[Berlín 2014] Edward Berger y Yann Demange presentan candidatura

La sesión intensiva de Sección Oficial a Competición se salda con saldo satisfactoriamente positivo. ‘Jack’ nos deja solos ante una infancia en peligro; ‘71’ directamente nos deja solos ante el peligro. Por VÍCTOR ESQUIROL
[Berlín 2014] Edward Berger y Yann Demange presentan candidatura
[Berlín 2014] Edward Berger y Yann Demange presentan candidatura
[Berlín 2014] Edward Berger y Yann Demange presentan candidatura

¿Qué nos tenía preparado hoy la alfombra roja? Una montaña rusa no apta para cardíacos. El Oso de Oro ha recibido en el Palast (ahora así) la visita del primer pack de pretendientes, y nosotros hemos empezando cogiendo altura, para luego caer en picado... para más tarde remontar el vuelo.

Por partes.

¿Cómo ha ido la subida? La Competición ha empezado con Jack, dardennesca odisea en la que un niño lucha para sobrevivir (hablamos por supuesto de la ley de la jungla) valiéndose de sí mismo, vistas las pocas alternativas que le ofrece la negligente atención de su madre. El director y guionista alemán Edward Berger sigue la estela de grandes expertos en la materia como Hirokazu Koreeda y los mencionados hermanos Dardenne, desnudando ante nuestros ojos desnudos una infancia de repente convertida en molesta carga para las generaciones adultas. El mocoso (tremendo Ivo Pietzcker) queda totalmente expuesto ante un mundo que le ve como lo que en realidad es, una patata caliente a punto de estallar. Y así avanza la película, alargando la agónica cuenta atrás, reflexionando amargamente sobre el sentido de la familia tradicional, esquivando lo sórdido (la historia se prestaba a ello) y optando por la veracidad. El control, para bien o para mal, es absoluto... pero los chavales siguen sin saberse atar bien los cordones de los zapatos. Como debe ser.

¿Y la bajada? Ha venido de manos de Rachid Bouchareb. Two Men in Town, remake del filme de 1973 de José Giovanni... remake a la vez del de 1959 dirigido por Eusebio Fernández Ardavín y Arne Mattsson, es un imperdonable despilfarro de tiempo y de potencial. Tanto detrás de las cámaras (el director se “limita” a establecer un magnético diálogo entre sus personajes y la vasta aridez de Nuevo México) como delante de ellas. La pregunta: ¿el animal nace, se hace... o se provoca? El método: inflarle los cataplines a un ex convicto (Forest Whitaker, quien debería considerar seriamente el prescindir de los servicios de su representante) y ver hasta dónde aguanta. Desgraciadamente, los testículos de la audiencia siguen el mismo proceso, hasta que, claro, ya no caben en la butaca. La culpa la tiene la torpona, reiterativa y absurda construcción de un clímax igualmente molesto. Esto y alguna que otra perla de lo más incómoda: “Si ella te quiere, te seguirá dondequiera que vayas. Las mujeres hacemos esto”, declara en una escena Brenda Blethyn. La butaca, en efecto, se queda pequeña. Enana.

¿Y el último tramo? Lo hemos encontrado en la neblinosa y granulada Belfast del año 71, convertida en 71 (elemental) en una inmensa trampa mortal. Unos soldados británicos encargados de controlar los movimientos del I.R.A. en dicha ciudad se ven atrapados entre los bandos católico y protestante (y ante el suyo propio). Puro canibalismo, y la maldita ley de la jungla que vuelve a llamar a la puerta. El televisivo Yann Demange salta a la gran pantalla haciendo un uso exquisito de la técnica cinematográfica, para revelarse de paso como un aventajadísimo alumno del maestro Paul Greengrass. Con pulso, nervio y con ganas de zarandear a lo bestia tanto a la Historia como al patio de butacas. Su particular y agotador (en el buen sentido) descenso a los infiernos podría convertirse perfectamente en un nuevo y potentísimo referente del cine bélico y, por qué no, del social.

¿Con quién nos hemos peleado hoy? Con uno de los encargados de seguridad del Berlinale Palast, recinto en el que, un año más, sigue ejerciéndose una tiránicamente aleatoria dictadura del “control de equipaje”.“Usted, el del equipo para subir el Everest, pase, por favor... USTED, el de la mochila, ¡quieto parado!”. Por segundo día consecutivo: “¿¡Por qué yo!?” Cualquier discusión es inútil. Las charlas distendidas, por el contrario, son bienvenidas. “¿Por casualidad no llevará ahí dentro alguna cámara y/o micrófono?”; “Pues la verdad es que no.”; “¿De verdad?”; “De verdad de la buena.”; “Pues adelante, caballero. Disfrute de la proyección.” En fin...

¿Cómo hemos superado el disgusto? Comiendo, por supuesto. Del centro comercial al lado del Palast sale un olor capaz de colapsar, él solito, todas las arterias del cuerpo. La dosis vital de grasa viene servida en un panecillo minúsculo, donde vive un monstruoso jamón cocido cuyo pringue no se va ni cinco posteriores sesiones de agua y jabón lanzados a presión. Lo mejor, y por si ya asomaba la morriña: la carta está también castellano. “¿De verdad puedo pedirlo diciendo JAMÓN COCIDO?”; “Ja”. Y que viva la globalización.

¿Se resolvió la duda existencial? Sí, el Snowpiercer que vimos en el Cinestar era, como no podía ser de otra forma, la versión del director. Lo mejor, Bong Joon-ho nos confirmó vía Skype (larga historia, mejor extenderse mañana) que los Weinstein finalmente han cedido y que estrenarán, en todos los países donde hayan adquirido los derechos de distribución, este mismo montaje. “Esto sí, me lo creeré del todo cuando lo vea con mis propios ojos”, ha añadido después el surcoreano, quien una vez más ha demostrado no tener un pelo de tonto. ¡Ánimos!

Osómetro: El balance en la Sección Oficial a Competición de momento es excelente. Tanto Jack como 71, tanto por propuesta como por precisión en la ejecución, deberían tenerse muy en cuenta a la hora de pensar en el futuro fallo del Jurado.

CINEMANÍA en la Berlinale 2014

Crónica 1: Wes Anderson abre las puertas del Palast

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