Wonder Woman 1984

Gal Gadot en 'Wonder Woman 1984'
Gal Gadot en 'Wonder Woman 1984'
Cinemanía
Gal Gadot en 'Wonder Woman 1984'
Valoración:

“¡Trabajo con críos!", decía una Diana de Themyscira tan harta de todo que casi rompía la cuarta pared. Y, con esa frase, lograba uno de los pocos momentos realmente divertidos de Liga de la Justicia, en parte por esa cara de dulce exasperación que tan bien se le da a Gal Gadot y en parte porque decía la verdad.

Tras el estreno aquel verano de Wonder Woman, y tras ver cómo pintaba el percal de sus compañeros superhéroes, nos había quedado claro que la princesa de las amazonas (un personaje bastante ajeno al gran público hasta ese momento) era el único ente transhumano de DC al que querríamos tener cerca en caso de incen- dio, derrumbe, invasión alienígena o similares.

Ahora que una catástrofe global, pero de las de verdad, se nos ha echado encima, le toca a Wonder Woman 1984 la papeleta de probar que nuestra impresión era correcta. Y, si bien con reparos, lo ha conseguido.

El problema más serio de esta segunda Wonder Woman es que, cuando quiere ser una película de superhéroes al cien por cien, se estrella. Es verdad que Diana ocupa en los filmes de su universo un puesto similar al del Capitán América en la marvelita competencia (el del corazón que sobrevivió al paso del tiempo para recordarnos que podemos ser mejores), pero, a diferencia

de Chris Evans, Gadot no cuenta con unos hermanos Russo (ni con un Chad Stahelski en la segunda unidad) para arropar sus buenas intenciones con tanganas bigger than life.

Por otra parte, al guion se le notan momentos de aceleración excesiva, cuando no de puro caos, que pueden echar para atrás a un espectador en busca de épica bien enlazada. Y, para colmo, algunas de estas escenas arrancan desde unos estereotipos étnicos que pueden devolvernos a los malos viejos tiempos de La joya del Nilo.

Entonces, ¿por qué defender esta cinta? Pues porque cuando realmente funciona es cuando se convierte en una mirada satírica hacia la década de 1980, su cine, su ideario y esa nostalgia de la misma que paraliza la cultura pop.

A partir de una interesante premisa con artefacto perdido y todo, y con una fotografía que renuncia (¡por fin!) a las grisallas y el color lavado, Patty Jenkins demuestra que conoció la época de primera mano arreando collejas tanto en lo estético (los atuendos de Chris Pine son tan atroces como te los habías imaginado) como en lo ético, un apartado en el que Kristen Wiig y Pedro Pascal resultan elementos clave.

Tanto la protagonista de La boda de mi mejor amiga como el hombre de The Mandalorian encarnan deconstrucciones de dos arquetipos muy caros a los 80 (la chica ‘patito feo’ y el caradura simpático), mostrándonos mediante sus interpretaciones esas oscuras raíces (la opresión contra las mujeres y la codicia de la eclosión neoliberal, respectivamente) que los nutrían.

Pero aquí también se pueden sacar pegas, porque, mientras Pascal tiene tiempo y momentazos para sacarle punta a su Maxwell Lord (el mayor vendemotos de DC, envuelto en vocabulario de autoayuda y gestualidad de teletienda), Wiig nunca llega a desarrollar del todo el potencial de su Barbara Minerva pese a hacer magia con un suéter rosa de talla maxi. Una pena, y más aún contando con la idea central de la película: que los milagros no existen, y que si no aceptamos la realidad (para transformarla entre todos, a ser posible) solo nos espera el apocalipsis.

FICHA TÉCNICA

Cartel de Wonder Woman 1984
  • Director:

    Patty Jenkins

  • Género:

    Aventuras, fantasía

  • País:

    EE UU, Reino Unido, España

  • Sinopsis:

    Diana de Themyscira entabla amistad con Barbara Ann Minerva (Kristen Wiig), una arqueóloga que trabaja para Max Lord (Pedro Pascal), megalómano empeñado en recopilar artefactos antiguos con la creencia de que estos le harán tan poderosos como un Dios.

  • Un noble regreso para nuestra amazona favorita.

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