[Festival de Toronto 2020] 'Holler', el ‘Winter’s Bone’ de Jessica Barden

La actriz de ‘The End of the F***ing World’ brilla en esta ópera prima sobre la miseria de la clase obrera del Medio Oeste americano.
Holler Jessica Barden
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Se oye a Trump en la radio de la destartalada camioneta de los dos hermanos protagonistas: “Jobs, jobs, jobs”. El presidente de EE UU y su habitual reivindicación laboral para los suyos, sus palabras vacías ni las escuchan estos dos personajes, Ruth y Blaze. Él es el mayor, dejó el instituto para cuidar de su hermana pequeña y solo se esfuerza en que ella salga de ese agujero en el que no quedan ni sueños.

La historia de Holler (en inglés, grita) es la de la guionista y directora Nicole Riegel. Más o menos. Es la esencia de lo que vivió y sintió en un pueblo, el suyo (el mismo en el que rodó), al sureste de Ohio, cuando era adolescente. La imposibilidad de salir de allí porque no era ni una opción, una dificultad aún mayor para una chica. A Riegel no le quedó más que meterse en el ejército y de ahí pudo saltar a lo que siempre quiso hacer: cine. Por eso el logro de esta película es aún mayor y la honestidad con la que lo cuenta muy real. Se ayuda de Jessica Barden a quien eligió para el papel antes de todos enloqueciéramos con su Alyssa en la serie The End of the F***ing World.

Barden, esa actriz que siempre parecerá una decena de años más joven de lo que es (tiene 28 e interpreta a una chica de 17 o 18 años), acepta el reto de su primer protagonista y es imposible no pensar en Winter’s Bone, aquella película por la que hace una década descubrimos y confirmamos a Jennifer Lawrence (y también a su directora Debra Granik).

Como aquel personaje, Ruth está tan atrapada en su lugar, tan unida a su hermano y las pocas personas que les tratan bien en la comunidad (su madre –Pamela Adlon– no es una de ellas, internada por abuso de drogas), que no ve más allá y acepta junto a su hermano un trabajo de chatarreros ilegales: por el día trabajan en el desguace, por la noche roban material en alguna de las fábricas que no dejan de cerrar a su alrededor.

Riegel no solo decidió ir a su pueblo a rodar y dar papeles a vecinos, actores no profesionales, sino que filma en 16mm para darle a la película ese aire aún más pasado, abandonado y auténtico.

Holler iba a estrenarse en SXSW y desde ahí empezar un amplio recorrido, la pandemia canceló el festival de Austin pero ahora esta ópera prima llega con fuerza al circuito de otoño que sí parece aguantar. El Festival de Toronto en Norteamérica y el de Deauville en Europa son sus primeras paradas. Pero auguramos más.

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