10 películas para recordar a Ryan O’Neal, el rostro más atractivo del Hollywood de los 70

Fue actor fetiche de Peter Bogdanovich, protagonizó la película más suicida de Stanley Kubrick y fue la gran estrella de los 70.
Ryan O'Neal como Barry Lyndon
Ryan O'Neal como Barry Lyndon
Ryan O'Neal como Barry Lyndon

Ha fallecido a los 82 años Ryan O’Neal, que durante los años 70 fuera una de las más grandes estrellas de Hollywood. Su carrera nunca fue la misma desde entonces, con una vida privada atravesada por las drogas así como incidentes de violencia familiar y problemas con la justicia. La figura mediática de O’Neal no llegó a recuperarse, aunque durante una década se las había apañado para protagonizar varios éxitos de taquilla y ser el actor fetiche de un cineasta de la talla de Peter Bogdanovich.

Love Story (Arthur Hiller, 1970)

LOVE STORY, Ryan O'Neal, Ali MacGraw, 1970
Ryan O'Neal y Ally McGraw

Tras empezar compitiendo como boxeador, el éxito televisivo de Peyton Place (La caldera del diablo) allanó el camino para que O’Neal protagonizara uno de los grandes taquillazos de la época para Paramount. De este modo interpretó a Oliver Barrett IV en Love Story, un estudiante de Harvard de familia pudiente que se enamoraba de Jenny (Ali McGraw), hija de un humilde emigrante italiano. 

Entre ambos se interpondrían algo más que las diferencias de clase, para que poco después O’Neal fuera nominado al Oscar. Tal arraigo adquirió Love Story en la cultura pop estadounidense, que ocho años después O’Neal retomó a su personaje para una secuela, Historia de Oliver. Que, ni que decir tiene, no conoció el mismo éxito.

¿Qué me pasa, doctor? (Peter Bogdanovich, 1971)

LOVE STORY, Ryan O'Neal, Ali MacGraw, 1970
Ryan O'Neal y Barbra Streisand

Colocado a la vanguardia del star system del Nuevo Hollywood, O’Neal pronto entró en el radar de uno de sus constructores: Peter Bogdanovich, que acababa de triunfar con La última película. Así que le reclutó para encabezar una revisión de la screwball comedy, en tanto a un festival de enredos y chistes sexuales para el que emparejó a O’Neal con Barbra Streisand. O’Neal encarnaba a un tímido y despistado musicólogo, a la estela de un Cary Grant, que de repente se cruzaba en el camino de Judy Maxwell (Streisand, mirándose en el reflejo de Katharine Hepburn) y a ambos les empezaban a ocurrir las cosas más disparatadas. 

El ladrón que vino a cenar (Bud Yorkin, 1973)

LOVE STORY, Ryan O'Neal, Ali MacGraw, 1970
Ryan O'Neal y Jacqueline Bisset

¿Qué me pasa, doctor? nacía de un interés particular por O’Neal de cultivar la comedia, con lo que quiso encadenar el film de Bogdanovich con El ladrón que vino a cenar. Aquí le acompañaba Jacqueline Bisset, interpretando O’Neal a un tipo con una peculiar doble vida: programador de día, ladrón de joyas de noche. Esta comedia de atracos, con una evocadora música de Henry Mancini, partía de un guion escrito por Walter Hill: cineasta con el que O’Neal volvería a cruzarse en el futuro.

Luna de papel (Peter Bogdanovich, 1973)

LOVE STORY, Ryan O'Neal, Ali MacGraw, 1970
Ryan y Tatum O'Neal

Bogdanovich continuaba con su revisión de los géneros clásicos en tanto a una road movie de timadores en plena Gran Depresión. Con la peculiaridad de que un miembro de la pareja de buscavidas era una niña de apenas diez años, Addie Loggins. La interpretaba Tatum O’Neal que, en efecto, resultaba ser la hija de Ryan O’Neal. La película fue un éxito de crítica y público y aun hoy uno de los clásicos indiscutibles de Bogdanovich (y de la década de los 70 en general), pudiendo redondear el fenómeno cuando Tatum ganó el Oscar a Mejor actriz de reparto siendo la intérprete más joven que lo lograba en la historia de los premios. 

