‘Érase una vez...’: Así se recuperó ‘La Cenicienta’ española a la que Disney arrebató el título

El 16 de diciembre se reestrena en cines esta joya del cine español recuperada por Filmoteca de Catalunya tras un largo proceso de restauración
Collage de Érase una vez...
Collage de Érase una vez...
Filmoteca de Catalunya
Collage de Érase una vez...

Érase una vez una España en la que las cerilleras vendían fotogramas de películas a las puertas de los colegios. Era una España en la que las copias de las películas se destruían al terminar su distribución no sin que antes, algún avispado, recortase imágenes sueltas que acababan siendo la mercancía de compra y venta de los niños en los recreos.

Esos recortes de películas vivían una vida azarosa, atravesando anticuarios, librerías de viejo, hasta acabar en manos de algún cinéfilo, coleccionista o nostálgico. Gracias a esos fotogramas Érase una vez..., la segunda película de animación española, adaptación, como el filme de Disney, del cuento de Charles Perrault, se ha podido recuperar más de 70 años después de su estreno y puede verse en cines desde este viernes 16 de diciembre.

Ideada por Josep Baguñá, hijo del fundador de revistas satíricas y de la infantil Patufet, con el dibujante de Zipi y Zape Josep Escobar como director artístico y dirigida por el crítico de arte y publicista Alexandre Cirici Pellicer, el filme fue una producción de Jordi Tusell (Estela Films). Más de medio siglo después, ha sido su nieto, el productor de Camera Café o Tiempo después Félix Tusell, quien ha emprendido junto a la Filmoteca de Catalunya su restauración.

Érase una vez... tuvo la mala suerte de coincidir en su estreno con el clásico de animación de Disney. De hecho, se iba a titular La Cenicienta, pero la Casa del Ratón había registrado su título antes y la versión española tuvo que buscar un sustituto.

En parte por este estreno simultaneo y por las escasas simpatías que levantaba entre el Regimen una película hecha por lo más granado de la intelectualidad catalana, Érase una vez... cayó en el olvido pese a salir premiada de la Mostra de Venecia.

Su distribución discreta hizo que solo se conservaran algunas copias de la película en 16 mm y blanco y negro, cintas que se usaban para ser proyectadas en colegios o casas parroquiales. Pero Érase una vez... era una película concebida y creada en Cinefotocolor.

Érase una vez...
Érase una vez...
Filmoteca de Catalunya

De ahí el enorme reto al que se ha enfrentado el equipo del Centro de Conservación y Restauración de la Filmoteca de Catalunya liderado por Rosa Cardona con la participación de Enric Ginè, Luciano Berriatúa e Isabel Benavides. Un equipo que prefiere hablar de “recuperación” en vez de “restauración” debido a esa labor casi detectivesca en la búsqueda del color original de la cinta. Búsqueda en la que los fotogramas de las cerilleras han sido cruciales.

“Los fotogramas de las cerilleras es un origen como de cuento. Es lo que tiene trabajar con una película de un cuento”, se ríe Luciano Berriatua, uno de los responsables de que este clásico prácticamente olvidado de la animación española haya vuelto a la vida. Y menciona a Joan Gabriel Tharrats o Emilio de la Rosa, algunos de los coleccionistas que conservaban esos fotogramas originales de Érase una vez... y que él y su mujer Isabel Benavides utilizaron de referencia para reimaginar la película en color.

Para colorear Érase una vez..., Benavides y Berriatua se sirvieron también de un álbum de cromos de la película comercializado en la época, de libros de arte del Renacimiento (porque Pellicer había estado fuertemente inspirado por el Renacimiento italiano al dirigir del arte de la película) y hasta cursos por correspondencia que Escobar dio después de dejar la animación. “Por ejemplo, en esos cursos explicaba a los alumnos cómo hacer para no usar muchos acetatos, repitiéndolos", explica el restaurador que aprendió y aplicó alguna de estas técnicas.

“Por supuesto, no teníamos materiales de los 600 planos de la película. Ahí entra la recreación, más que restauración”, concede Berriatua. Para Esteve Rimbau, director de la Filmoteca de Catalunya, el término “recuperación” también es clave.

