Yago García Redactor 'Cinemanía'
OPINIÓN

'Juego de tronos': Las llaves del reino

Para bien o para mal, el culebrón medieval-fantástico de HBO cambió para siempre las reglas del juego televisivo. 
Emilia Clarke y Kit Harington en 'Juego de tronos'.
Emilia Clarke y Kit Harington en 'Juego de tronos'.
Cinemanía
Emilia Clarke y Kit Harington en 'Juego de tronos'.

No todo van a ser novedades en esta vida: CINEMANÍA rescata los shows que hicieron historia de la TV con esta colección de artículos. Bienvenidos a nuestros Clásicos en serie.

Durante ocho años, de 2011 a 2019, Juego de tronos fue el titán a cuya sombra se movía el resto de la ficción en TV. Mientras la serie de HBO estuvo en antena, sus detalles más nimios motivaban a una horda de seguidores dispuestos a tomar las redes para cantar sus alabanzas, primero, y para ponerla a caer de un guindo, después. Pero ahora que la saga de los Stark y los Lannister ya es historia, ha llegado el momento más difícil: el de evaluarla.

Por la parte positiva, hay que decir que este culebrón medieval-fantástico empezó bastante bien. Más allá de su apelación al sexo y la violencia para ganarse titulares, los showrunners David Benioff y D. B. Weiss aprovecharon las virtudes de un original (el meganovelón Canción de hielo y fuego, de George R. R. Martin) lleno de cliffhangers, de personajes molones y de momentazos épicos.

Asimismo, el show puso de manifiesto el potencial del género de fantasía para atraer a las masas semana tras semana, apoyándose en grandes presupuestos y en un trasfondo alambicado en apariencia, pero en el fondo muy accesible.

Pese a estas virtudes, sin embargo, Juego de tronos no tardó en torcerse. Algo que no se debió tanto a la necesidad de seguir con la trama más allá de donde la dejó Martin en sus libros, sino al olvido de que esta era, ante todo, una deconstrucción llena de humor negro que enfrentaba a una sociedad especialmente brutal con las mentiras (caballerescas y feudales, en este caso) que esta se cuenta a sí misma. 

Empeñada en exprimir su éxito, tomándose demasiado en serio su trama de folletín y apoyándose en un reparto que, en muchos casos, no era para tanto, la serie llegó a su final bamboleándose como un dragón zombie, y, como suele suceder, ofreció un colofón que no satisfizo a casi nadie. Aun así, su huella sigue presente: solo el tiempo dirá a dónde nos lleva.

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