[Crónica Sitges 2011] Polémicas lingüísticas y disparate licántropo

El doblaje al catalán de algunos diálogos de 'Eva', la ubicuidad de Daniel Brühl y la presencia de Michael Biehn, el primer Terminator, protagonizan las conversaciones. Por TONI VALL
[Crónica Sitges 2011] Polémicas lingüísticas y disparate licántropo
[Crónica Sitges 2011] Polémicas lingüísticas y disparate licántropo
[Crónica Sitges 2011] Polémicas lingüísticas y disparate licántropo

Amaneció el viernes en Sitges con el ambiente algo revuelto por culpa de una polémica algo absurda pero comprensible. Desde el taquillero al que reparte los periódicos, desde el portero del hotel a bloguero más dicharachero, nadie entendió el desaguisado de la versión doblada de Eva, que se proyectó en la inauguración oficial para asombro de la concurrencia. Resulta ser que en ella, Daniel Brühl habla en castellano con su hermano y su ex novia y utiliza el catalán para comunicarse con Eva, la adolescente que atormenta sus sueños. Se utiliza además el doblaje al catalán en algún personaje secundario mientras que otros hablan en castellano, el idioma original de la película. Una incongruencia que no tiene ningún sentido. Se supone que por aquello de las suspicacias y los politiqueos se optó por dar forma a tan descomunal chapuza. Y los comentarios de ayer por los pasillos del Melià eran bastante divertidos. Una lástima que fuera éste el tema de conversación y que desdibujara el placentero poso dejado en la concurrencia por la buena peli de Kike Maíllo.

Claro que, pensándolo bien, la polémica fue un mal menor para el propio festival. Hubiera resultado todavía más surrealista que los corrillos estuvieran copados por encendidas conversaciones sobre Lobos de Arga, tercera película de Juan Martínez Moreno tras las irregulares pero solventes Dos tipos duros y Un buen hombre. El director se ha pasado al terror con un cuento licantrópico sin pies ni cabeza protagonizado por tres mendrugos de aúpa (a los que dan vida esforzadamente Gorka Otxoa, Carlos Areces y Secun de la Rosa) ocupados en sobrevivir en un pueblo infestado de hombres lobo. Unos efectos especiales aceptables (siendo generoso) no bastan para que se olvide uno del festival de disparates y la retahíla de situaciones cogidas por los pelos que se acumulan a lo largo del hinchado metraje. La alegría llegó al final, cuando todavía atolondrado por el vaivén de memeces vistas en pantalla, me crucé a la salida del ascensor con el gran Michael Biehn. Sí, el protagonista de Terminator está en Sitges para acompañar The Victim, la peli que dirige y protagoniza, una festiva sexplotation, un carnaval de pechugonas y derrames de sangre que tan bien combina con los gustos del sibarita.

No diga Daniel Brühl diga ubicuidad. El actor parece estar en todos sitios. Es una estrella atípica. Cercano y amable, todo el mundo –en especial la gran Núria Costa, responsable de prensa de Eva- lo califica, además, de alucinante máquina de trabajar. No importa que esté dando entrevistas durante diez horas casi seguidas. Nunca tiene un no ante una petición imprevista, la llamada intempestiva de un programa de radio o un autógrafo a vuelapluma. Además de la peli de Maíllo, ayer Brühl apareció en pantalla gracias a Intruders, que hoy mismo llega a nuestras pantallas. Recuerda uno con cariño el debut de Juan Carlos Fresnadillo con la sorprendente y muy adulta Intacto y también la madurez de 28 semanas después, mucho más que una mera secuela. Sabe mal que Intruders sea tan fría, desangelada y sobretodo que esté archivista y no pase de ser la prima pequeña de un relato de Shyamalan. Mañana más, que llega Mientras duermes...

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