Érase una vez... después de ser restaurada
Érase una vez... después de ser restaurada
Filmoteca de Catalunya

La iniciativa de llevar a cabo este proyecto en el que también ha participado Filmoteca Española fue suya. Un proyecto que ha tardado ocho años en ver la luz y que, según nos cuenta, “fue como meterse en una aventura sin saber muy bien si lo conseguiríamos, cuándo lo acabaríamos. Lo aprendimos todo por el camino según iba avanzando la tecnología”.

Paralelamente a la recreación del color acometida por Berriatua y Benavides, el equipo de Filmoteca de Catalunya liderado por Rosa Cardona trabajaba en la restauración de la película. “Capturamos con nuestro escáner la poca información de las copias que conservábamos en blanco y negro, muy castigadas; luego, limpiamos las lesiones del paso del tiempo, estabilizamos las copias y, con Enric Giné, nos encargamos del tratamiento del sonido”, explica la restauradora.

Un trabajo colosal con la mejor recompensa

Este esfuerzo colectivo tendrá la mejor recompensa posible. Gracias a la participación de Félix Tusell, nieto del productor de la cinta que está en posesión de los derechos de la misma, así como de la disposición de la distribuidora Lost & Found, Érase una vez... podrá verse en cines otra vez tras su estreno en el Festival de San Sebastián.

Para Tusell la cinta tiene un valor emotivo especial. Fue gracias a Érase una vez... que su abuelo  Jordi Tusell empezó a dedicarse al cine, profesión que su nieto ha heredado convirtiendo a Estela Films en la productora más longeva de España. “Como tuvo una explotación muy difícil, a mis tíos y a mi padre siempre les generó una sensación agridulce. Y me parece muy bonito que ahora la hayamos recuperado y se pueda volver a proyectar”, explica el productor que, hace poco, llevó a su sobrina pequeña a verla a Filmoteca Española.

Érase una vez... antes de ser restaurada
Érase una vez... antes de ser restaurada
Filmoteca de Catalunya

Esteve Rimbau remarca el valor historiográfico de Érase una vez... “Se trata del segundo largometraje de animación español, una réplica al Garbancito de la Mancha, también realizado en Barcelona tres años antes pero de signo ideológico absolutamente contrario. Si la variante quijotesca del cuento de Pulgarcito exaltaba los valores patrióticos de la época, Érase una vez... aglutinó diversos elementos catalanistas”.

Pero Érase una vez... es, por encima de todo, una película maravillosa de enorme valor artístico. Formalmente, es una preciosidad. Su colores y formas, de inspiración renacentista, su música interpretada por Radio Nacional Orquesta de Barcelona, sus planos de composición aberrante, sus vanguardistas movimientos de cámara y hasta el salto de la animación a la imagen real muchos años antes de ¿Quién engañó a Roger Rabbit?

Narrativamente, resulta mucho más interesante que el clásico de Disney, gracias a sus digresiones tan ocurrentes. Destaca, sobre todo, la escena de los fantasmas que recorren el castillo con intención de asustar a la madrastra y las hermanastras de Cenicienta. O la secuencia en la que los caballos se convierten en excelentes bailarines de swing a causa de un hechizo fabricado por un mago (“señor encantador”, se llama).

Érase una vez...
Érase una vez...
Filmoteca de Catalunya

A la madrastra y hermanastras las llaman cacatúas. Unos del pueblo comentan en corrillo lo feas y viejas que son. Cenicienta lleva zuecos como si fuese una señora de Boiro. Hay un mago que vive en una especie de osario. Los caballos se arrancan a bailar swing y claqué con sus herraduras...

Para Berriatua esta originalidad tiene mucho que ver con el tándem Pellicer y Escobar. “Como Pellicer tenía unas ideas plásticas y Escobar tenía otras, es una especie de salto al vacío de unas y otras, que me parece divertidísimo", explica el restaurador.

Tusell también reconoce el enorme valor artístico de Érase una vez... “Cuando la vi por primera vez el impacto fue tremendo. Más allá del valor historiográfico y emocional comprendí que tiene un valor cinematográfico importante: tiene muchas ideas novedosas en lo técnico y en lo estilístico”. Y añade algo más: “Me siento muy orgulloso y me encantaría que mi padre y mi abuelo pudiesen verla”.

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