Crítica de 'Skinamarink', en Filmin: la sugestión y la oscuridad en un aterrador 'Poltergeist' experimental

Se estrena por fin en España la película de terror independiente de la que tanto se ha hablado en redes.
Imagen de la inquietante 'Skinamarink'
Imagen de la inquietante 'Skinamarink'
(Shudder)
Imagen de la inquietante 'Skinamarink'

El aficionado al terror siempre está atento a aquellas películas que se hacen virales en redes y que luego van llegando. Una categoría en la que destacan las propuestas diferentes y en la que entra la canadiense Skinamarink, estreno llamativo de Filmin en el marco de Halloween.

El director primerizo Kyle Edward Ball sorprende con una singular modulación de Poltergeist plasmada desde el cauce experimental. Un tratamiento que, sumado a su tono sostenido y a que es de las que transmiten pero enseñan poco, no la hace del gusto de todos. Sin embargo, activa la sugerencia y la inquietud del que entra a fondo en esta propuesta de perfil independiente (costó apenas 15.000 dólares).

Crítica de 'Skinamarink'

Valoración:

Una fenomenología extraña y el mal infestando una casa y a quienes la habitan. Skinamarink describe la incidencia de un poltergeist de manera diferente al articular esas circunstancias y la temática desde el componente experimental, rasgo patente en el aspecto formal, la 'textura' de la imagen y el tratamiento narrativo. El director Kyle Edward Ball, inspirado en un más que llamativo debut, ofrece una obra que sumerge en lo singular, lo inquietante y lo aterrador.

Imagen que ejemplifica cómo se muestran las situaciones en 'Skinamarink'
Imagen que ejemplifica cómo se muestran las situaciones en 'Skinamarink'
(Shudder)

La película apuesta por una fotografía nocturna con grano y de baja resolución, elección que conecta con la época en que transcurre la historia (1995) y que además va encaminada a que no se vea bien lo expuesto en pantalla para que, en el marco de la oscuridad, se generen los efectos buscados en el espectador. Su composición escénica se articula en esa misma dirección. La plasmación de Ball se rige por la directriz de que lo que sucede nunca se muestre del todo, y ahí entran en juego el fuera de campo, los planos y encuadres atípicos (del techo o que dan información visual parcial) y, por supuesto, el sonido, fundamental en esta concepción.

El enfoque y la dinámica consiguen que uno sienta e intuya lo que ocurre mientras actúa la carga de la rareza y de la sugestión, potenciada por sonidos lejanos, susurros, puertas entreabiertas, luces que se apagan y encienden, voces cada vez más turbadoras y, en especial, mediante el tono sostenido. Skinamarink recurre en gran medida a los planos fijos entregados a la densa y profunda oscuridad, fijación que inocula el miedo al aguardarse que el mal se proyecte en las sombras y que haya un sobresalto. Por aquello de ir enseñando con calma distintos puntos de la casa en la noche asoma el recuerdo de Paranormal Activity, pero por suerte la evocación se queda en ligera reminiscencia.

Cartel de 'Skinamarink'
Cartel de 'Skinamarink'
(Shudder)

Skinamarink se ve en tensión y con inquietud latente, razón por la que en ocasiones, ante esas imágenes de oscuridad con grano, uno prefiera, por 'protección', entrecerrar los ojos, desviar la mirada o tapar parte del campo de visión con la mano. Lo mejor, y lo irónico, es que en la mayor parte de las situaciones no pasa nada. La habilidad del filme reside en su capacidad para interesar por su tratamiento formal y por canalizar el miedo a pesar de que enseñe poco.

No obstante, al avanzar el relato, en lo sostenido se cuelan la reiteración y la redundancia, sumándose el factor de que se nota que el autor acaba gustándose demasiado en ese cauce. Lo detectado no quita mérito a lo suscitado, favorecido asimismo durante el proceso por detalles de raíz experimental como algunos planos indescifrables, el modo en el que se expone la desaparición de objetos (el inodoro) o en que una silla ha quedado 'pegada' al techo.

Más allá de señalar la singularidad que deparará el tratamiento, el inicio con los dos hermanos, niño y niña, jugando con un transistor en el pasillo anuncia el foco expositivo desde su situación. Tras el pasaje en torno a la caída del pequeño por las escaleras, la narración muestra su soledad en la silenciosa casa. Sus padres no responden y ellos, al oír y sentir cosas, se instalan en la planta de abajo, en el salón, para sentirse más seguros.

En esa habitación se ponen el televisor, cuya primera imagen encendiéndose sola y brillando con fuerza en la noche remite claramente a Poltergeist, el clásico de Tobe Hooper, al igual que esas imágenes con los niños de espaldas. En la pantalla ven dibujos antiguos, los cuales constituyen un asidero frente a la inquietud, aunque los fragmentos mostrados van con intención al enlazar a su manera con lo que sucede en ese momento.

La soledad de los menores se acompaña de la circunstancia de las voces siniestran y malignamente distorsionadas que les llaman y les dan órdenes. Una de ellas da pie a la secuencia más aterradora de Skinamarink, la que tiene lugar en el dormitorio de los padres: la petición de mirar debajo de la cama, la presencia de la madre de espaldas, el aviso de que se tape los ojos y de que hay alguien más… También sobresale en ese sentido la del sótano, en cuyo marco se muestra la primera imagen frontal (con susto de por medio).

FICHA TÉCNICA

Cartel de 'Skinamarink'
  • Director:

    Kyle Edward Ball

  • Género:

    Terror

  • País:

    Estados Unidos

  • Sinopsis:

    Dos niños se despiertan en mitad de la noche y descubren que su padre ha desaparecido, y que todas las puertas y las ventanas de su casa tampoco están. ​

  • Guion: Kyle Edward Ball

  • Reparto: Jaime Hill, Ross Paul, Lucas Paul, Dali Rose Tetreault

  • Duración: 100 min.

  • Distribuidora: Filmin

  • Estreno: 27/10/2023

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