podemos encontrarla sin ningún lugar a dudas en la que quizá sea una de las cumbres del audiovisual vampírico teen: Buffy, cazavampiros. La obra magna de Joss Whedon le debe una gran parte de su propuesta a Schumacher (además de al guionista de cómics Chris Claremont). 

Desde el equilibrio entre comedia y terror, pasando por la modernización del mito vampírico a partir de dos personajes que se miran en Michael y David: Ángel y Spike, los vampiros interpretados por David Boreanaz y James Marsters, son la evolución optimizada de los personajes planteados en Jóvenes ocultos.

Buffy, cazavampiros
Buffy, cazavampiros
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Por otra parte, la representación de la adicción a la sangre y el mito vampírico como metáfora de la adicción a las drogas (ese póster de Jim Morrison en la guarida de los jóvenes vampiros no es un detalle casual) y el nihilismo del vampiro moderno propuesto por Schumacher alcanza a cintas tan diferentes tonal y formalmente como La adicción de Abel Ferrara, Solo los amantes sobreviven de Jim Jarmusch, Abierto hasta el amanecer de Robert Rodríguez, e incluso el Drácula de Francis Ford Coppola.

Esta última no solo en la metáfora sangre/drogas, sino en el compartir propuestas formales y estilísticas como los virados de color, las transiciones opiáceas del montaje e incluso la representación del POV del vampiro en los ataques a sus víctimas. Sin olvidar que Coppola contrató para sus maquillajes vampíricos al especialista Greg Cannom, seguramente tras ver los excelentes resultados de la cinta de Schumacher.

Pero sobre todo, Jóvenes ocultos sigue brillando 35 años después por el arrojo de un Joel Schumacher que, siendo el primer cineasta de Hollywood en abrazar sin complejos lo geek, acabó una década después, siendo lamentablemente vapuleado sin piedad por ese mismo fandom que el encumbró y celebró, tras sus dos cintas sobre una de las catedrales de la cultura pop: Batman.

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