Siervos

Alcanzar a Dios a través de la quietud. Estatismo y éxtasis, contrarios que se complementan y que encontramos en lucha de opuestos en un solo espacio opresivo: un seminario, una escuela de Teología. Siervos, que no es un filme religiosos stricto sensu, narra lo que ocurre cuando un enemigo exterior controla ese equilibrio tan frágil e infecta de tensión lo que ya estaba contaminado por la represión. Y así es difícil encontrar a dios alguno.

Hay muchas formas de afrontar cinematográficamente la memoria histórica del comunismo en los países del Este de Europa. De la mirada amplia del cine alemán, que va de lo social (Berlin Is in Germany) a la comedia (Good Bye, Lenin), pasando por el drama clásico (La vida de los otros) al nuevo cine rumano, que juega con el documental y el naturalismo aplicado a las pequeñas historias particulares, pasando por el fenómeno Ida, del polaco Pawel Pawlikowski, que tuvo romántica y sensacional traslación a Cold War, y que marca una línea esteticista que está muy presente en Siervos, segundo largo del productor eslovaco Ivan Ostrochovsky, con la que comparte un blanco y negro primoroso y el formato académico (1.37:1), antaño clásico y hoy además inspirador de un claro deje asfixiante en cada plano. 

Pero no solo la estética de Siervos conecta con Ida. Además de la presencia siempre inquietante del actor rumano Vlad Ivanov, capaz de infundir miedo en cualquiera de los acentos orientales del continente, una de las tres guionistas de este filme (junto a Ostrochovsky y Marek Leskak) que ahonda en el pasado de Checoslovaquia y sus relaciones entre el poder político y la Iglesia católica, es la británica Rebecca Lenkiewicz, que además de aquel filme polaco escribió Disobedience y Colette, una experta en narrar el desasosiego del individuo frente a la presión social, familiar, grupal o política, que le rodea.

El descubrimiento terrorífico de aquella joven novicia en Ida era un alegato íntimo contra la deshumanización del sistema que aquí adquiere otros tintes, con denominación de origen eslovaca. Dos novicios, amigos fuera de su nuevo hábitat, acaban separados en el seminario por su implicación contra el régimen comunista. La seguridad del Estado entra a degüello para silenciar la oposición interna en un filme de presión contenida pero sin tregua ni alivio. 

No queda nada del humor del cine de Jirí Menzel, ni del surrealismo de Las margaritas de Vera Chytilová, aunque se respete la tradición en las formas de la Nueva Ola checa: Siervos ahonda en lo criminal en forma de un thriller que no quiere serlo, que usa el plano corto, la luz, la banda sonora incómoda y el montaje como piezas para armar un relato discontinuo pero efectista, lleno de angustia, que eleva la inquietud por encima de un argumento de abadía del crimen sin resolver. Filme atmosférico de encuadres fijos, pictóricos, que insinúa en lugar de explicitar las referencias históricas, que deja las tramas para enfocar los rostros, que pone la acción al servicio de la penumbra y la mirada, esta es una película de espías estática y extática. Como si Zurbarán dirigiese un thriller político tras el Telón de Acero, el tenebrismo ha invadido este rincón de la memoria histórica.

FICHA TÉCNICA

Siervos

• Director:

  Ivan Ostrochovský

• Género:

  Drama

• País:

  Eslovaquia

• Sinopsis:

  Años 80. La Iglesia Católica de Checoslovaquia atraviesa un momento complicado debido al régimen comunista. Estos deberán aceptar ciertas restricciones para poder continuar sobreviviendo. En este contexto, dos jóvenes seminaristas deben decidir si mantenerse fieles a sí mismos o arrodillarse antes las presiones de la policía secreta.
  

• REPARTO: Vlad Ivanov, Martin Sulík, Milan Mikulcík, Zvonko Lakcevic, Samuel Skyva

• GUION: Rebecca Lenkiewicz, Marek Lescák, Ivan Ostrochovský
  

• DURACIÓN: 80 min.

• VEREDICTO: Si Zurbarán dirigiese un thriller político tras el Telón de Acero...

• DISTRIBUIDORA: Karma Films

• ESTRENO: 28/05/2021