Un proyecto de:

Soy Alfredo

SUSANA RODRÍGUEZ

TRIATLÓN

Minusválido es la única palabra que no acepto. Ninguna persona vale ni menos ni más que otra

La gallega Susana Rodríguez nació con albinismo, condición de la que se deriva una discapacidad visual. Esto no le ha impedido labrarse una carrera deportiva en el mundo del triatlón, ser la primera médica ciega de España y vivir sola.

Blancanieves y Copito de Nieve son algunos de los apodos que los compañeros de clase dedicaban a Susana Rodríguez en el colegio cuando era menor. La viguesa, médico, ciega y oro en Tokio 2020, es la siguiente protagonista de #SoyAlfredo, una iniciativa de Iberdrola que me permite descubrir en primera persona los éxitos deportivos de diversas figuras paralímpicas. En este viaje, he sumado más de 20 horas entre trenes y taxis, he comprobado también que mi condición, espina bífida, no es tan limitante como yo pensaba. Viajar hasta Vigo con un cambio de estación incluido era impensable en mi cabeza hasta que se me planteó el reto de entrevistar a nuestra siguiente invitada.

Los motes de Susana Rodríguez nacen de su albinismo, condición que comparte con Adiaratou Iglesias  y que le afecta desde una doble vertiente. “En primer lugar, están los problemas de la piel, ya que es muy sensible a la radiación solar. Lo es tanto que, si no usas protección, te quemas, y eso a la larga puede generar un mayor riesgo de tener diferentes tipos de cáncer de piel”, cuenta Rodríguez. “Por otro lado, el tener unos ojos especiales deriva en una discapacidad visual muy grande”, continúa.

«Una persona con discapacidad puede
ser totalmente independiente y hay gente
que no lo sabe»

Estos ojos los cubre con unas gafas negras que pueden parecer mágicas. “Realmente no mejoran la visión. Tienen filtros y hacen que cambie la luz”, explica.

Gracias a su forma diferente de ver la vida, los insultos que le propinaban por ser albina no repercutieron en la joven, sino que su caso es sinónimo de superación. “Siempre tuve mucha facilidad para relatar lo que me pasaba a mi familia. Además, he contado con un entorno muy cercano que me hacía tener confianza en mí misma. Por ello, me afectó menos de lo que me podría haber afectado si hubiera tenido otro tipo de carácter”, refiere Rodríguez.

Tras la conclusión de su etapa escolar, tomó una decisión: quería seguir formándose. Empezó Fisioterapia, carrera a la que llegó por una unión de factores. “La estudié porque me gustaba medicina, pero la gente me decía ‘Tía, que medicina a ver cómo va a ser, va a ser demasiado y en fisioterapia, básicamente trabajas con las manos’. Entonces, cuando tenía 18 años, acabé el bachillerato y no me paré a pensar”, explica.

Estar cerca de su Vigo natal fue otra de las razones. Se matriculó en Pontevedra. “Allí había un centro de tecnificación deportiva donde podía vivir y entrenar”, cuenta quien en ese momento estaba preparando su participación en los Juegos Paralímpicos de Pekín de 2008.

Lo hacía para participar en atletismo, disciplina en la que también compite Desirée Vila. Tras quedarse fuera de la cita olímpica, tomó una doble elección: ponerse a estudiar Medicina y pasarse al paratriatlón, actividad deportiva que comparte con Eva Moral. Son tres pruebas y la que más le gusta es la carrera a pie “porque la sensación de libertad que me da correr no me la da ninguna otra cosa y porque es en este segmento, que es decisivo, en el que escuchas más a la gente al pasar por su lado”.

El cambio a nivel académico fue brusco, pero acabó adaptándose. “En vez de 50, éramos 160 alumnos en clase. Imagina lo que era para mí que no veo y no podía reconocer a mis compañeros por la cara”, rememora. “Afortunadamente, el trato con sus compañeros fue bueno, pero la relación con los profesores fue modificándose con el paso de los cursos. “Durante el primer y el segundo año, cuando hablaba con ellos por alguna cosa que necesitaba de adaptaciones, no me decían nada, pero creo que les pareció un poco raro que una alumna con este tipo de discapacidad estuviera en el aula. Según iban pasando los cursos, todo era mucho más accesible. Cuando iba a hablar con alguien, le decía ‘Necesito esto, esto y esto’ y ya no había preguntas. Ya era ‘vale, pues ya está’”, cuenta sobre una etapa que califica como muy bonita.

apoyo fundamental

En este momento de su vida, comenzó a darse cuenta de la importancia de los patrocinadores para el desarrollo de su carrera deportiva. “Aunque ahora soy embajadora, Iberdrola me lleva apoyando desde hace tiempo. Estando en quinto de Medicina, me apunté a unas becas de estudios que tenían para deportistas paralímpicos”, explica.

Todo ello para que pueda compatibilizar su vida deportiva con su vida personal. “Es más complicado cuando ya estás en el mundo laboral, porque al final, cuando eres estudiante, tienes responsabilidades, pero pueden ser algo flexibles”, explica quien estuvo ejerciendo como médico durante un tiempo y sabe que volverá en el futuro.

