Eartha Kitt: Catwoman y 'gatita sexual' repudiada por la Casa Blanca

La primera mujer afroamericana que interpretó a Catwoman fue una artista alabada por Orson Welles pero que Lyndon B. Johnson quiso condenar al ostracismo.
Eartha Kitt
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Cinemanía
Eartha Kitt

Podría decirse que la corrección política nunca fue el punto fuerte de la genuina Eartha Kitt. Allá por enero de 1968, en pleno mandato del excéntrico Lyndon B. Johnson, la actriz fue invitada un día a un banquete en la Casa Blanca. Tras pensárselo un poco, aceptó acudir a la protocolaria cita a regañadientes. Una vez allí, descubrió que ya simplemente el tema central de la cena resultaba un tanto espinoso: '¿Por qué hay tanta delincuencia juvenil en las calles de América?'.

En un momento dado de la velada, Kitt le preguntó al presidente cómo lidiaba él con los padres delincuentes. "¿Qué hace con todos aquellos que tienen que trabajar y están demasiado ocupados como para cuidar de sus hijos?", le soltó sin titubeos. Johnson, sorprendido por la pregunta, intentó salir del paso comentando que su equipo y él acababan de "aprobar un proyecto de ley del Seguro Social que otorga millones de dólares a las guarderías", y después abandonó aquel comedor.

Un ratito más tarde, la esposa del presidente se puso a divagar delante de sus invitadas —varias decenas de mujeres pertenecientes principalmente a la flor y nata de la sociedad— y a comentarles cómo pensaba embellecer Estados Unidos. 

Kitt andaba ya de los nervios, y cuando al fin tuvo el turno de palabra no pudo evitar darle su opinión sobre la terrible Guerra de Vietnam: "Ustedes están enviando a los mejores de este país a que les fusilen y mutilen. No es de extrañar que los niños se rebelen, tomen marihuana y se droguen. No quieren ir a la escuela porque les van a arrebatar a sus madres para que les disparen en Vietnam".

La primera dama de Estados Unidos, cuya cara palideció de repente, le contestó con voz temblorosa alguna patochada a la actriz (y seguramente maldijo en silencio). Al día siguiente, muchos medios se hicieron eco del embarazoso momento, y no pocos pusieron a parir a Kitt por su descaro y osadía. 

Pero lo peor estaba aún por llegar. Repentinamente, todos sus bolos y actuaciones fueron canceladas. Por otro lado, el FBI se puso a investigarla, y la CIA llegó a describirla como "una ninfómana sádica".

Totalmente condenada al ostracismo, a la pobre no le quedó otro remedio que exiliarse por unos años en el extranjero para poder subsistir profesionalmente. “Lo que duele, que luego se convierte en indignación, es darse cuenta de que si dices la verdad, en un país que dice que tienes derecho a decir la verdad, te abofetean y te dejan sin trabajo", confesaría la estadounidense bastantes años más tarde.

¿Pero quién era Eartha Kitt?

Eartha Kitt
Eartha Kitt

Aquel accidental episodio no desanimó tampoco demasiado a la de Carolina del Sur, acostumbrada desde pequeña a ir siempre a contracorriente. La actriz y cantante de jazz —hija de una aparcera de ascendencia afroamericana y cherokee— tuvo una infancia complicada. Siendo una niña, se vio obligada a trabajar en una plantación de algodón y vivió con lo justo. 

Tampoco le fue mucho mejor durante sus años de adolescencia, ya que su madre la envió a vivir con su tía Marnie al neoyorquino barrio de Harlem cuando solo tenía nueve años. Aunque asistió durante un tiempo a la High School of Performing Arts, la relación con su tía —de quien llegó a pensar que era su madre biológica— tampoco fue sencilla.

A los 15 años, Kitt dejó definitivamente el colegio para trabajar en una fábrica de Brooklyn y, siendo aún menor de edad, se vio durmiendo en casas de amigos y estaciones de metro. Pero la joven vio luz al final del túnel después de que un amigo suyo la animase a presentarse a una audición para entrar en la compañía de danza de Katherine Dunham. 

Así, en poco tiempo logró salir de la pobreza cantando y bailando en el Dunham Dance Group, con cuyos espectáculos recorrería las principales capitales europeas y llegaría incluso a actuar ante la familia real británica. Después, Kitt optó por emprender una carrera solista que la llevó a triunfar en un conocido cabaret parisino, y a convertirse en una especie de celebridad en el Viejo Continente gracias a canciones como C’est Si Bon y Love for Sale.

