Atlàntida Film Fest 2023 en Filmin: tres películas para una crónica francesa

Apunta estas recomendaciones del festival de cine online de Filmin que dura hasta el 24 de agosto.
'Mourir à Ibiza'
'Mourir à Ibiza'
Cinemanía
'Mourir à Ibiza'

Una violenta película de banlieue, una de banlieusards superfumados y otra con mucho encanto de un grupo de amigos de vacaciones a lo largo de tres veranos sucesivos en el Atlàntida Film Fest.

Una vez disfrutada la vertiente italiana del festival de cine online de Filmin, aquí tenemos una selección de tres películas francesas muy recomendables.

'La gravité': la 'banlieue' de los malditos

Posiblemente, los mejores exponentes del cine de banlieue sigan siendo Dheepan, la criticada Palma de Oro de Jacques Audiard, y la más unánimemente aclamada Bande de filles, de la indiscutible Céline Sciamma, seguidas de otras, en clave de disturbios, de las que ya tuvimos ocasión de hablar en otro artículo motivado por la actualidad. 

Póster de 'La gravité'
Póster de 'La gravité'
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Pero el subgénero está dando un giro fantástico de lo más interesante. Piénsese, por ejemplo, en La tour, de Guillaume Nicloux, vista en Sitges 2022, donde una de esas torres quedaba aislada del resto del mundo rodeada de un denso vacío negro que devoraba cualquier cosa que se aventurara en él. Inútil decir que la lucha por la supervivencia, ante la escasez de víveres, se acababa convirtiendo en una cruzada entre moros y cristianos, con el canibalismo y sacrificio humano como base ideológica.

O piénsese también en Gagarine, de Fanny Liatard y Jérémy Trouilh, rodada durante los últimos días de la maciza cité comunista del mismo nombre, ya demolida, a través de los ojos de un aspirante a astronauta soviético de piel oscura que la veía como una nave espacial a punto de despegar. A estos dos ejemplos se añade ahora La gravité, de Cédric Ido. 

Es cierto que, de entrada, causa un cierto rechazo en plan “otro que no ha entendido que el cine no es una serie de Netflix”, pero superado este escollo, la película gana enteros. Y no sólo por la colaboración especial de Hafsia Herzi, conocida entre la cinefilia como “la tía”, que nos roba un poco de corazón con cada segundo de su magnética presencia, aunque sea con un papel mínimo de la mujer de uno de los protas.

Hafsia Herzi en 'La gravité'
Hafsia Herzi en 'La gravité'
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La película se construye como un enfrentamiento entre camellos perdedores de la Vieja escuela, que se encuentran con una cité dominada por una banda de chavales con el pelo tenido de rojo, que funcionan como una comunidad, y rinden culto a los astros, pendientes de una lovecraftiana alineación de planetas que pondrá el contador del mundo que conocemos a cero. 

Aunque los chavales dan mucho miedo, también parece claro que son menos parasitarios que sus antecesores. Hay una cierta ambigüedad ahí que le anula el fantasma del maniqueísmo. Y también momentos de acción a bastonazos dignos de película coreana –incluido un momento robocop bastante divertido–, y otros de muy mal rollo que parecen citas directas de clásicos como ¿Quién puede matar a un niño? (Chicho Ibáñez Serrador, 1976) y El pueblo de los malditos (Wolf Rilla, 1965). Se pasa del "¿Por qué estoy viendo esto?" al "No puedo apartar la vista de la pantalla". Notable.

'Grand Paris': dos colgaos muy fumados

Para descomprimir, después del mal trago de La gravité, una comedia porrera a lo Superfumados o Dos colgaos muy fumados. Aunque las risas seguramente van condicionadas por el acompañamiento cannabíco del cual el espectador puede disfrutar en su casa con total libertad (en un cine se dispararían las alarmas, otra ventaja de un festival de cine online en la que no se piensa así como así), el mayor interés del primer largo de Martin Jauvat, un joven realizador de 27 años acreditado por un puñado de cortos, reside en su manera completamente nueva de filmar la banlieue, esa red de poblaciones anodinas relacionadas con el núcleo de la capital por una calamitosa red de metro y RER: al deprimente feísmo habitual le saca un brillo vitalista inusual, como si la banlieue fuese la isla del tesoro en una película de aventuras a lo Jumanji.

