Alberto Sordi y el diletante Borgorosso F. C.

Sandro Rosell nunca vio El presidente del Borgorosso Football Club (1970), pero yo no dejo de preguntarme… ¿Qué habría hecho en su lugar el gran Benito Fornaciari?

Juraría que ni el ex presidente del Barça, ni el mandamás actual, ni tampoco Florentino Pérez, ni siquiera Enrique Cerezo (aunque quizá tenga los derechos de la película en España), han visto jamás aquella película futbolera tan absolutamente reveladora sobre la figura de los máximos responsables de los equipos de fútbol. Ni la modernidad ni las Sociedades Anónimas han mejorado el paisaje.

Es por eso que su respuesta a los problemas de sus clubes nunca podrá ser tan creativa, ni tan cachonda, claro, como la del personaje de Alberto Sordi en esta comedia loca de Luigi Filippo D’Amico que puso en manos del talentoso cómico romano un imaginario club de la región Emilia-Romagna en apuros.

El club bianconero (luce una camiseta como la Juve) salvará milagrosamente la categoría incluso a pesar de que su nuevo presidente no tiene, inicialmente, el más mínimo interés en el fútbol. Ni repajolera idea. Benito Fornaciari, un meapilas que ha heredado el club de su padre, acabará sin embargo tomando las riendas del equipo como entrenador. De desastre en desastre hasta la victoria final: un fichaje galáctico (Omar Sívori, ídolo ítaloargentino de la Juve, que acababa de retirarse en el Nápoles) y un golpe de autoridad in extremis devuelven la ilusión de los tifosi por su equipo, el ficticio Borgorosso Football Club.

¿Ficticio? ¡Ja! Fundado para el guión de la película en 1919 en la ciudad inventada de Borgorosso (la película se rodó en Bagnacavallo y en el estadio de Lugo, pequeñas villas cercanas a Rávena), con ecos de la auténtica historia de la súbita ascensión a finales de los 60 de la Associazione Calcio Cesena, el mito de la película dio paso a un auténtico Borgorosso Club de Fútbol: el 15 de junio de 2006, el día que Alberto Sordi hubiese cumplido 86 años, se fundó en Roma el Borgorosso Football Club 1919, patrocinado por la Fundación Alberto Sordi y como respuesta a su expresa voluntad futbolera. Él quería tener un equipo, aunque al parecer duró poco y no ha dejado rastro desde 2011, cuando militaba en la Seconda Categoria F Lazio, en la Lega Nazionale Dilettanti (Aficionados), la octava categoría de la pirámide del fútbol italiano.

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