Engendros de andar por casa: 10 películas con monstruos muy civilizados

En estas 10 cintas, los entes sobrenaturales tampoco resultan nada del otro mundo.
Engendros de andar por casa: 10 películas con monstruos muy civilizados
Engendros de andar por casa: 10 películas con monstruos muy civilizados
Engendros de andar por casa: 10 películas con monstruos muy civilizados

Cuando pensamos en los personajes o las instituciones que intervendrían en una epidemia zombie, nos sale una lista muy larga: científicos locos, servicios secretos, unidades miltares de élite, supervivientes con motosierra, Brad Pitt... Pero lo que jamás sospecharíamos es que la Seguridad Social (o lo que queda de ella) podría tener un papel en el asunto hasta que vimos Retornados, en este filme del español Manuel Carballo (La posesión de Emma Evans), la resurrección en forma de cadáver putrefacto es una enfermedad crónica que puede tratarse con los medicamentos de rigor. Siempre que los haya, claro.

De hecho Retornados está adscrita a una tradición del cine fantástico: esa en la cual, lejos de resultar prodigiosos, los monstruos y las criaturas extraordinarias viven vidas más o menos 'normales', como cualquier hijo de vecino. A continuación te presentamos unos ejemplos para recordarte que ser un ente sobrenatural no es, en el fondo, nada del otro mundo.

Daybreakers (Hermanos Spierig, 2009)

Los monstruos son... Vampiros que gobiernan el mundo

Y el mundo es... No hace falta ser un fan de la saga Crepúsculo o de ciertos juegos de rol para saber que, si se lo propusiesen, los chupasangres se harían con el control de la Tierra en un pispás: son inmortales, inteligentes (por lo general), atractivos (según le venga al guionista) y su modus operandi tampoco se diferencia tanto del de un financiero de alto nivel o un político con aspiraciones. Dicho y hecho: este disfrutable filme de serie B nos muestra un porvenir vampírico (liderado por Sam Neill, nada menos) en el que los humanos son ganado, y la hemoglobina se consume en cualquier momento y lugar cual si fuera café con leche.

Alien nación (Graham Baker, 1988)

Los monstruos son... Alienígenas con aspiraciones

Y el mundo es... Sacándole partido a una idea que encontraremos de nuevo en este informe, Alien nación (y la muy interesante serie a la que dio lugar) asume que se produjo un auténtico encuentro en la Tercera Fase. Y, a resultas de dicho contacto, la Tierra se ha llenado de seres extraterrestres  que hacen lo posible por integrarse en la sociedad humana. ¿Algo más? Pues sí: el filme toma la forma de una buddy movie policíaca muy poco común, con el humano James Caan y el alienígena Mandy Patinkin (La princesa prometida) investigando ciertos asuntos turbios relacionados con la historia de los 'Recién Llegados'.

Harry Potter (Varios directores, 2001-2011)

Los monstruos son... Brujas, magos y criaturas de toda índole

Y el mundo es... A fin de no meterse en jardines de difícil salida, J. K. Rowling estableció en sus libros que el contacto entre el mundo mágico y los muggles es, si no imposible, sí muy infrecuente. Ahora bien: aparte de que nadie se salva cuando a Voldemort (Ralph Fiennes) le da por hacer de las suyas, es envidiable ver lo sistematizado y organizado que está el universo del Colegio Hogwarts. Desde centros de enseñanza como el antes mencionado a ligas deportivas (¡ah, el quidditch!), pasando por un sistema financiero muy serio y profesional, todo entra en las redes del Ministerio de Magia. 

Hellboy II: El ejército dorado (Guillermo Del Toro, 2008)

Los monstruos son... Un vástago del infierno y un pez enamoradizo, para empezar

Y el mundo es... A ese 'chico infernal' con el rostro de un Ron Perlman muy bien maquillado no le basta tener una plaza de funcionario a cuenta de los servicios secretos de EE UU. No, señor: él, que podría haber sido el heraldo de Satán en la Tierra por cortesía de los nazis, quiere ser un ciudadano corriente y salir de paseo con su chica piroquinética (Selma Blair), como todo el mundo. Por suerte, cuando una planta de varios kilómetros de altura siembra el caos en el centro de Nueva York, a sus jefes les resulta difícil mantener la mascarada. Y, por desgracia para nosotros, es poco probable que veamos los resultados de esta revelación en una tercera entrega.

