¿Tú también, primo mío?

El mes pasado cometí el error de dejar que mi primo Ricardo (ex asistente personal mío) escribiera en esta, MI sección, de la revista. Se supone que tenía que contar la VERDAD de cómo era trabajar a mi lado pero en vez de eso me encontré una sarta de mentiras y cosas sacadas de contexto que me asquearon profundamente, como por ejemplo: “ser su personal assistant, como dice él, significa, entre otras muchas cosas, que el cab**n puede disponer de mí cuando quiera” (sic) o “llevo ya más de seis meses con él y todavía no he visto un duro” (sic) o “tengo que hacerle las ingles brasileñas” (sic también). La culpa es mía por ser así de confiado y de buena persona. Por supuesto que lo he despedido, pero además le he escrito una carta abierta:

Querido primo Ricardo:

No entiendo cómo has podido escribir todo eso sobre mí. ¿Has vuelto a beber entre horas? Son tantas las falsedades que no sé por dónde empezar. Por ejemplo, dices que no te he pagado en todo el tiempo que llevas conmigo, pero no cuentas que soy YO el que paga las comilonas que te metes, tragonazo. Que antes de que traigan el primer plato ya te has zampado dos panes. Por cierto, aprovecho para decirte que el pan que te corresponde es el que está situado a la izquierda, y que comes con la boca abierta. A lo mejor es verdad que no has tenido un “sueldo” como quien dice normal, pero parece que se te olvida que te compré dos trajes en Cortefiel para que fueras un poco presentable y que en tu cumpleaños te regalé el Blu-ray de El diablo viste de Prada edición coleccionista, que te conseguí entradas para que llevaras a uno de tus ligues al musical Marta tiene un marcapasos, etcétera, etcétera… Eres un desagradecido. Has vivido muy bien a mi costa y lo que he recibido es una puñalada. Nuestros caminos se separan. Que te vaya bien.

Se despide tu primo Joaquín.

P.D.: El título es una adaptación de la celebre frase que pronunció Julio César al ser apuñalado por su hijo Brutus, pero tú qué vas a saber si eres un zote.