'Grand Paris'
'Grand Paris'
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En esta road movie de andar por casa, los protagonistas son dos chavales, uno negro (Mahamadou Sangaré) y otro medio argelino –el propio Martin Jauvat–, que se encuentran una reliquia de una civilización ignota en las obras de la nueva línea de Metro que convertirá París en una megalópolis y da título a la película. Y así empezará su peregrinaje, tratando de averiguar el origen del objeto y su posible valor económico, valorando ofertas de 20 euros, una suma que les parece de lo más apetecible traducida en kebabs.

A tono con su chandal rosa fosforito y su pelo teñido de rubio en este bromance sin futuro, Jauvat y su director de fotografía Vincent Peugnet le suben los colores a la banlieue, un poco a lo Pacifiction, El inocente o La gran juventud, en esa línea que nos hacen pensar en los efectos euforizantes del consumo de éxtasis, según los leímos en un ilustrativo manual. A falta de drogas blandas, como es el caso de este cronista, la película se mira con una sonrisa –de todos modos, ya se sabe que, hoy en día, pedir carcajadas a una comedia es de lo más reaccionario–: hay que dejarse llevar por este absurdo peregrinaje que supera con creces a los citados modelos americanos. 

A medida que van apareciendo personajes pintorescos y situaciones de lo más deliciosamente estúpidas, nunca deja de sorprendernos. Jauvat se confirma como una joven promesa a seguir muy de cerca, de los que empiezan en Acid Cannes y acaban saltando a la Quincena para luego...¿quién sabe?

'Mourir à Ibiza': People from France

Como Grand Paris, aquí tenemos otra película totalmente independiente, low-cost (no esconde sus defectos de fabricación, ni en lo digital, ni en cuanto al rodaje) y completamente fuera de la industria, incluso abiertamente proutópica, anti-individualista y antiliberal. La protagoniza una joven mochilera (Lucile Balézeaux), aspirante a actriz, que está harta de París, a lo largo de tres veranos sucesivos en los que conocerá y conservará a nuevos amigos, a través de relaciones vacilantes que se irán consolidando con formas distintas. 

'Mourir à Ibiza'
'Mourir à Ibiza'
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El primer verano lo pasa en Arlés (el coliseo cobra protagonismo), el segundo en Étretat (al Norte de El Havre) y el último, por supuesto, en Ibiza, donde conocerán a una misteriosa cantante que recuerda a Nico, fallecida precisamente en la isla balear, tras caerse con la bicicleta.

Dirigen otros tres directores debutantes, Anton Balekdjian, Mattéo Eustachon y Léo Couture, tres amigos lanzados al cine de guerrilla. Da la impresión de que simplemente decidieron irse de vacaciones con sus amigos y rodar sobre la marcha, aunque evidentemente la película está mucho más trabajada que eso. Rohmeriana hasta la médula, por muy gastado que esté el adjetivo, y con sospecha de Rozier, amén del gran Guillaume Brac como referente ineludible para la nueva generación de cineastas franceses, la película brilla por sus estupendos actores no menos debutantes, a los que vamos cogiendo verdadero cariño, a medida que pasa el tiempo y cambian de aspecto y de peinados, dudando todo el rato en su manera de relacionarse los unos con los otros.

La deriva random del paréntesis vacacional cuando tienes poco más de 20 años y todavía puede pasar cualquier cosa, impregna toda la cinta que enlaza constantemente encuentros, desencuentros y reencuentros con brillantez y encomiable ligereza, llegando en su parte final a inesperadas fugas musicales a lo Bozon. Por lo pronto, la gran sorpresa en lo que va de Atlántida. 

La timidez de los actores es irresistible, y la frescura del dispositivo, insobornable. Carente de clichés, nos ofrece dos horas de devaneos sentimentales, excursiones por los acantilados y chapuzones en el mar con una ligereza y una despreocupación sencillamente envidiables. Con películas como esta, no hace falta irse de vacaciones. Aunque también dan ganas de volver a ser joven, y de vivir todas las aventuras posibles. Una cosa no ha cambiado: en los campings sigue sonando Marcia Baila.

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