OPINIÓN

Oscar y yo

Oscar y yo
Oscar y yo
Oscar y yo

He seguido la gala de los Oscar desde que tengo uso de razón, pero en las cuatro ediciones anteriores a la de este 2013 tuve la inmensa suerte de comentarla en Canal +. Si me lo hubieran anunciado hace un par de décadas, o sólo cinco años atrás, habría tomado al mensajero por loco. A toro pasado, la experiencia ha resultado fabulosa, enriquecedora y excitante, pero también agotadora: ver en poco más de un mes todas las películas, cortos y documentales (aunque contaran con una nominación), preparar la información, sabiendo que muchos datos sólo se usarían para los ganadores, y acumular cantidades industriales de trivia (bendita IMDb que estás en las redes) ha supuesto un alucinante viaje al fondo de mi pasión por el cine.

Me gustaba pensar que esas cuatro ediciones se habían fijado a mi memoria de una manera especial, pero ahora compruebo que las imágenes se disipan, y es bueno que así ocurra porque si lo recordara todo sería el memorioso Funes de Borges, quién quiere eso. Hugh Jackman bailó y cantó más que bien, Steve Martin y Alec Baldwin me hicieron llorar de risa con su parodia de Paranormal Activity, James Franco encarnó la pura desidia mientras la pobre Anne Hathaway reía nerviosa y Billy Crystal me atravesó cordialmente sin provocar aquella hilaridad de antaño. Los Oscar a mejor película esos años fueron para Slumdog Millionaire, En tierra hostil, El discurso del rey y The Artist; leídas en orden cronológico conforman una minihistoria del cine, pero también una cartografía emocional porque esa lista tiene frase en la película de mi vida.

Valga esta columna para agradecer la confianza de Canal + y la ayuda inestimable de los compañeros de mesa (mención especial a la generosidad absoluta de Juan Zavala), así como los elogios, apoyos o críticas (no sólo las constructivas, también las desdeñosas) de los espectadores. Lo pasé bárbaro, oigan.

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