¿Quién engañó a Roger Rabbit? (R. Zemeckis, 1988)

Los monstruos son... Dibujos animados

Y el mundo es... Está claro que la película de Zemeckis mitigó los aspectos más escabrosos de la novela de Gary K. Wolf. Pero admitamos que dejó intacta su premisa más interesante: ese Dibudiwood donde se hallan confinados los personajes clásicos de la animación (y algunos otros más) no deja de ser un gueto con todas las de la ley. Lo cual, aunque a veces resulte comprensible (si el Pato Lucas, Bugs Bunny y otros de su calaña andasen sueltos por Los Ángeles, dicha ciudad no aguantaría ni dos días en pie) alude a asuntos muy aplicables al Hollywood de los años 50. Y, si nos ponemos, también al de ahora.

Los Cazafantasmas (Ivan Reitman, 1984)

Los monstruos son... Pues eso: fantasmas. Y también los humanos que les persiguen.

Y el mundo es... Harold Ramis y Dan Aykroyd, padres putativos de esta película, ambientaron su primer guión en un futuro donde los cazadores de ectoplasmas serían tan comunes como los bomberos o los policías en la actualidad. Por desgracia, o por suerte, dicho argumento fue modificado debido a la falta de presupuesto, pero quedó lo esencial: en lugar de turbios hechiceros o exorcistas con sotana, los héroes de este filme son honrados profesionales que pagan sus impuestos, negocian con los funcionarios del ayuntamiento y coleccionan esporas, mohos y hongos. Ahora bien, si nos preguntan si Bill Murray es una criatura del Más Allá, pues ahí...

Hechizo letal (Martin Campbell, 1991)

Los monstruos son... Otra vez los brujos y las brujas, pero con un toque noir

Y el mundo es... El futuro director de La máscara del Zorro y Casino Royale (bueno, y también de Linterna Verde) se marcó una de las joyas ocultas más reivindicables que llegaron a España en VHS. Esta producción de HBO nos presenta a Harry P. Lovecraft (Fred Ward), duro detective privado que investiga el robo de un libro de hechizos (sí, se trata del, Necronomicón, ¿cómo lo habías adivinado?) en un Los Ángeles donde la magia abunda. Y no nos referimos a la del cine, precisamente. La saga del investigador Lovecraft prosiguió con El sello de Satán (1994), secuela que pese a contar con Paul Schrader como director y Dennis Hopper en el rol protagonista, resultó mucho más floja.

True Blood (serie, 2008-...)

Los monstruos son... Vampiros ligones y algo guarretes

Y el mundo es... Aunque los enfoques más modernos prefieran verles como una camarilla secreta y superpoderosa (algo así como el FMI, pero con colmillos), los vampiros nacieron para la literatura y el cine con unas implicaciones mucho más carnales. De modo que debemos estar agradecidos a Charlaine Harris (novelista) y Alan Ball (guionista) por resucitar ese enfoque fornicatorio: en este show, los nosferatus salen del armario cual minoría sexual y social, algo que nos procura grandes momentos de intriga y emoción. Y, de rebote, eleva a Anna Paquin y Stephen Moyer al Olimpo de las parejas más sexys, tanto dentro como fuera de la pantalla.

Distrito 9 (Neill Blomkamp, 2009)

Los monstruos son... Alienígenas discriminados socialmente

Y el mundo es... El enfoque de Alien nación resultaba, a dos décadas vista, azucarado en demasía. De modo que, con una ayudita de Peter Jackson, el sudafricano Blomkamp le dio una vuelta de tuerca que creó escuela en la ciencia-ficción contemporánea: todo el mundo sabe que los aliens han llegado a la Tierra, sí, pero en lugar de en una integración pacífica e igualitaria, su llegada les reduce al estatus de refugiados, mirados con desprecio y encerrados en miserables barrios de chabolas. Ante tan negro panorama, uno se alegra cuando Sharlto Copley (funcionario perdulario) recibe el peor castigo posible para un individuo racista, gracias a un poco de ADN.

Bitelchús (Tim Burton, 1988)

Los monstruos son... Fantasmas con mucha cola por delante

Y el mundo es... Salvo por Winona Ryder, más mona y más gótica que nunca, está claro que los espectros no se mueven por ahí como si nada en el primer éxito de Tim Burton. Entonces, ¿por qué incluimos esta película? Sencillo: por su visión de un Más Allá burocratizado y lleno de normas, escritas en folletos tan liosos que más bien parecen las instrucciones de un tocadiscos. Basándose en clásicos como A vida o muerte (1946), Bitelchús aborda las postrimerías con una doble dosis de humor negro, incluyendo detalles tan memorables como el castigo para los suicidas (convertirse en funcionarios) o esas oficinas que, más que al cielo o al infierno, recuerdan al INEM. Sólo nos queda desear que la secuela valga la pena.

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