Actores sin cara: 10 intérpretes monstruosos a los que no reconocerías

Hace 55 años, Bela Lugosi entró en su ataúd por última vez. En su memoria, recordamos a titanes del cine que se maquillaron y desfiguraron para llegar al estrellato. Por YAGO GARCÍA
Actores sin cara: 10 intérpretes monstruosos a los que no reconocerías
Actores sin cara: 10 intérpretes monstruosos a los que no reconocerías
Actores sin cara: 10 intérpretes monstruosos a los que no reconocerías

Todo ocurrió en Los Ángeles, el 17 de agosto de 1956. En medio de un calor infernal, los empleados de una funeraria cualquiera preparaban para el entierro a su último 'cliente', un anciano de origen extranjero muerto de un ataque al corazón, y con signos evidentes de adicción a la morfina. Cuando la familia del difunto les entregó su mortaja, una elegante capa forrada en terciopelo rojo, todos cayeron en la cuenta de que este no era otro que Drácula. Es decir, Bela Lugosi, el actor húngaro que cayó en el más absoluto olvido tras dar vida al rey de los vampiros en 1931.

El caso de Lugosi, devorado por su propia caracterización, es muy extremo, pero no es único en la historia de Hollywood. Como él, muchos otros intérpretes han alcanzado este paradójico estatus. Todos les hemos visto en infinidad de películas, les queremos y les admiramos... Pero, si nos cruzásemos con ellos por la calle, apenas seríamos capaces de reconocerles: acostumbrados a sus álter egos monstruosos, sus verdaderos rostros nos resultan ajenos. Desde los días del cine mudo hasta la actualidad digital, pasando por la época dorada de la serie B y los cines de barrio, estos son nuestros 10 actores sin cara. O, si lo prefieres, con muchas caras.

Bela Lugosi

Su rostro: Nacido en Hungría en 1882, Bela Blasko (su verdadero nombre) fue un respetado actor de teatro y cine en su país natal, pero tuvo que salir huyendo de él debido a sus simpatías izquierdistas. Las secuelas de una vieja lesión le volvieron adicto a la morfina, y su carácter le llevó a cinco matrimonios y cuatro divorcios. Como nos contó Tim Burton, su gran amigo durante sus últimos años fue un tal Ed Wood Jr, pero también hubo otro fan que le apoyó discretamente durante estos días de miseria. ¿Su nombre? Frank Sinatra.

La máscara: Desde que Todd Browning le fichara como conde transilvano para su Drácula, Lugosi luchó como un condenado para ser aceptado como un actor serio: su especialidad en el teatro y en el cine mudo era la comedia, y tenía tablas de sobra. Pero un acento húngaro del que nunca pudo librarse y su imponente físico (medía casi dos metros) le llevaron a desfigurarse una y otra vez en filmes como La isla de las almas perdidas (adaptación de La isla del Dr. Moreau), La legión de los hombres sin alma y Abott y Costello contra los fantasmas. Eso cuando no estaba encarnando a un mad doctor, como en El poder invisible o sus últimos filmes con Ed Wood (Night of the Ghouls), o reviviendo una y otra vez el papel de vampiro. Lo peor de todo: el pobre Lugosi detestaba el maquillaje.

Lon Chaney

Su rostro: Hijo de una pareja de sordomudos, Leonidas Chaney era un experto en mímica y un consumado artista de variedades cuando llegó a Hollywood en 1912. Su cambio del teatro al cine fue más una cuestión de necesidad que de vocación, dado que un intento de suicidio tras un desengaño amoroso le había hecho perder la potencia en la voz. Murió en 1933 a consecuencias de una neumonía contraída durante un rodaje, y fue enterrado en una tumba sin nombre.

La máscara: Conocido en vida como 'El hombre de las mil caras', Lon Chaney no sólo era capaz de dar vida a cualquier personaje, sino que diseñaba sus propios maquillajes y fue uno de los primeros teóricos de la caracterización en cine, escribiendo libros y artículos al respecto. Tras hacerse famoso a lo grande con El jorobado de Nôtre Dame y El fantasma de la Ópera, Chaney pasó a ser el actor fetiche de Todd Browning, pionero del terror donde los haya, en trabajos como Garras humanas y La casa del horror. Browning contaba con Chaney como protagonista para su Drácula, pero la muerte de este le obligó a fichar a Bela Lugosi para el papel.

