Colores y cristales

Si hacemos caso a La red social (David Fincher, 2010) o The Playlist (Per Olav Sørensen, 2022), Facebook y Spotify nacieron, entre otras circunstancias, gracias al chispazo de rencor anidado en el rechazo que experimentaron sus creadores. Hagamos caso a esa visión de las ficciones basadas en hechos reales: el resentimiento es un potente motor de doble filo que lo mismo empuja que hunde.

The Playlist, una serie absorbente sobre el origen y crecimiento del famoso servicio de streaming musical, se plantea como narración coral para demostrar que existen tantas versiones de una misma historia como protagonistas.

En este caso, cada uno de sus seis capítulos se centra en la visión de distintos personajes involucrados en el proceso: el creador de la idea (basada en optimizar webs piratas), el ejecutivo de una gran discográfica (en principio se niega a negociar), la abogada de la compañía (se inventa el gratis inverso, es decir, añadir obstáculos a la versión de pago si no se paga por ella), el programador informático (introvertido, apocado y utópico), el socio inversor (¿alocado y arriesgado?) y, finalmente, una cantante que se manifiesta contra la plataforma.

Aunque abuse de los efectos eureka y sufra altibajos descriptivos, la serie plantea debates pertinentes sobre el uso ético de las nuevas tecnologías aplicadas a los derechos de autor, sobre todo en ese sexto capítulo ambientado en un futuro próximo (totalmente ficticio, pero probable): ¿ganan las industrias tecnológicas y discográficas en detrimento del artista, explotado y empequeñecido a base de likes?

Habla el actor Matthew Perry en su autobiografía Amigos, amantes y aquello tan terrible del Chandler que interpretó en Friends: por fuera era la carcasa idílica del personaje perfecto, pero, por dentro, Matty era un abismo de vacío, inseguridad, dolor, miedo y adicción. Nada es lo que parece. Todo, contado, gana.