Descenso a segunda: las 10 peores secuelas directas a dvd

Cuando el presupuesto falla, el éxito no ha sido mucho o las sagas se alarga demasiado, las segundas (y terceras, y cuartas) partes salen de las salas y se van al videoclub.
Descenso a segunda: las 10 peores secuelas directas a dvd
Descenso a segunda: las 10 peores secuelas directas a dvd
Descenso a segunda: las 10 peores secuelas directas a dvd

Hay secuelas buenas (algunas). Hay secuelas malas. Hay secuelas muy malas... Y luego están las otras, esas que no llegan a los cines. Si acostumbras a visitar los videoclubes de tu pueblo o ciudad, suponiendo que en tu pueblo o ciudad aún haya de eso, seguro que sabes de lo que hablamos: son las secuelas directas a dvd... Y entre ellas se esconden productos tan, pero tan cuestionables, que incluso nuestro Crítico de Mierda tendría problemas para hacer chistes a su costa. Con gran riesgo para la salud de nuestros ojos, en CINEMANÍA hemos seleccionado los 'mejores' exponentes de esta práctica tan poco recomendable, y tan habitual cuando de estirar viejos éxitos se trata.

Donnie Darko, la secuela (2009)

¿Por qué es tan horrible? Si el original dirigido por Richard Kelly en 2001 ha pasado a la historia por su combinación de fantasía y drama teen (y por servir de escaparate a un Jake Gyllenhaal alevín), esta continuación ha quedado olvidada por carecer de todo fuste. Nota importante para productores: cuando un filme debe su atractivo a su condición de indescifrable, tratar de añadir más elementos a la historia es un dislate.

American Psycho 2 (2002)

¿Por qué es tan horrible? Subtitulada, con gran originalidad, El legado de Patrick Bateman,  American Psycho 2 cambiaba al siempre excesivo (y cotizado) Christian Bale por nada menos que Mila Kunis, desconocidísima pero ya curvilínea. Hasta ahí, bien. Pero, más allá de lo absurdo de su mera existencia (si has visto el original, entenderás de qué hablamos), lo malo llegó cuando vimos su forma de regurgitar la brillante sátira del original en forma de slasher universitario.

Crueles intenciones 3 (2004)

¿Por qué es tan horrible? Cuando de secuelas se trata, no suele fallar la "ley de la conservación del reparto": si ninguno de los actores del filme original repite en la continuación, malo malo. Tal cosa ocurría en Crueles intenciones 2, una precuela en la que no le vimos el pelo ni a Sarah Michelle Gellar, ni a Ryan Philippe, ni a Reese Whiterspoon. Pero el despiporre definitivo llegó en esta continuación, también centrada en el arte de la seducción postpúber, pero cuya única conexión con el original era... ¡El título!

Ace Ventura Jr. (2009)

¿Por qué es tan horrible? Básicamente, porque lo único que valía la pena de las dos entregas originales (1994 y 1995) era la delirante comicidad de Jim Carrey. Pero, 14 años más tarde y con una serie de animación bastante maja para cubrir huecos, ¿necesitábamos este engendro, que combinaba lo peor de la secuelitis con lo peor del subgénero "secuela con niño"? Pues, más o menos, lo mismo que necesitábamos El hijo de La Máscara. Por ejemplo.

American Pie presenta Band Camp (2005)

¿Por qué es tan horrible? La pregunta, mejor formulada, sería: "¿Por qué hemos escogido Band Camp en lugar de American Pie: Una fiesta de pelotas (2006) o American Pie presenta Fraternidad Beta (2007), las otras dos secuelas en dvd de la saga salidorra y repostera?". Pues porque esta continuación denigra, devalua y explota vilmente el mejor chiste del filme original, cuando Allison Hannigan nos confesaba cómo había sido su primera experiencia sexual. Esperemos que American Reunion se deje de pitos y flautas y vuelva a poner las manos en la masa.

Unas rubias muy legales (2009)

¿Por qué es tan horrible? Parece que no era bastante con las dos aventuras de Reese Whiterspoon como pija fashionista metida a abogada. Ahora son las gemelas  Milly y Becky Rosso quienes se convierten en sendas pijas fashionistas (e inglesas, por añadidura) metidas a abogadas californianas. Para colmo, la propia Whiterspoon ejerce como productora del engendro. ¡Protestamos, señoría!

Doctor Dolittle 3 (2006)

¿Por qué es tan horrible? Otra receta habitual en la creación de secuelas cutres: toma a un personaje secundario del original (aquí, Kyla Pratt, presunta hija de Eddie Murphy) y, aprovechando que cobrará menos que la estrella de turno, úsalo como suplente para contar la misma historia ad nauseam. Menos mal que el spin off Dr. Doolittle: Million Dollar Mutts no llegó a tener (que sepamos) distribución en España, porque de haber sido así nuestro amor por los animales habría sufrido un severo golpe.

Solo en casa 4 (2002)

¿Por qué es tan horrible? Estrenada en 1997, con Macaulay Culkin fuera de juego y el guionista John Hughes (sí, el director de Todo en un día) dilapidando lo que le quedaba de talento, Solo en casa 3 fue un pequeño batacazo doméstico. Cinco años más tarde, unos productores espabilados compraron los derechos para TV de la franquicia, y elaboraron este telefilme como episodio piloto. Afortunadamente, el show nunca llegó a rodarse.

Inspector Gadget 2 (2003)

¿Por qué es tan horrible? Sólo hay algo más penoso que rodar la secuela de un filme que se estrelló en taquilla: rodar dicha secuela sin ninguno de los actores de la original (lo sentimos por los fans de Matthew Broderick), en formato directo a dvd y con unos efectos visuales que dejan a los de la primera entrega a la altura de los de Avatar. Desgraciadamente, el código penal no contempla penas para los responsables de horrores como este.

Bambi 2

¿Por qué es tan horrible? Admitámoslo: Bambi 2 tenía que salir. No sólo porque fuese la secuela más tardona de la historia, ni tampoco porque fuese realizada con un pretexto, cuanto menos, discutible. Si hemos incluido en este informe la segunda aventura del cervatillo es para usarla como ejemplo de esas secuelas directas a vídeo en las que Disney se prodigó durante una década larga, y que nos ofreció joyas tales que El jorobado de Nôtre Dame 2, El rey león: las aventuras de Timon y Pumbaa, La Cenicienta 2, La Dama y el vagabundo 2 y otros muchos, muchísimos bodrios. Menos mal que John Lasseter acabó con esta costumbre en cuanto se puso al frente del chiringuito.

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