Así ha contado el cine el horror de los orfanatos en Irlanda

Películas como 'Las hermanas de la Magdalena' y 'Philomena' ofrecen un retrato devastador de represión y malos tratos
Fotograma de 'Las hermanas de la Magdalena'
Fotograma de 'Las hermanas de la Magdalena'
Cinemanía
Fotograma de 'Las hermanas de la Magdalena'

En 2014, un descubrimiento atroz sacudió a la opinión pública en Irlanda. Y lo más espeluznante del mismo fue que no se trató de un hallazgo súbito, sino de un secreto a voces. Hablamos del levantamiento, en el municipio de Tuam, de una fosa común que contenía los restos de al menos 796 niños, todos ellos pupilos de un orfanato local regido por monjas. 

Si bien Corless se enfrentó al silencio de las autoridades durante su investigación, la historiadora ha conseguido ahora un triunfo tan tardío como irónico: siete años después del descubrimiento de los llamados 'Niños de Tuam', el gobierno irlandés ha pedido perdón oficialmente a las víctimas de un sistema dedicado a aplastar tanto a las madres solteras como a sus hijos. Según el comunicado de disculpa, este sistema habría provocado la muerte de hasta 9.000 víctimas. 

Durante estos siete años, el público irlandés ha manifestado su horror ante el caso de Tuam, reconociendo en él la punta de un iceberg formado por la presencia asfixiante de la Iglesia Católica en una sociedad que, con la complicidad del poder político, se rendía ante ella. Es posible, además, que estos sucesos lleguen al cine: en 2018, Liam Neeson declaró que produciría una película sobre estos pequeños, víctimas de un régimen constante de malos tratos y desnutrición. 

En espera de que el proyecto de Neeson dé sus frutos, ya contamos con varios filmes que permiten hacerse una idea de cómo pudo producirse semejante exterminio a plena luz del día. Todos ellos son estremecedores, en mayor o menor medida, y no dejarán indiferente a ningún espectador.  

Cárceles para 'mujeres caídas'

Para entender casos como el de Tuam, es importante recordar que, durante su lucha por la independencia, Irlanda se había configurado a sí misma en torno a la Iglesia Católica. Eje de la identidad nacional frente al invasor británico y protestante, la fe de Roma ejerció un poder incuestionable sobre la naciente república, y las llamadas 'lavanderías de la Magdalena'  eran una manifestación de ese poder. 

Presentes en la isla desde el siglo XIX, estas instituciones se dedicaban, presuntamente, a 'redimir' a las prostitutas. Pero, en la práctica, eran prisiones a las que cualquier chica podía ir a parar por quedarse embarazada fuera del matrimonio, por denunciar abusos sexuales (muchas veces cometidos por miembros del clero) o incluso por ser considerada promiscua o "demasiado guapa" por una familia obsesionada con el qué dirán. 

En 1993, el horror de las lavanderías de la Magdalena quedó en evidencia con el descubrimiento en Dublín de una fosa común que contenía los restos de 133 muchachas fallecidas durante su encierro. El macabro hallazgo estimuló la producción de Sex in a Cold Climate, un documental de 1998 en el que los testimonios de antiguas internas pintan un cuadro espeluznante. 

Encerradas a discreción de las autoridades eclesiásticas, que podían retenerlas durante el tiempo que gustasen, las jóvenes encerradas en los asilos de la Magdalena se veían convertidas en mano de obra esclava y sometidas a un régimen disciplinario brutal a manos de las monjas que regían estos híbridos de reformatorio, prisión y campo de trabajos forzados. 

Inspirada por Sex in a Cold Climate, Las hermanas de la Magdalena (Peter Mullan, 2002) resulta más impactante si cabe. Algo que no solo se debe a su recreación con pelos y señales de los abusos padecidos por sus protagonistas, sino también al hecho de que no transcurre en el pasado lejano, sino en la década de 1960. 

Como señala la película, con mucha ironía, el fin de las lavanderías de la Magdalena en Irlanda no vino dado por ninguna protesta civil o por la acción de las instituciones, sino por la popularización de las lavadoras. Por mucho que sus trabajadoras no cobrasen (y aunque su manutención rozase la pura inanidad), estos centros dejaron de ser rentables cuando la sociedad irlandesa tuvo acceso al electrodoméstico.  

Aun así, el fin de estas cárceles para chicas demasiado lento: la última de ellas cerró en 1996. Y, aunque sus reclusas quedasen en libertad, todavía había un asunto pendiente: el de los hijos que muchas de ellas habían traído al mundo fuera del matrimonio.  

Los hijos del pecado

La historia de los asilos de la Magdalena está tan llena de detalles inconcebibles para una mente cuerda que ha inspirado incluso una película de terror: en The Devil's Doorway (Aislinn Clarke, 2018), dos sacerdotes acuden a investigar un presunto milagro en uno de estos centros, descubriendo que el lugar está embrujado por los fantasmas de los niños que nacieron y murieron en él. 

Pero, sin llegar a tantas truculencias, existen otros dos títulos que pueden darnos una idea de la desprotección que afectaba en Irlanda a los niños nacidos en familias poco normativas. La primera de ellas, y posiblemente la menos recordada, es Evelyn, dirigida por Bruce Beresford y protagonizada por Pierce Brosnan en 2002. 

Inspirada por el caso real del pintor Desmond Doyle, Evelyn narra las tribulaciones de un padre que trata de recuperar a sus hijos cuando el gobierno irlandés se los arrebató tras el abandono de su esposa. 

Si bien Evelyn fue duramente criticada por supervivientes del sistema irlandés de orfanatos (según afirmaban estos, la victoria legal de Doyle no tuvo ni de lejos las repercusiones que le adjudicaba el filme), sus imágenes permiten hacerse una idea del pasado que late tras casos como el de las fosas de Tuam: ausencia casi total de cuidados, presencia constante de la religión y una mentalidad obsesionada con el castigo divino. 

Las consecuencias de ese sistema, y de esa mentalidad, quedaron expuestas de nuevo en 2013 con Philomena. La película de Stephen Frears (Las amistades peligrosas) ofreció una mirada al pasado oscuro de Irlanda mediante la historia de una mujer (Judi Dench) que, tras haber pasado su juventud presa en una lavandería de la Magdalena, busca a un hijo al que nunca conoció con la ayuda de un periodista (Steve Coogan, también coautor del guion). 

Nominada a cuatro Oscar y ganadora del BAFTA al mejor guión adaptado, Philomena narra un caso real registrado por el escritor Martin Sixmith. Y, aunque tanto el libro original como la película se tomaran muchas libertades con la auténtica historia, su estructura de road movie y la química entre Dench y Coogan ayudaron a concienciar al público sobre una verdad muy incómoda. 

Porque todas estas películas, combinadas con los datos estremecedores sobre las fosas de Tuam, deberían dejar clara una conclusión evidente: cuando la fe y los prejuicios se imponen sobre la dignidad humana, lo que obtenemos son historias de terror vividas por personas reales. Y, en el peor de los casos, también fosas comunes. 

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