SAINTS ROW: THE THIRD – Como una cabra

SAINTS ROW THE THIRD es un carismático sandbox con más violencia, más sexo y más de todo de lo que sería recomendable para cualquier juego políticamente correcto. Si los GTA siempre generan polémica, no entendemos como éste nuevo SAINTS ROW ha llegado a las calles. Tal vez el tono de desenfadado cachondeo consiguiese quitar hierro al asunto de la ultraviolencia gratuita.

El caso es que es un juego loco, loco, loco que te permite hacer todo el mal que puedas imaginar (excepto fundar un banco) por las calles de una gran ciudad. A pesar de lo que pueda parecer, existe una historia que nos plantea una guerra entre bandas para dominar el hampa de la ciudad, pero al final se reduce en ver quién la hace más gorda y en ir pegando a la gente por la calle. Y no podemos negar que es muy divertido. Divertidísimo.

Desde el principo del juego, el nivel del libertad (o libertinaje, todavía no lo tenemos claro) es total. Sólo crear tu personaje supone pasar un rato divertido. ¿Un pokero de lo más malote? Pues vale. ¿Un faquir con piel de zafiro disfrazado de gato de peluche? También. No hay límite a la hora de crearte un personaje tan estrafalario como puedas imaginar, y además vestirlo como tu abuela (por ejemplo). A partir de ahí, deberás devolver a los Row, tu banda de amigos y delincuentes preferida, su trono en la ciudad. Pero lo realmente importante es todo lo que vas a hacer mientras.

Si en algún momento, decides que no tienes suficiente pandilocura, puedes aumentar la dosis de desenfreno jugando en red. El multijugador de SAINTS ROW THE THIRD es una experiencia que sólo se puede describir como una mezcla de muchos colores, gente perturbada, todo tipo de vehículos, cualquier (CUALQUIER) cosa que pueda ser usada como arma y ganas de usarlas. Una experiencia impagable.

Es un juego que técnicamente no es para volverse loco (te vuelve loco por otros motivos), pero es muy, muy, muy divertido. Extremadamente divertido, porque… ¿Quién no quiere ir por la calle haciendo el cabra y con un gran poder de destrucción? Es por eso que este juego plantea un dilema moral: me estoy divirtiendo jugando a que pego a gente corriente por la calle sin ningún tipo de motivo. Y me gusta, me gusta mucho.

Si quieres desarrollar tus psicopatologías sin hacerle daño a nadie y de manera nada terapéutica, éste es tu juego. El único juego, por cierto, donde podemos golpear a otra persona hasta la muerte con une enorme dildo púrpura en medio de un parque no está mal visto.

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