¿Cómo se rueda una buena película de acción?

Una escena de 'Nadie'
Cinemanía

Cuando Quentin Tarantino, un director de muchos géneros, presentó Kill Bill Vol. 1, dijo:

“Para mí el cine de acción es el cine por excelencia”.

Si es o no la acción el mejor género cinematográfico, o la esencia de este arte, es algo que le corresponde decidir a quienes hacen cine, porque para nosotros, los espectadores, es suficiente con ir a una sala, o encender la tele en casa, ponernos una película con muchas hostias, tiroteos, persecuciones y bien de cosas explotando para flipar.

Y ahí está lo difícil, en flipar. Desde los 90, una edad dorada del género de acción donde podríamos poner Misión Imposible como la película cumbre, hasta hoy y pasando por la revolucionaria Matrix que inauguró una nueva era o las repetitivas cintas superheroicas que llevamos tragándonos (con muchísimo gusto, ojo) durante más de dos décadas si contamos el estreno de X-Men como el año cero, ya estamos un pelín sedados de tanto fuego artificial.

Pero de repente estrenan en cines Nadie. Una película de acción de trama bien sencilla pero rodada con un pulso apoteósico y claro: uno la ve y dan ganas de celebrar este género que tanto amamos. Qué manera de rodar la acción, qué manera de atrapar al espectador y qué manera de producir gozo.

Todo lo contrario le ocurre a otro estreno, este en prime video, titulado Sin remordimientos. Una película con muchísimos tiroteos y explosiones basada en una novela de Tom Clancy que hace aguas y es lo que no puede ser ninguna película de ningún género: aburrida.

Porque el género de acción casi siempre menospreciado por la crítica y los premios y sin embargo amado por el gran público como una de las mejores formas de deleite es complicadísimo de hacer bien. De ahí que Tarantino, un intelectual de la serie B y de las artes marciales, lo considere el culmen del disfrute narrativo tanto para el que lo hace, como para el que lo ve. 

Una escena de 'Kill Bill vol. 1'
Cinemanía

El dinamismo de la cámara en mano

Para una toma de acción la cámara en mano debería ser la primera opción del realizador por dos motivos, es más dinámico y el efecto para el espectador es de una inmersión total haciéndole parte de la acción.

Sin embargo, y como ocurre a menudo con los directores que aman las filigranas con la cámara, es común encontrarte con secuencias rodadas con cámara en mano o steadicam que no aportan absolutamente nada a la historia.

Hay que saber elegir el momento y sobre todo no exagerar, que hable la acción o la propia historia. Las escenas que son inestables, son molestas, así que rodarlas sin ningún motivo es aparte de inútil un castigo para la audiencia. Y este sopor que se puede evitar gracias a un buen operador de cámara que sepa aprovechar el movimiento natural del actor que está corriendo, saltando, disparando...

Un ejemplo de cómo rodar a la perfección con cámara en mano una secuencia de acción es este famoso plano secuencia de Hijos de los hombres

Que no se vean los trucos

En nofilmschool explican cómo hacer que un sujeto en movimiento parezca más rápido o más lento a través de movimientos de cámara y también colocando objetos o personajes en primer o segundo plano en una toma de acción.

“Si colocas objetos inmóviles frente al sujeto en movimiento parecerá moverse más rápido”. Este es el truco, claro, lo difícil aquí es rodarlo sin que se note… Como en esta primera secuencia de la explosiva Baby Driver

Buenos actores de acrobacias

John Wick llegó a nuestras vidas en 2014 y reventó nuestras ansias de volver a disfrutar del mejor cine de acción posible. Una de las sagas más físicas que existen con las mejores coreografías de cuerpo a cuerpo que se hayan hecho jamás.

The New York Times hizo hace un par de años un maravilloso reportaje en el que el director de la franquicia, Chad Stahelski, diseccionaba algunas de las mejores secuencias de acción de los tres capítulos de John Wick.

Y hay un común denominador en muchas de estas secuencias que tiene que ver con la importancia de los actores de acrobacias. Por ejemplo, en esta portentosa secuencia de John Wick: Pacto de sangre en la que el protagonista se enfrenta a Cassian, primero comienzan un tiroteo a quemarropa después de que el éste atropelle a John Wick.

“Sometimos a Common a un entrenamiento con armas de fuego y artes marciales. Durante tres meses simplemente vivió la vida de un actor de acrobacias”, comenta el director.

Pero la mejor parte llega cuando los dos empiezan a rodar por las escaleras en otro plano maravilloso de Roma donde el director sí que usó a dobles y dónde de hecho dejó parte del audio de los hombres animándome mientras caían rodando.

La puesta en escena

Hay una escena en Sicario que podría ser perfectamente una de las mejores escenas de acción de la última década gracias a la puesta en escena.

La cámara que está dentro del coche y que aprovecha los encuadres de las ventanas y los retrovisores y que al final de la escena resulta ser clave para el personaje de Emily Blunt que pasa de ser testigo a parte de la acción cuando con un sencillo gesto se mueve de su sitio al sitio en el que hacía unos instantes estaba Benicio del Toro, la reencarnación del mal en esta película (un mal que todos aceptamos y con el que convivimos).

La posición de cada elemento en esta escena: los traficantes empuñando las armas por debajo de las ventanas, los vendedores de souvenirs, los soldados y agentes de la CIA apuntando a través de las ventanas y en mitad de ese atasco donde se puede sentir la densidad del aire la convierten en un auténtico deleite para cualquiera que disfrute de una buena descarga de adrenalina. 

Cómo usar las tijeras

Y llegamos a la sala de edición donde la acción cobra sentido.

El poder narrativo de la edición es importante en cualquier género cinematográfico, pero en la acción es vital ya que le da coherencia, ritmo y sentido a cada puñetazo, tiro, persecución o explosión. Con una buena edición se evitan los dos grandes problemas: que la escena sature al espectador y este no entienda nada de lo que está ocurriendo o que, por el contrario, aburra y se pierda el interés.

La clave está en el número y la duración de los cortes con los que se monta una película de acción. Lo que importa es la efectividad de la escena, sin florituras. Cuanto más seco y directo sea el trabajo de edición, mejor para evitar que la artificialidad pueda sobresalir demasiado.

En este arte colaborativo que es el cine hay trabajadores tan brillantes y tan concienzudos como Eddie Hamilton y Jon Harris, editores de esta divertidísima secuencia de acción que ya es casi mítica para los amantes del género:

Puedes contar 23 cortes que estos dos profesionales realizaron entre zooms de cámara, rotaciones, bloqueo de los actores.

Nadie, influenciada directamente por la saga de John Wick está rodada que da gusto, es sencilla en su propuesta y tiene un actor en estado de gracia. Perfecto cine de acción, nuestro género favorito (y el de Tarantino).