10 enormes películas con monstruos gigantes

Cualquier pantalla se queda pequeña a la hora de contener estas criaturas, que nos acompañan para celebrar el aniversario de 'La humanidad en peligro'. Por YAGO GARCÍA
10 enormes películas con monstruos gigantes
10 enormes películas con monstruos gigantes
10 enormes películas con monstruos gigantes

Aunque no lo parezca, hoy es un día señalado. Un día, de hecho, en el cual todos los aficionados a la serie B, al terror cutre y a esos filmes de los años 50 hechos con cuatro centavos, un chicle y un tapacubos (si había extraterrestres) deberían acudir en peregrinación al hormiguero más cercano. Lo cual, pese a lo que pudiese parecer, no tiene nada que ver con Pablo Motos: se trata de que, hace 59 años, que se dice pronto, llegó a los cines de EE UU La humanidad en peligro, filme que creó escuela al mostrarnos cómo un grupo de hormigas radiactivas y sobredimensionadas dejaban Nuevo México como un solar. La influencia de esta película, dirigida por Gordon Douglas, fue tan grande que Francisco Ibáñez tomó prestada su idea para una aventura de Mortadelo y Filemón (El sulfato atómico). Y, ateniéndonos a lo fílmico, a que ayudó a nacer a un subgénero muy entrañable: las películas de monstruos gigantes. En CINEMANÍA pensamos que el tamaño, a veces, sí que importa, así que te ofrecemos esta práctica lista de bicharracos con la altura de un rascacielos.

King Kong (1933)

No es un insecto, no tiene tentáculos y ni siquiera escupe fuego, pero asumamos la realidad: el simio de gran corazón (e inmenso cvolumen) concebido por Merian C. Cooper es el antepasado más lejano e ilustre de todos los bichos de este informe. Como ya te ofrecimos un completo informe sobre sus desventuras, y su turbulenta relación con Fay Wray, dejémoslo en que un joven Ray Harryhausen quedó tan fascinado con su película que decidió dedicar su vida a la creación de criaturas fantásticas. Pocos filmes pueden alardear de haber dado tantos beneficios a la historia del cine, así en general.

Japón bajo el terror del monstruo (1954)

En noviembre del 54, poco después de que las hormigas de La humanidad en peligro se diesen un garbeo por EE UU, Japón sufrió el primer ataque de nuestro lagarto radioactivo favorito: su majestad Godzilla. Algo más que inspirada en El monstruo de tiempos remotos (una de las grandes creaciones de Ray Harryhausen), Japón bajo el terror del monstruo dio a luz una larguísima y fecunda saga, con un bestiario de impresión en el que caben una polilla gigante (Mothra), una tortuga voladora gigante (Gamera) y un lagarto robot gigante (Mechagodzilla), entre otros bichos (gigantes). Tras empequeñecerse frente a la falta de talento de Ronald Emmerich en el remake de 1998, Godzilla se prepara para resurgir de nuevo en un filme fechado para 2014, con Bryan Cranston (Breaking Bad).

Tarántula (1955)

Pese a lo que pueda parecer, la araña radioactiva (y gigante) que protagoniza esta película de nuestro querido Jack Arnold no se dio por vencida gracias a los esfuerzos de los héroes: en realidad, el artrópodo sabía que uno de los cazas a reacción que la acosan estaba pilotado por un joven Clint Eastwood, así que prefirió dejar la fiesta en paz antes de que la cosa pasase a mayores. Debido al bajo presupuesto del filme, la tarántula en cuestión es un espécimen real, que se mueve sobre decorados en miniatura. Algo que, en la pantalla, queda tan cutre como aparente.

El ataque de la mujer de 50 pies (1958)

Dada la cantidad de monstruos ciclópeos que pulularon por ahí en los años 50, uno se extraña de que Hollywood siga en pie. Pese a ello, constatamos que las desventuras de Nancy Fowler (Allison Archer), esposa de un millonario convertida en giganta tras un encuentro en la Tercera Fase, resultan muy recuperables hasta el día de hoy. No sólo por lo extremadamente disparatadas que resultan, sino también porque su delirante planteamiento da pie a análisis sociales, sexuales e históricos de todo tipo. En 1993, la película tuvo un remake protagonizado por la mismísima Daryl Hannah, hecha una titana toda ella.

