Crítica de 'Una bonita mañana'

Pocos cineastas son tan expertos como Mia Hansen-Løve a la hora de capturar los ritmos y la trascendencia de lo cotidiano, evocando el paso del tiempo entre las escenas y los cambios que lo acompañan, y demostrando hasta qué punto los objetos que nos rodean –una colección de libros, por ejemplo– funcionan a modo de inventario vital y afirmación de identidad.

Y para entender la inconfundible autenticidad que logra transmitir en el proceso conviene recordar que todas las ficciones de la francesa se inspiran o en su propia vida o bien en las de sus allegados. Para hacer Una bonita mañana en concreto, se inspiró tanto en la muerte de su propio padre como en su relación con el cineasta Laurent Perreau, con quien tuvo a su segunda hija. 

Su protagonista es una joven madre viuda repentinamente enfrentada a dos sentimientos aparentemente incompatibles. Por un lado está rota de dolor por la enfermedad neurodegenerativa que acelera el declive físico y mental de su progenitor; por otro, se está enamorando de un hombre, abriéndose a un tipo de felicidad que ya no creía volver a ser capaz de sentir, y dejando que la presencia de la mortalidad en su vida despierte su necesidad de contacto carnal.

Léa Seydoux personifica magníficamente esa dicotomía, encontrando en el personaje un vehículo idóneo de su excepcional capacidad para expresar mucho –mucha vulnerabilidad, mucha tristeza, mucha resiliencia– aparentemente haciendo más bien poco. A través de Una bonita mañana, en otras palabras, Hansen-Løve traza otro de sus retratos discretamente íntimos de mujeres que tratan de mantenerse a flote entre una sucesión de altibajos familiares, afectivos y profesionales, inseguras de sí mismas y algo perdidas, condicionadas por sus deseos imperfectos y en todo caso resueltas a ir ajustándose y adaptándose. 

Y en el proceso, como de costumbre en su cine, evita el miserabilismo y los grandes aspavientos melodramáticos, dejando que las emociones emerjan de forma orgánica en lugar de imponérnoslas, centrándose en la mundanidad de su protagonista y la serenidad con la que acepta que, en cualquier caso, hay que seguir; la acompaña en su particular viacrucis a través del sistema sanitario francés, le deja experimentar el gozo de un helado compartido o un paseo por Montmartre, y nunca se detiene más de lo estrictamente necesario ni en lo bueno ni en lo malo.

Como la vida misma, pues, Una bonita mañana avanza sin respetar ese tipo de distinciones, ni discriminar entre lo crucial y lo banal, ni tener en cuenta estructuras narrativas convencionales. A cambio, propone una sucesión de repeticiones y pequeñas variaciones que acumulan pegada dramática de forma sutil, a medida que los personajes se ven inmersos una y otra vez en las mismas situaciones –la búsqueda de una residencia para ancianos, una ruptura amorosa seguida de una reconciliación primero y de una nueva ruptura después– y así ponen a prueba su facultad para mirar hacia adelante sin esperar finales felices, asumiendo con deportividad que lo que amamos es tan efímero como lo que nos pesa, y que sufrir una pérdida es necesario para experimentar un renacer.

FICHA TÉCNICA

Una bonita mañana

• Director:

  Mia Hansen-Løve

• Género:

  Romance. Drama

• País:

  Francia

• Sinopsis:

  Una mujer con una hija de ocho años vive con su padre, que padece una enfermedad neurodegenerativa. Mientras lucha por conseguir un hogar de ancianos decente, se encuentra con un amigo con el que inicia una aventura... aunque éste se encuentre en una relación.

• Guion: Mia Hansen-Løve

• Reparto: Léa Seydoux, Melvil Poupaud, Nicole García

• Duración: 112 min.

• Veredicto: Confirma el talento de su directora para conmover sin imponer el drama.

• Distribuidora: Elastica Films

• Estreno: 31/3/2023