CINEMANÍA nº 324

La serie 'Los anillos del poder', la nueva portada de Cinemanía
La serie 'Los anillos del poder', la nueva portada de Cinemanía
Cinemanía
La serie 'Los anillos del poder', la nueva portada de Cinemanía

1. Déja vu. Emma Thompson es hogar. Siempre que la hija de Phyllida Law y Eric Thompson regresa a la cartelera, vuelvo a Howard’s End, repaso mentalmente aquellas imágenes del inicio de Los amigos de Peter en las que el mundo (anglosajón) circulaba de los 80 de la Thatcher a los 90 de John Major al ritmo del Everybody Wants to Rule the World de Tears for Fears (salía hasta Maradona) y pienso en el día en el que debí de convertirme en la única persona en el mundo que hizo una sesión doble extenuante: Lo que queda del día (la actriz y Anthony Hopkins impresionaban), y La lista de Schindler seguidas, 5 horas y 29 minutos de cine intensito, en el Publi de Paseo de Gracia, escaleras abajo.

No para ahí el déjà vu: Emma Thompson, que poco después interpretó a Dora Carrington y fue la mayor de las Dashwood en la gozosa Sentido y sensibilidad, era la actriz más reputada del mundo y fue protagonista de la primera portada de CINEMANÍA, en aquel número 1 que echó a andar en septiembre de 1995 en el Festival de San Sebastián que este mes llega a su 70 aniversario (¡Felicidades, donostiarras! ¡Bravo, Rebordinos!). Nuestra primera vez. Thompson declaraba con pena que sabía que no era del gusto de Almodóvar: “Cuando fue jurado de Cannes [1992], después de ver Regreso a Howard’s End, Pedro dijo: ‘Si le dais el premio a esa mujer, me voy’. 

Aprovecho esta entrevista para preguntarle qué he hecho yo para merecer esto”, contestó, genial. Nuestra primera heroína vuelve con Buena suerte, Leo Grande y, como cada cierto tiempo, su fuerza nos remite a aquellas 500 pesetas de cine a todo color que entraron en casa y cambiaron mi vida para siempre. Quizá también la de quien esté leyendo esto.

2. Brillantina. La primera vez que la vimos en el cine fue imposible no quedar prendado. Todos, sin importar edad, género o condición nos enamoramos de Olivia Newton-John. Ni Funny Things Happen Down Under ni Toomorrow, pelis de juventud, llegaron nunca a España, así que, aunque su voz podía escucharse ya en las radios y los tocadiscos, Grease fue su explosión en pantalla, la de una cantante que en realidad nunca acabó de dar el salto al cine, pero que se apoyó en el imparable poder de sugestión de la gran pantalla para permanecer para siempre con nosotros. 

Una mujer con una luz especial y un ejemplo de compromiso personal en la lucha frente al cáncer, recaudando fondos y convirtiéndose en fuente de inspiración y ánimo para muchos pacientes. Igual que aquella imagen de Sandy fue también mi primera vez en un cine, recuerdo eterno que repito demasiadas veces en esta carta, el impulso de su lucha nos acompañó siempre: este septiembre, mes de inicio del curso y de la lista de buenos propósitos, nos trae además el 30 aniversario de aquel fenómeno que supuso Instinto básico

Esa es la primera película que vi con el amor de mi vida. Fue en Brighton, sin subtítulos, entendiendo lo que buenamente podíamos, en aquel Odeon del paseo marítimo, un poco más arriba del Palace Pier donde Richard Attenborough huía de la policía en Brighton Rock, pero sobre todo el lugar de mi memoria donde el cruce de piernas de Sharon Stone me llamó mucho menos la atención que el rostro de Elena iluminado por el reflejo de una pantalla de cine.

3 Goodman. En una temporada de series que se abre con una nueva y ambiciosa adaptación de El señor de los anillos a la que Santi Alverú nos aboca como dicharachero corresponsal en la Tierra Media, con el regreso del espíritu de Juegos de tronos en La casa del dragón, y con más madera en el universo Star Wars (venimos de Obi-Wan Kenobi y vamos a Andor) y en Marvel (la abogada Hulka) yo, sin embargo, lejos del fuego valyrio y la oscuridad de Mordor, alejado de espadas láser y superhéroes, he visto cosas que no creeríais en una aparentemente sencilla relación de pareja. 

Better Call Saul también ha sido una revelación. Todo primorosamente rodeado de una trama criminal, mafiosa, trufada de cuitas entre abogados y narcos, y que a la postre me sonó a trampantojo de lo realmente importante: Kim y Jimmy. Los personajes de Rhea Seehorn y Bob Odenkirk, y la placentera sensación de que todavía es posible encontrar algo completamente nuevo. He descubierto una relación imposible porque la complicidad les alimenta, les convierte en personajes geniales, inigualables, originales, y a la vez les destruye como pocas veces se ha visto en una ruptura. Me ha impactado tanto que me planteo empezar a fumar por primera vez.

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