Boris Karloff

Su rostro: Epítome del terror durante muchos años, William Henry Pratt era en realidad un gentleman inglés de amable carácter y sólida experiencia teatral, que adoptó su seudónimo eslavo para no avergonzar a sus padres: destinado por ellos a la carrera diplomática, el futuro actor se había escapado de casa para unirse a una compañía de teatro ambulante. A Bela Lugosi, su eterno rival, le soliviantaba su costumbre de interrumpir los rodajes cada tarde para tomarse su five o'clock tea tranquilamente. Murió en 1969.

La máscara: Cuando hablamos de Boris Karloff, es fácil pensar exclusivamente en El doctor Frankenstein y La novia de Frankenstein, las películas de James Whale que le lanzaron a la fama. Aún reconociendo su genial trabajo en ambas, recordemos que también fue un villano oriental (La máscara de Fu-Manchú) y un muerto viviente del antiguo Egipto en la primera versión de La momia, además de un detective chino en la serie de películas Mr. Wong. Afortunadamente para él, su carácter bonachón fuera del plató le convirtió en una figura querida y reconocible para el público durante toda su vida.

Lon Chaney Jr.

Su rostro: Hijo del gran Lon Chaney (con quien nunca se llevó bien), Creighton Chaney pasó toda su vida intentando emular el éxito de su padre. Amable y considerado cuando estaba sobrio, se volvía una furia infernal cuando se emborrachaba, generalmente en compañía del galán Broderick Crawford. Antes de morir en 1973, firmó un documento en el que donaba su cuerpo a la ciencia.

La máscara: Aunque sus primeros papeles 'serios' fueron bien acogidos por la crítica, Chaney pasó a la historia por ser el único actor en encarnar a los cuatro mónstruos clásicos de la productora Universal: Frankenstein, Drácula, La Momia y, especialmente, el licántropo Larry Talbot, en cuyo pelaje se puso por primera vez en El hombre lobo (1941). A veces, el joven Chaney daba a vida a varios engendros en una sola película, como en Drácula contra Frankenstein.

Christopher Lee

Su rostro: Aristócrata, cantante de ópera (y de heavy metal), bon vivant y figura entrañable donde las haya en el mundo del terror, Sir Christopher se mantiene vivo y bien a sus 89 años. Que le dure.

La máscara: La compañía Hammer Film mostraba un muy británico sentido del fair play escogiendo sus repartos. Así, si Peter Cushing (el mejor amigo de Lee en la vida real) atacaba a nuestro hombre estaca en ristre, como Van Helsing, en sus versiones de Drácula (desde Drácula, príncipe de las tinieblas -1966- a Los ritos satánicos de Drácula -1975-), Lee se desfiguraba para hacerle sentir el poder de La maldición de Frankenstein (1959), casi siempre a las órdenes del director Terence Fisher. Tras largos años encarnando a criaturas de todo tipo, principalmente vampiros señoriales, el actor alcanzó sus mayores cotas de estrellato gracias a las precuelas de Star Wars (dando vida al Conde Dooku) y, sobre todo, a la trilogía de El Señor de los anillos, libre por fin del farragoso peso del maquillaje y los colmillos. Nos alegramos por él, porque se lo merece.

Paul Naschy

Su rostro: Conocido en la vida real como Jacinto Molina, este campeón de halterofilia convertido en cineasta es la aportación española al panteón monstruoso. Incansable actor y director, con 100 películas en su filmografía. Antes de morir en 2009, recibió la Medalla de Oro de las Bellas Artes.

La máscara: Si otros actores de este informe destacaron por su versatilidad, saltando de un monstruo a otro a lo largo de su carrera, Naschy se mantuvo fiel a un solo engendro: el Hombre Lobo. Waldemar Daninsky, que así se llamó su creación peluda, apareció en un total de 12 películas, de La marca del Hombre Lobo (1968, rodada en 3D) a la postrera La tumba del Hombre Lobo (2004). Además, Naschy se puso en la piel de otros terrores más 'convencionales', encarnando a muertos vivientes (El espanto surge de la tumba) y al mismísimo doctor Fú Manchú. En La herencia Valdemar y La sombra prohibida, sus últimos filmes, dio vida a un mayordomo que (¡herejía!) no asesinaba a nadie.

Al Lewis

Su rostro: Militante de izquierdas y veterano de la serie B, Lewis mantuvo una doble vida: profesional del terror por una parte, y locutor antisistema por otra, como pudimos ver en el documental Goodbye America.