Las competiciones deportivas han hecho que tenga que visitar diferentes países y vivir múltiples experiencias que le hacen ver que la sociedad trata diferente a las personas con discapacidad. “Me pasa, por ejemplo, cuando estoy en un aeropuerto porque voy a viajar, hago una pregunta y la persona que está en el mostrador le responde a mi acompañante como si yo no fuera entenderlo”, recuerda.

Susana ha sido de las que ha compatibilizado su carrera deportiva con la profesional. Se preparó el MIR a la par que los Juegos Paralímpicos de Río de Janeiro, aprobó el examen y sacó plaza para hacer la especialidad de Medicina física y rehabilitación en el hospital de Santiago de Compostela. “El día a día con los pacientes fue muy gratificante. En los cuatro años de especialidad, me sobran los dedos de una mano para para contar las experiencias que no hayan sido buenas”, rememora.

Los Juegos Olímpicos de 2016, su estreno. “Fueron una lección de aprendizaje muy grande. A nivel personal, porque son muchísimas emociones concentradas en una semana que estuvimos allí. También fue una lección a nivel deportivo, porque llegaba bien preparada y allí me di cuenta de que, si quería dar un paso al frente más y estar en el podio en los siguientes Juegos, debía buscar la excelencia en los entrenamientos”.

Este cambio de mentalidad hizo que llegara a los Juegos Paralímpicos de Tokio como una deportista más completa. Sumó un oro en paratriatlón y un diploma olímpico en 1.500 metros, siendo la primera española en disputar dos disciplinas en una cita de esta entidad.

Sus éxitos los comparte junto a su guía, figura que para Susana tiene una importancia brutal. No solo le acompaña en las competiciones, sino que es sus ojos en las ciudades que visitan.

A Tokio llegó tras serle diagnosticada una cardiopatía el año anterior a la cita paralímpica. Aunque nunca pensó en la retirada, ante el miedo que cogió, fue fundamental el apoyo de una psicóloga deportiva. “Ahora mismo no se me ocurriría nunca seguir trabajando la parte física y dejar la mental de lado”, revela.

«El día a día con los pacientes fue muy gratificante. En los cuatro años de especialidad, me sobran los dedos de una mano para contar
las experiencias que no hayan sido buenas»

«He contado con un entorno muy cercano que me hacía tener confianza en mí misma. Por ello, me afectó menos de lo que me podría haber afectado si hubiera tenido otro tipo de carácter»

vida independiente

Meses antes de los Juegos Paralímpicos de Tokio, Susana Rodríguez fue portada de la revista Time por su particular historia compaginando el deporte de alta competición con el ejercicio de la medicina durante la pandemia de la covid-19. Fue solo un hito más en el camino de esta luchadora a la que hay una sola palabra que no le gusta de todas las que hacen referencia a las personas con discapacidad: “Minusválido es la única que no acepto, porque si vamos a lo que quiere decir, es que vale menos que, y yo creo que ninguna persona vale ni menos, ni más que otra”.

Desde su experiencia, Susana ha identificado un problema que tiene la sociedad con las personas con discapacidad. “Podemos ser totalmente independientes y hay gente que no lo sabe”, explica.

Lo cuenta quien en el momento de la entrevista estaba organizándose para irse a vivir a un piso junto a Yellow, un perro guía. “Estoy ilusionada. Creo que para cualquier persona es ilusionante tener su propia casa”, reconocía. A pesar de esta ilusión, sufría en sus carnes las complicaciones de cualquier nuevo propietario. “Es una cosa de locos, sobre todo el tema de la decoración”, confirma a la par que cuenta que acudió con su hermana un par de veces a una tienda de muebles.

París 2024 es su siguiente meta deportiva, pero es consciente de que se quiere dedicar a la medicina. Antes de viajar a los Juegos Paralímpicos que se celebraron en Tokio en 2021, se presentó a la oposición del Servicio Gallego de Salud y la aprobó. “Volveré más pronto que tarde”, asegura.

Futuro laboral que espera poder combinar con el deporte, incluso cuando deje la alta competición. “Me veo metida en algún proyecto en el que pueda transmitir a los niños lo que he aprendido con el deporte”, confirma. A pesar de este pensamiento, afirma estar abierta a lo que venga. “Muchas de las cosas que me han ido ocurriendo, nunca me las habría imaginado, Hay que estar receptiva a lo que vaya a llegar”, reflexiona “Dentro de 10 años, hacemos otra entrevista y a ver lo que podemos contar”, nos emplaza esta viguesa que en el momento de publicar este reportaje ya tenía puestos los ojos en su nueva aventura laboral.

Alayans Studio para IBERDROLAIdea creativa: Fedra Valderrey | Entrevistas y reportajes: Alfredo Quintana |
Producción: Bea Langreo | Audiovisual: Pablo Ballesteros| Diseño web: Sol García |