Un sutil Escocia-Inglaterra en 'Whisky a gogó'

Pasan muchas cosas bajo esa superficie en apariencia tranquila de Whisky a gogó, el clásico de la comedia británica de la Ealing dirigido por Alexander Mackendrick en 1949. Pasa el whisky, por supuesto, por esa pequeña isla del archipiélago de las Hébridas [la ficticia Todday, con dos pueblos enfrentados: Garryboo y Snorvaig] que ve con horror el desabastecimiento del néctar patrio escocés y se dispone a apropiarse del cargamento de whisky en la bodega de un barco (el SS Cabinet Minister) encallado en la costa, contra la opinión de las autoridades aduaneras británicas. Pasa, como no, un enfrentamiento subrepticio entre lo isleño (lo escocés elevado al cubo) y lo inglés. Y pasa también, de refilón, pero pasa, el fútbol (algo que no sucede en casi ninguna película de la Ealing, por cierto, filmes con muy pocos guiños balompédicos).

De la unión de esos tres elementos esenciales del acervo popular británico surge un diálogo entre el personaje más vilipendiado, la piedra de toque cómica del filme, el inglés entre scots, el capitán Waggett, encargado del orden público en la isla e interpretado por Basil Radford. El bueno (y rancio) de Waggett, siempre dispuesto a resaltar los defectos de los lugareños a los que jamás ha acabado de comprender, usa el fútbol para explicar esas diferencias entre el orden y la ley inglesas y el aparente libertinaje de los escoceses. "Están locos estos escoceses", le faltó decir. Así se lo cuenta al sargento Odd, el otro inglés de la película (el bueno):

"Intenté introducir el fútbol en la isla. Me costó muchísimo conseguir un balón y lo llevé a la escuela. Tuve que hacer de árbitro y pité una falta en contra de Garryboo. Más que una falta, fue una agresión deliberada. Entonces uno de ellos, el capitán del equipo, corrió hasta la línea de fondo y chutó el balón al mar".

Whisky, Inglaterra-Escocia y fútbol, con Mackendrick de barman: cóctel ganador.