La máscara: El menos mítico de los actores de nuestra lista, Al Lewis tiene sin embargo méritos de sobra para figurar en ella. Y es que, entre 1964 y 1966, este actor encarnó al vampírico abuelo de La Familia Munster. Lo cual nos sirve para mencionar a Fred Gwynne (el frankensteiniano Herman), Yvonne De Carlo (la vampira Lily) y el licántropo Eddy (Butch Patrick), los demás integrantes del clan más monstruoso y divertido de la historia de la TV. Honor a ellos.

Peter Mayhew

Su rostro: Aquejado de gigantismo (un raro trastorno que afecta al 1% de la población mundial), Mayhew aprovechó sus más de dos metros de altura para entrar en el mundo del cine. Su filmografía no es muy copiosa, pero en 1977 se cruzó con un tal George Lucas y su vida cambió para siempre...

La máscara: Cuando conoció a George Lucas, el director le preguntó: "¿Prefieres ser un héroe, o un villano?". Mayhew respondió que preferia ser de los buenos, así que Lucas le puso en la piel (peluda) de Chewbacca, el inseparable compañero wookie de Han Solo. El actor, que ya había vestido trajes prostéticos en filmes como Simbad y el ojo del tigre, se mantuvo fiel al uniforme durante los tres filmes de la trilogía original, y regresó a su papel más conocido en La venganza de los Sith (2005). Como en el número de septiembre de CINEMANÍA podrás leer una detallada entrevista con Peter Mayhew, aprovechamos para recordar a los demás actores de la saga cuyos rostros jamás vimos en la pantalla: David Prowse (Darth Vader), Anthony Daniels (C3PO) y Kenny Baker, intérprete de R2D2.

Ron Perlman

Su rostro: La vida de este veterano actor de carácter no tiene nada de excepcional: está felizmente casado, es fan de los New York Nicks, y tiene una licenciatura en Bellas Artes. Todo muy normalito, pero sus personajes son otra historia...

La máscara: Si preguntas a un profano por el nombre de Ron Perlman, seguramente se encogerá de hombros. Pero si le muestras una foto suya exclamará: "¡Demonios, es Hellboy!". O el jorobado de El nombre de la Rosa, o el troglodita tonto de En busca del fuego, o cualquier otro de los roles que, cubierto siempre de maquillaje hasta las cejas (o hasta más arriba) ha encarnado el actor en una carrera en la que también ha habido sitio para papeles más convencionales. Sin olvidar, claro está, a su entrañable Vincent de la serie La bella y la bestia. La serie Hijos de la Anarquía y filmes como Enemigo a las puertas han familiarizado al público con sus verdaderas facciones (peculiares donde las haya) y con su inmenso talento como actor. Como él mismo dice: "Hay gente que suelta sus demonios interiores ante un psicoanalista, y paga por ello. Yo lo hago frente a una cámara, y me pagan".

Doug Jones

Su rostro: "¿Quién quiere ser ingeniero de telecomunicaciones cuando puede ser contorsionista?". Este actor con 89 películas en su carrera se debió hacer esa pregunta cuando abandonó una carrera potencialmente lucrativa para perseguir su verdadera vocación.

La máscara: Al igual que en el caso de Ron Perlman (su compañero en la saga Hellboy), Jones es uno de esos intépretes que saben dar vida a cualquier monstruo, siempre que el maquillaje acompañe. Entre sus papeles más lucidos está el repertorio de criaturas de El laberinto del Fauno, Estela Plateada en Los Cuatro Fantásticos y Silver Surfer, los demonios de Doom y el demonio musical de Gainsbourg, vida de un héroe. Jones es consciente de su talento, pero parece feliz siendo un desconocido para el gran público. En sus propias palabras: "Me gusta ir a trabajar y que nadie me reconozca".

Andy Serkis

Su rostro: Actor de cine y teatro en su Gran Bretaña natal, Serkis mantuvo una carrera de perfil bajo hasta que, con los 35 años ya cumplidos, se cruzó en el camino de un tal Peter Jackson. En principio, su intervención en El Señor de los anillos debería haberse limitado a prestar su voz a un personaje de animación, pero la tecnología digital entró en en escena y...

La máscara: Junto con Doug Jones y Ron Perlman, Andy Serkis es lo más cercano a un Lon Chaney que tiene el cine actual. No es sólo que su interpretación de Gollum diese carta de naturaleza a la motion capture en la pantalla (convirtiéndole, de rebote, en la mano derecha de Peter Jackson), sino que trabajos posteriores como King Kong y la reciente El origen del planeta de los simios nos han demostrado que, cuando se pone su traje digital, este actorazo puede dotar de expresión y sentimiento a un primate. Nosotros estamos impacientes por verle como el Capitán Haddock en Las aventuras de Tintín.

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