La masa devoradora (1958)

Nos despedimos de ese Hollywood atestado de criaturas enormes (¿cómo cabrían todas en tan poco espacio?) mostrando un entrañable y particular ejemplo de morro. Porque, cuando el dinero no llega para el stop motion o un tipo con disfraz de lagarto, bien está coger un puñado de silicona mezclada con colorante a fin de obtener una amenaza alienígena. Con estos espartanos medios, el director Irvin S. Yeaworth Jr. no sólo probó su capacidad para el ahorro (la película gastó menos de lo previsto en su presupuesto), sino que también le ofreció uno de sus primeros papeles a un Steve McQueen jovencísimo. Además, claro, de firmar un clásico de culto que sabe reírse de sí mismo como pocos.

Night of the Lepus (1972)

De acuerdo: este filme es malo, o más bien horrible. Pero su planteamiento le granjea un lugar aquí por derecho propio. Porque, en él, las criaturas monstruosas que siembran el terror en un pueblecito de Arizona son... conejos. Conejos gigantes, asesinos y caníbales, para ser más exactos. Con semejantes mimbres, y estando basada en una novela titulada El año del conejo enfurecido, es impepinable su ascenso a la categoría de películas tan malas que molan, en compañía de Troll 2, Ator el poderoso y El ETE y el oto. Ni siquiera El alimento de los dioses, un filme de 1976 con un planteamiento similar, se atrevía a tanto.

La serpiente voladora (1982)

A estas alturas, este reportaje parece convertirse en una enciclopedia de directores de serie B. Y nosotros encantados, que conste: por eso le damos una cálida bienvenida a Larry Cohen, director de la tremebunda Estoy vivo y de otros títulos tan gustosos como Efectos especiales FX: Efectos mortales y la más reciente Última llamada (como guionista). Reviviendo viejos mitos mesoamericanos (y pasándoselos por el forro cuando le conviene, ¡faltaría más!) Cohen se lleva a Nueva York a un reptil alado aficionado a la carne humana. El reptil de marras será primo lejano de Quetzalcoátl, pero a nosotros nos recuerda más a un cacho de manguera con escamas. Dicho esto con todo el cariño.

Temblores (1990)

"Qué mejor manera de empezar los 90 que con una buena fiesta", debió pensar el director Larry Underwood. Por eso, en este filme no nos encontramos con un solo bicho, sino con una auténtica horda de gusanos subterráneos, devoradores y apestosos tan deudores en su concepto de H. P. Lovecraft como de Dune y sus anélidos Shai-Hulud. Si el planteamiento de Temblores parecía una chorrada mayúscula, su ejecución fue tan divertida y trepidante que generó nada menos que cuatro tres secuelas y una serie de televisión.

The Host (2006)

Lehman Brothers y los recortes aún no nos habían metido el miedo en el cuerpo (y en las carteras), pero en el sudeste de Asia ya se habían visto envueltos en una crisis económica monumental. De ahí que este filme coreano nos agasajara con una criatura de volumen mediano (para los tamaños que manejamos aquí, se entiende) e intenciones low cost. En lugar de arrasar Seúl, el engendro de The Host se conforma con darse una merendola de niños, haciendo falta todo el poder de una familia unida para detener sus tropelías.

Monstruoso (2008)

Para devolver a las películas con monstruo gigante al terreno de las superproducciones, con presupuesto y ambiciones taquilleras a juego, hizo falta un trío de ases tales que J. J. Abrams (productor), Drew Goddard (guionista, futuro coautor de La cabaña del bosque) y el director Matt Reeves. Los autores de esta película hicieron historia gracias a su atrevimiento formal (grabar vídeos con el móvil nunca será lo mismo), por su inteligente uso del márketing viral en internet y por el extremo secretismo que rodeó a la imagen del bicho de turno. El cual, por una vez, daba miedo de verdad. Y sus garrapatas, ni te contamos.

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