CINEMANÍA nº 315

CINEMANÍA nº 315: 'Spider-Man: No Way Home' y el multiverso llegan a nuestra portada de diciembre
CINEMANÍA nº 315: 'Spider-Man: No Way Home' y el multiverso llegan a nuestra portada de diciembre
Cinemanía
CINEMANÍA nº 315: 'Spider-Man: No Way Home' y el multiverso llegan a nuestra portada de diciembre

1 REGALIZ. Spider-Man (“espaiderman”) es un milagro. Ajeno a los altibajos de otros superhéroes de largo recorrido audiovisual, como Superman, que vivió sus mejores días setenteros con Christopher Reeve a las órdenes de Richard Donner; o como Batman, que, desde Nolan y Christian Bale… o más bien desde Batman: La LEGO película con Will Arnett, no ha vuelto a levantar cabeza, el superhéroe arácnido está cada día más en forma, su adolescencia es cada vez más cachonda. 

A mí, lo reconozco, me ha ido ganando con el tiempo. Es verdad que aquella sintonía de la serie de animación original (“Spider-Man does whatever a spider can”) dejó el nivel muy alto, pero ya de entrada a mí me alejaban los colores. El blaugrana de Spider-Man (“espíderman”, como decíamos con la serie de 1981) siempre me recordó al Barça (al menos con Superman el amarillo despistaba), y por esa fobia yo no seguía con tanta ilusión los capítulos de los viernes por la tarde. Y luego, por Dios, están las arañas. Traumatizado por Aracnofobia (1990), mi adolescencia no estaba para insectos: El hombre mosca de Harold Lloyd (a cuyo doble, Bill Strothers, se le conocía como ‘la araña humana’) y poco más.

No me recuperé hasta que empecé a ver detalles, ya talludito, que me reconfortaron: Kirsten Dunst como Mary Jane para soportar al sosón de Tobey Maguire, Rhys Ifans de villano, las loquísimas posibilidades de Spider-Man: Un nuevo universo, e incluso echar la lagrimita con mis hijos cuando desaparece “el niño” tras el chasquido de Thanos mientras comíamos regalices de fresa, que ni son de regaliz ni son de fresa, nuestro avituallamiento favorito en el cine. 

Ese momento magdalena de Proust me llevó al temazo de Regaliz, cuando los grupos infantiles (de Enrique y Ana a los Nins) lo petaban. Los inolvidables protagonistas del Buenas noches, señor monstruo de Mercero tenían su canción de Spider-Man, el hombre araña, un subidón, incluso para un periquito. Sabiendo lo que dice Scorsese del cine de Marvel y cía, ¿qué pensaría de los grupos infantiles en el cine? Perdónanos, Marty: nos gustan las películas (buenas) de superhéroes. Y nos vimos todas las de Parchís.

2 TAQUILLA. ¿Dónde estabas tú hace 20 años? No estábamos salvando el mundo como Peter Parker, que acababa de rodar la peli de Sam Raimi, pero entre noviembre y diciembre de hace dos décadas había muchas probabilidades de que nos pillasen viendo Harry Potter y la piedra filosofal o El señor de los anillos: La comunidad del anillo, los dos estrenos universales de finales de 2001. Menuda vitamina tuvo la taquilla en los cines cuando coincidieron ambas franquicias. 

Al revés que Santi Alverú, corresponsal en la Tierra Media, en la ruta entre Hobbiton y Mordor, servidor prefiere el marisabidillo orden de Hogwarts y la maldad british de ‘Quien Tú Sabes’ al barro de los orcos. Curiosamente esa Aragog de Harry Potter y la cámara secreta y la Ella-Laraña de El retorno del rey son arácnidos de relumbrón, una de las pocas cosas que unen al aprendiz de mago con Tolkien

Además de los kits de LEGO, claro, con los que ya hemos probado en casa dónde luce mejor el azulgrana del último Spider-Man antes del despiporre del multiverso. Ahora que nos van a sobrar mujeres y hombres arañas, yo le pondría una taquilla a Peter en la Escuela de Magia y Hechicería.

3 2121. Acaba 2021, año que ha sido excusa perfecta para recordar a dos genios del cine español más universal en su centenario. Berlanga nos ha dejado un adjetivo para cualquier territorio vital y Fernán Gómez ha dominado todas las suertes del cine, omnipresente para escribir, dirigir e interpretar. Me fascina comprobar que solo coincidieron en Esa pareja feliz y, 34 años después, en Moros y cristianos

Cuenta Manuel Hidalgo en su libro Berlanga y Fernán Gómez, en diálogo que a Berlanga no le acababa de convencer el Fernán Gómez actor: buscaba otra espontaneidad. Quizá algo habría cambiado con el papel que Berlanga escribió para él en Calabuch, que se quedó Franco Fabrizi por presión del coproductor italiano. 

Pero uno cierra los ojos e imagina a Fernán Gómez en La escopeta nacional o La vaquilla, y piensa en Berlanga con la obsesión por las quinielas del personaje de El mundo sigue o con el Jesús Franco de El extraño viaje. Ahora, juntos en el Café Gijón de las estrellas, esperan su bicentenario, que será de nuevo feroz y austrohúngaro, berlaguiano y pelirrojo.

Mostrar comentarios

Códigos Descuento