Crítica de 'Almas en pena de Inisherin'

A estas alturas ha quedado suficientemente claro que la gran baza de Martin McDonagh como director es su situación de privilegio para hacer películas basadas en guiones escritos por el aclamado dramaturgo Martin McDonagh. 

Si su cuarto largometraje confirma su relativo desinterés en la narración puramente visual, asimismo también reitera qué brillante puede llegar a ser haciendo aquello que se le da bien: componer largos intercambios de diálogos más bien inexpresivos pero llenos de sustancia filosófica que insinúan abismos existenciales, concebir el tipo de momentos cómicos que causan nudos en la garganta, y permear lo mundano con lo brutal y sangriento.

En concreto, Almas en pena de Inisherin conecta de forma especialmente estrecha con la película que lo dio a conocer como cineasta, Escondidos en Brujas (2008), tanto porque ambas están protagonizadas por Colin Farrell y Brendan Gleeson como porque, si entonces McDonagh habló de una amistad forjada en las circunstancias menos propicias, ahora adopta la retórica del folclore, el mito y la parábola para contemplar una camaradería que de repente se desintegra.

Los protagonistas de la ruptura son dos habitantes de una diminuta isla irlandesa. Han sido íntimos toda la vida, pero Colm (Gleeson) acaba de decidir que no quiere saber nada más de Pádraic (Farrell) y este no entiende nada; su universo de por sí es demasiado pequeño como para poder permitirse una deserción como esa, y su lógica consternación empieza a dar paso a la rabia. 

Inicialmente nosotros tampoco lo comprendemos, aunque captamos la hondura de la desesperación de Colm en cuanto promete que se cortará un dedo cada vez que su examigo intente hablarle. Y, mientras se nos introduce con asombrosa precisión en ese mundo y en esos modos de pensar y de hablar, vamos viendo cómo dos formas distintas de ego masculino herido y de obstinación ciega emprenden una marcha en sentidos opuestos hacia la destrucción mutua, arrastrando entretanto a quienes se encuentran en su órbita.

Almas en pena de Inisherin transcurre en 1923, al final de una terrible guerra civil que enfrentó entre sí a vecinos y hermanos. ¿Son Pádraic y Colm símbolos de las facciones opuestas que dividen su país? McDonagh, es cierto, nos muestra lo que sucede cuando un humano, un grupo o un gobierno decide cortar la comunicación con otro, pero la película funciona mejor como retrato de otra forma de guerra, entre dos cosmovisiones. 

Pádraic es benévolo y afectuoso pero aburrido e insustancial, una pérdida de tiempo para alguien como Colm, que es músico y aspira a dejar huella en el mundo. ¿Y qué importa más? ¿La amabilidad o la virtud? ¿La felicidad ignorante o el talento atormentado? ¿Disfrutar el momento o trabajar en un legado?

En lugar de empujarnos a tomar partido por una u otra postura, la película prefiere dedicarse a buscar la combinación perfecta de mordacidad retratando de hombres testarudos y pueriles, humor seco y negruzco dando voz a sus intercambios verbales y una melancolía absolutamente demoledora dejando claros los efectos corrosivos de nuestras insatisfacciones y ansiedades más profundas. El término “tragicomedia” fue ideado con obras como esta película en mente. Adjetivos como “exquisita” y “cautivadora” también.

FICHA TÉCNICA

Almas en pena de Inisherin

• Director:

  Martin McDonagh

• Género:

  Drama. Comedia

• País:

  Reino Unido

• Sinopsis:

  Dos amigos de toda la vida se encuentran en un callejón sin salida cuando uno rompe la relación.

• Guion: Martin McDonagh

• Duración: 114 min.

• Reparto: Colin Farrell, Brendan Gleeson

• Veredicto: Ofrece el mejor catálogo posible de las virtudes de su director.

• Distribuidora: Disney

• Estreno: 3/2/2023