OPINIÓN

Día 6: Primeros favoritos

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Puede que al final no se lleve nada pero está claro que pocas películas son “tan Sitges” como Super. En buena medida por la personalidad arrebatadora de James Gunn, su guionista y director. Gunn es el autor de las versiones cárnicas de Scooby-Doo, donde dio muestras de su habilidad para pervertir los códigos pop más naïfs, y del libro El coleccionista de juguetes (editado en España por Mondadori). Criado en la serie B más tiñosa, la de Kauffman y su empresa Troma, Gunn demuestra en Super estar hasta los mismísimos de que las grandes majors se hagan de oro con los héroes de su niñez: Batman, Spider-Man y demás. En el fondo le pasa lo mismo que a su amigo Mark Millar, autor de ese clásico instantáneo que es Kick-Ass. Bien, pues Super es la versión biliosa de esta rabia fanática. Rainn Wilson (el de The Office, versión yanqui) es un tipo patético que decide emprenderlas con el mal a la que un guaperas Kevin Bacon le roba la novia. A su lado tendrá a Ellen Page en la versión postfeminista y muy cabreada del Robin de Batman. No es Kick-Ass, repetimos. Aquí no hay espacio para el humor y sí para la violencia más gratuita.

SuperCrimsonBolt

Y hablando de violencia gratuita, llega el padre de todos los mamporros, el sin par Takeshi Miike. El hombre que ha filmado la consumición de la raya de droga más kilométrica de la historia (Dead or Alive, 1999) parece estar harto de que le consideren un tipo excesivo. Así que ha decidido comerse un sasimi de diazepan y controlar sus pulsiones nerviosas en 13 Assassins. Hay quien dice que lo hizo para ganar por fin un premio (el León de Oro), en Venecia. Ha tenido mala suerte al japonés: para una vez que se pone clásico, va y le roba los honores otro hiperbólico de tomo y lomo como Álex de la Iglesia y su Balada triste de trompeta… Pero, en fin, ese era otro festival.

13assassins Entre la gente mayor estuvo Roger Corman, que nos contó que Nicolas Cage le ha ofrecido rodar una película de terror gótico. Puede que Nic sea risible con sus múltiples pelucones, bisoñés y gatos cabeceros, pero hay que reconocer que el tipo tiene un par. Todos los cinéfilos le estaremos eternamente agradecidos por recuperar al mejor Werner Herzog el año pasado en Teniente Corrupto. Si repite hazaña con el siempre vital Corman es para levantarle un monumento. Nada que ver con otra antigua vestal del cine europeo, Valeria Marini, la protagonista de Bámbola (Bigas Luna, 1996). Llegó con motivo de I Want to Be a Soldier (de Christian Molina), hecha un gurruño colgandero. Da pena comprobar que no siempre quien tuvo retuvo.

Desde Sitges, la crónica de Rubén Romero.

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