French women

Sólo con abrirse de reojo el telón de esta comedia nos cae el primer granizado en la frente: una chica colocándose un tampón sentidamente antes de lanzarse a su pesadillesca conciliación familiar y laboral. Para que no amaine el temporal, los siguientes compases y paisanajes tampoco escatiman esfuerzos: chistes sobre complejos de pene, retablillo de arquetipos femeninos de armas tomar (la ninfómana voraz, la workaholic igual de antropófaga, la lesbiana cañón y veleta, la pirada “encantadora”)… Y, como guarnición, alguna extravagancia grotesca, como el sonoro desajuste intestinal que le cae en suerte a otra gachí (encarnada por Laetitia Casta, la pobre) cada vez que se aturulla… en presencia de un varón, naturalmente.

Podríamos perdonarle a la debutante Audrey Dana la novatada de pretender rodar un desenfadado fresco coral sobre las mil capas, matices e hiperactividades de la mujer (francesa, encima) de hoy en día. Podríamos, pero resulta complicado viendo la torpeza de un engrudo gazmoño que a veces roza el nivel a calzón “quitao” de las chirigotas de Ozores y otras, simplemente, se pierde en episodios interruptus (la enfermedad del personaje interpretado por una desubicada Sylvie Testud), caricaturas masculinas (el actor gay objeto de deseo) y velas aromáticas rancias. Sólo se salva la naturalidad de Géraldine Nakache (del look de la Adjani mejor no hablar). Si George Cukor levantara la cabeza... O hasta Dorothy Arzner.