Barry Lyndon (Stanley Kubrick, 1975)

LOVE STORY, Ryan O'Neal, Ali MacGraw, 1970
Ryan O'Neal en 'Barry Lyndon'

En los 70 la fama de O’Neal no le pasaba desapercibida al cineasta más prestigioso de entonces, Stanley Kubrick. Quien, muy ingeniosamente, decidió recurrir al estrellato de O’Neal para blindar las opciones comerciales de la que bien pudiera ser la película más antipática de todas las que hizo. Barry Lyndon describía las desventuras de un arribista a mediados del siglo XVIII, ascendiendo en la pirámide social gracias a no tener ningún escrúpulo ni tampoco ninguna conciencia de sí mismo. El rostro de O’Neal encajó a la perfección con el protagonista, aunque su interpretación no fue demasiado aplaudida y de hecho no llegó a ser nominada al Oscar (llamativo porque la película tuvo 7 nominaciones).

Así empezó Hollywood (Peter Bogdanovich, 1976)

LOVE STORY, Ryan O'Neal, Ali MacGraw, 1970
Fotograma de 'Así empezó Hollywood'

Más o menos después de Barry Lyndon empezó el declive de O’Neal. Se concretó, curiosamente, en torno a un nuevo ejercicio mitómano de Peter Bogdanovich: posiblemente el más ambicioso. El cineasta estadounidense quiso a mediados de los 70 retrotraerse a los orígenes del cine mudo, así que convocó tanto a Burt Reynolds como a los O’Neal con quienes había trabajado en Luna de papel. Ryan y su hija Tatum volvieron a colaborar juntos, pero el ruido de Así empezó Hollywood (originalmente Nickelodeon) fue mucho menor, y a partir de ahí el O’Neal mayor empezaría a encadenar proyectos cada vez más discretos.

Driver (Walter Hill, 1978)

LOVE STORY, Ryan O'Neal, Ali MacGraw, 1970
Ryan O'Neal con Isabelle Adjani

Pero su atractivo seguía siendo magnético, así que un año después de integrar el reparto coral de la épica Un puente lejano pudo protagonizar junto a Bruce Dern Driver. Un thriller áspero y a la antigua usanza, donde Walter Hill (tras firmar el libreto de El ladrón que vino a cenar) podía explotar su mano con la acción. Dern era el detective, y O’Neal su archienemigo: un conductor de habilidad colosal, que garantizaba unas persecuciones a las que ni la crítica más condescendiente pudo resistirse.

Los hombres duros no bailan (Norman Mailer, 1987)

LOVE STORY, Ryan O'Neal, Ali MacGraw, 1970
Ryan O'Neal en 'Los hombres duros no bailan'

Con su novela Los tipos duros no bailan Norman Mailer ajustaba cuentas reflexivas con el género noir, centrándose en un novelista que intentaba huir de su pasado criminal sin conseguirlo. El rostro de O’Neal, duro y galante pese al paso de los años, era perfecto para este antihéroe, y el mismo Mailer lo fichó para la película que adaptaba su propia novela. Los hombres duros no bailan tuvo críticas bastante malas, pero la unión del autor de Los desnudos y los muertos con la antigua estrella de Hollywood, ya talludita, fue muy sonada en la época.

El cielo se equivocó (Emile Ardolino, 1989)

LOVE STORY, Ryan O'Neal, Ali MacGraw, 1970
O'Neal con Cybill Shepherd

Asumiendo que sus mejores años quedaban atrás, a O’Neal no le quedó otra llegado el momento que volver a la comedia, pero no en la clave intelectual con que la había practicado su amigo Bogdanovich. El cielo se equivocó era, así, una comedia de enredo destinada al público familiar, muy agradable y entretenida pero mediada por la luz noventera. Lo curioso es que le acompañaba Cybill Shepherd (otra ex de la cantera de Bogdanovich, habiendo sido pareja suya y flamante protagonista de La última película) junto a un jovencísimo Robert Downey Jr. 

Relaciones confidenciales (Daniel Algrant, 2003)

LOVE STORY, Ryan O'Neal, Ali MacGraw, 1970
Con Al Pacino

O’Neal también tenía que resignarse de vez a dejar de ser el protagonista por defecto. Algo a lo que siguió empeñándose, aunque de cara a uno de sus últimos grandes éxitos tuvo la sabiduría de conformarse con un papel secundario. Relaciones confidenciales se desarrollaba durante 24 horas en la ciudad de Nueva York, y su trama era completamente coral: Al Pacino solo era un rostro más acompañado de Kim Basinger, Téa Leoni, Richard Schiff y el propio O’Neal. A través de ellos, el director Dan Algrant tejía un relato inmisericorde de la urbe neoyorquina.

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