[Crónica In-Edit 2012] Músico blanco, corazón negro

Paul Simon protagoniza la segunda jornada del In-Edit con 'Under African Skies', documental que rememora la grabación de su álbum 'Graceland'. Por ORIOL RODRÍGUEZ
[Crónica In-Edit 2012] Músico blanco, corazón negro
[Crónica In-Edit 2012] Músico blanco, corazón negro
[Crónica In-Edit 2012] Músico blanco, corazón negro

Tarde lluviosa la de la segunda jornada del Festival In-Edit. La sala está medio vacía, así que no tengo que pelearme por lograr una butaca junto al pasillo en las filas intermedias. Se cierran la luces y aparece en pantalla Ezra Koenig. Con su pinta de niño bien, casi repelente, del Upper East Side propia de uno los protagonistas de Gossip Girl, admite abiertamente que Graceland de Paul Simon ha sido una influencia básica para modelar el sonido de su grupo, Vampire Weekend, uno de los mayores hypes que ha proporcionado últimamente el rock ¿independiente? Y es que, acostumbrados como estamos por estos lares a asociar la figura de Paul Simon a puentes sobre aguas turbulentas casi obviando todo lo que produjo posteriormente, la séptima referencia en solitario del antiguo socio de Garfunkel se presume como una obra capital en la historia de la música popular contemporánea. Una prodigiosa avanzadilla de la años después tan manida mezcolanza de ritmos pop y étnicos.

Retrocedemos a 1985. Alguien le pasa al autor de Mrs. Robinson una cinta de casete. En la cara b, escondida, una canción de un desconocido grupo surafricano. Mesmerizado por lo que ahí escucha, Simon decide hacer las maletas y marcharse a Johannesburgo a grabar su siguiente disco. Obvia el músico norteamericano que es justo entonces cuando el régimen del apartheid azota con más crueldad que nunca las calles del estado africano, motivo por el cual la ONU ha decretado un bloqueo militar, educacional, deportivo y cultural internacional contra el gobierno racista. Un boicot que, en parte por ignorancia, en parte por creer que los artistas no deben regirse por las normas impuestas por la clase política, Simon desoye, encerrándose en el estudio con algunos de los mejores músicos surafricanos negros, algo, por otro lado, totalmente inaudito y casi imposible de concebir por aquel entonces. Doce días de grabaciones que acabarán por trazar un disco, Graceland, sublime, perfecta simbiosis entre ese pop afolklado de Simon y las tradicionales melodías africanas; pero con el que también se ganará la enemistad del Congreso Nacional Africano, actor principal en la defensa por los derechos de la población negra, que entiende Graceland (más cuando su autor ha hecho caso omiso al boicot) como un acto individualista en detrimento de la lucha colectiva.

Celebrando el pasado 2011 el 25 aniversario de su publicación, Paul Simon regresa a Sudáfrica acompañado de Joe Berlinger, notable documentalista autor de cintas imprescindibles como la serie Paradise Lost (tres filmes que reconstruyen la historia de los brutales asesinatos acontecidos en 1993 en un pequeño pueblo de Arkansas en 1993, de los que fueron acusados adoleciendo de pruebas, más allá de su pasión por el heavy metal, los tres jóvenes que acabarían siendo conocidos como The West Memphis Three) y el celebérrimo Metallica: Some Kind of Monsters. En una nueva muestra de su talento tras la cámara, el objetivo de Berlinger es testimonio del emotivo reencuentro de Simon con los músicos locales que le acompañaron en aquella aventura, pero también de la cicatrización de viejas heridas y la reconciliación entre el de Nueva York y aquellos que vieron en la grabación de Graceland una traba para alcanzar la libertad.

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