[IFFR 2021] Kelly Reichardt: los paisajes internos de Estados Unidos

La directora estadounidense es uno de los nombres propios de la 50 edición del festival: presenta ‘First Cow’ y es galardonada con el premio Robby Müller.
John Magaro en 'First Cow'
John Magaro en 'First Cow'
John Magaro en 'First Cow'

Kelly Reichardt es muy querida en el Festival Internacional de Cine de Rotterdam desde que en 2006 se alzara con un Premio Tiger del concurso oficial por Old Joy, haciendo historia al ser la primera cineasta estadounidense en ser reconocida con ese galardón. En la 50 edición del certamen, que se celebra estos días, vuelve a ser uno de sus nombres propios, en un año, además, en que la directora está en boca de todos por la magnífica First Cow, programada en el IFFR y una de las cintas independientes de la temporada.  

Y es que la cineasta acaba de recibir el premio Robby Müller, reconocimiento que lleva el nombre del mítico director de fotografía de Jim Jarmusch y otros ilustres del cine indie, y que en su segunda edición se ha rendido a cómo la cineasta “revela el paisaje estadounidense en su infinita variedad en más que un papel secundario, y representa a personas con la mayor sutileza y sensibilidad”.

Al otro lado de la pantalla, Reichardt sonríe, entre tímida y modesta, cuando Andrea Müller-Schirmer, teórica del arte y custodia del legado de Robby Müller, dice que su cine es capaz “de ser al mismo tiempo clásico e innovador, repleto de imágenes que son de una transparencia prístina”. “Siempre he intentado desde el principio estar entre las imágenes que una sueña y las imágenes que una es capaz de registrar”, comenta la directora al recibir el premio, de manera virtual, y antes de ofrecer una charla magistral online en el marco del 50 IFFR, en la que repasará su firme trayectoria, de River of Grass (1994) a First Cow

Al regresar a River of Grass, es inevitable volver también a Florida, donde creció, y a Jim Jarmusch. “Cuando veo mi primera película, me doy cuenta del tipo de cine que veía entonces. En ese filme me limité a rodar en sitios que ya conocía, tomando prestado de las películas de la gente que conocía, como Jarmusch”, explica Reichardt.

“No me gusta mucho regresar a las películas del pasado ni suelo volver a ver mi trabajo”, confiesa la cineasta, “pero al ver estas imágenes siento como si quisiera volver a esos paisajes. Desde pequeña, he tenido claro esa condición efímera del mundo que nos rodea, he visto cómo el paisaje de alrededor ha ido transformándose, destruido, muchas veces, por las fuerzas corporativas. Esa lucha entre la naturaleza y el poder corporativo está planteada de distintas maneras en mis historias”, comenta.  

El interés por los paisajes del territorio estadounidense, entendidos también como un estado de ánimo interno, es quizá la constante más marcada del cine de Reichardt. De ahí que la cineasta dé una importancia capital a la relación con el director de fotografía, que va a determinar, según ella, la manera en que acaban tomando forma las historias que tiene en la cabeza.

“En el caso de Old Joy, explica Reichardt, “no teníamos muy claro que tipo de película iba a salir de ese experimento. Filmamos muy poco material, pero gastamos todo el celuloide que teníamos sin saber si todo eso acabaría siendo una película de ficción. Peter Sillen, el director de foto, provenía del ámbito del documental y, es curioso, porque había una especie de tira y afloja entre mi tendencia a dejar los elementos narrativos fuera de campo y su tendencia a seguir a los protagonistas de la acción”.

Con Meek’s Cutoff se inició su relación profesional con el director de fotografía Christopher Blauvelt, quien ha colaborado en Night Moves (2013), Certain Women (2016) y First Cow. “Encontrar a un director de fotografía que se convierte en un colaborador estrecho es un gran regalo de la vida”, exclama recordando a Blauvelt.

Como sucedía en Old Joy, recuerda la directora, la naturaleza en Meek’s Cutoff también es amenazante pero en esta película, al enmarcarse en el género del western, a la amenaza del espacio quiso sumarle la amenaza del tiempo. “El western es un género que está muy interiorizado en el espectador, como si fuera un reloj interno”, reflexiona. “Por este motivo, siempre esperamos del western que sucedan ciertas cosas y que en el caso de Meek’s Cutoff jamás acaban de materializarse. Me interesaba construir un relato marcado por la repetición de gestos, que a su vez nos hablaba del paso del tiempo y de cierta sensación de vulnerabilidad”.

Kelly Reichardt
Kelly Reichardt

En First Cow, Reichardt regresa al género del western y también al formato 4:3 que dominaba la imagen de Meek’s Cutoff, aunque la forma y contenido de estas dos películas no pueden tener intenciones más dispares. “En aquel filme, el 4:3 proporcionaba una sensación de claustrofobia en ese espacio tan vasto en el que ocurría la historia, pero en First Cow me gustaba porque filmamos sobre todo en bosques y quería priorizar la verticalidad de los árboles”, indica.

Adaptación de parte de la novela de Jonathan Raymond The Half-Life, con First Cow Reichardt de nuevo expande los límites del western con una historia de inmigrantes que, en vez de viajar del este al oeste lo hacen a la inversa, y con una película divertida que se niega a transitar por la violencia habitual de este género cinematográfico.

Fotograma de 'First Cow'
Fotograma de 'First Cow'

Sobre esta idea, Reichardt concluye su charla en el IFFR 2021 con las siguientes palabras: “La masculinidad como algo agresivo, el liderazgo, la dureza, América…, todas estas etiquetas están en un discurso muy reciente del que reniego. En First Cow, la pareja protagonista son dos tipos que están en un nivel más humano que el de los pistoleros asesinos habituales del western. No sé, hacen cosas. Creo que es bonito hacer cine sobre gente que hace cosas en vez de destruirlas”. 

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