Spike Lee abrió el sobre y leyó el nombre del ganador. En la mente de casi todos estaba el nombre de Sam Mendes por 1917, pero no fue así. La papeleta, esta vez, no daba lugar a dudas. El Oscar iba a parar a Bong Joon-ho por Parásitos.
La reacción de Mendes, sabiéndose posiblemente el ganador, no pudo evitar una expresión entre la sorpresa y la decepción. Antonio Banderas ya había dicho unas pocas antes, durante el desfile de la alfombra roja, que sentirse favorito siempre aporta mayor presión. Así que el resto de nominados, Scorsese, Tarantino y Todd Phillips tenían más asumido que difícilmente la estatuilla no sería para ellos.
Las casas de apuestas ya habían avisado, el surcoreano estaba posicionado como el segundo favorito. Aunque después de haber obtenido el Globo de Oro, el BAFTA y un montón de premios más era difícil prever que se le escapara a Sam Mendes, que ya ganó uno hace veinte años por American Beauty.
Finalmente, 1917 tuvo que conformarse con tres premios: mejor fotografía, mezcla de sonido y efectos visuales. (Y la reacción de Sam Mendes al Oscar en este vídeo actualizado).
En la última década solo un director norteamericano se ha llevado la estatuilla, Damien Chazelle por La La Land en 2017 (y Kathryn Bigelow en 2010 por En tierra hostil). E inglés, al igual que Mendes, Tom Hooper (ahora recordado por ser el director de Cats) lo consiguió en 2011 por El discurso del rey.
El resto ha sido para mexicanos: Alfonso Cuarón en dos ocasiones, por Roma el año pasado y Gravity en 2014; Guillermo del Toro por La forma del agua en 2018; y Alejandro González-Iñárritu dos años consecutivos, por El renacido en 2016 y Birdman en 2015. El taiwanés Ang Lee en 2013 por la vida de Pi y el francés Michael Hazanavicius por The Artist en 2012.
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