Kitt se dio a conocer también en América tras participar en Broadway en la revista musical New Faces of 1952. Con el tiempo, la autoapodada 'gatita sexual' trabajaría en varios espectáculos musicales más y grabaría algunos discos, erigiéndose en figura legendaria del jazz americano gracias a su particular forma de interpretar las canciones, algo que con los años inspiró a otras grandes de la música como Diana Ross, Janet Jackson y Madonna. La 'ambición rubia', por cierto, grabó en 1987 una versión de su temazo navideño Santa Baby aunque, con el tiempo, Kitt sacó a pasear su orgullo refiriéndose a sí misma como 'la primera material girl'.

La versátil artista se convirtió en los años cincuenta en una conocida actriz tras aparecer en filmes hollywoodienses como La marca del halcón (1957), donde compartió créditos con Sidney Poitier, o el musical biográfico St. Louis Blues (1958), en el que interpretó a la protagonista femenina del filme y chupó cámara junto al cantante y pianista Nat 'King' Cole. También la televisión le proporcionó cierto dinero y popularidad a la actriz, que en 1960 recibió una estrella en el Paseo de la Fama, y logró su primera nominación al Emmy tras aparecer cinco años después en la serie Yo, espía. 

Aunque puede que su gesta televisiva más recordada consistiera en convertirse en la primera mujer afroamericana en interpretar el papel de Catwoman tras aceptar una oferta para sustituir a Julie Newmar en la última temporada de la mítica serie sesentera de Batman protagonizada por Adam West.

Para muchos, las curvas de Kitt y su insinuante voz la llevaron a convertirse en una de las primeras sex symbols afroamericanas. El mismo Orson Welles, que la contrató para que actuara en un montaje teatral de Fausto que puso en pie en París, llegó a describirla como "la mujer más excitante del mundo". 

Pero, a pesar de su gran atractivo, Kitt pasó la mayor parte de su vida soltera. Su felina sensualidad la llevó a mantener breves romances con tipos poderosos como el magnate de los cosméticos Charles Revson o el heredero bancario John Barry Ryan III, aunque el único hombre que consiguió llevarla al altar, en 1960, fue el desarrollador inmobiliario Bill McDonald, con quien tuvo una hija y del que se separaría un lustro más tarde. 

7 vidas tiene una gata

Curiosamente, Kitt pasó la mayor parte de su vida sin tener clara su edad, y estuvo celebrando su cumpleaños el 26 de enero hasta bien entrada en la madurez. De hecho, aquel misterio no se resolvió hasta que retó a un grupo de estudiantes de su ciudad natal a tratar de localizar su certificado de nacimiento, que acabó apareciendo y reveló al fin su verdadera fecha de nacimiento: el 17 de enero. 

En 1978, tras pasar una década residiendo principalmente en Europa a raíz de su mencionado incidente con Lady Bird Johnson, Kitt fue recibida nuevamente en la Casa Blanca por Jimmy Carter, quien entonces llevaba poco tiempo al mando del país. Aquel gesto coincidió ademas con su triunfal retorno a Broadway, con un papel protagonista en la producción original del musical Timbuktu!, que permaneció en la cartelera del teatro Mark Hellinger durante más de seis meses y le granjeó su primera nominación al Tony.

Podría decirse que, a partir de ahí, Kitt decidió que ya podía permitirse el lujo de hacer de su capa un sayo. Entre otras cosas, hizo sus pinitos en el mundo de la música dance y llegó a petarlo en 1984 con el tema Where Is My Man. Ese año la pusieron a parir (para variar un poco) por hacer una gira por Sudáfrica, aunque ella se defendió de sus moscas cojoneras explicando que ese tour se realizó específicamente para espectadores integrados y que ayudó a construir escuelas para niños negros. 

También escribió y publicó en 1989 la tercera de sus autobiografías —I’m Still Here: Confessions of a Sex Kitten— y, además, se reinventó prestándole su voz a la malvada Yzma en el clásico de Disney El emperador y sus locuras (2000).

Kitt, que se mostró siempre coqueta sobre el escenario y bastante más tímida fuera de él, siguió actuando en películas, series y musicales en los noventa y los dos mil. Por su parte, la artista más versátil que ha parido Estados Unidos conservaría su cuidada figura —a base de hacer ejercicio— y su fantástica voz hasta el final de sus días. 

Es más, no perdió ni un ápice de su popularidad hasta el momento de su muerte, que se produjo en su casa de Connecticut el día de Navidad de 2008, a consecuencia de un cáncer de colón. Como ella misma comentó en una ocasión: "Soy huérfana. Pero el público me ha adoptado y esa ha sido mi única familia".

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