El cerebro reinventa nuestros recuerdos para hacernos más fácil vivir el presente

  • La memoria toma fragmentos del momento presente y los inserta en el pasado para que encajen mejor en nuestro mundo actual.
  • Un estudio anterior probó que es posible insertar falsos recuerdos en una persona.
  • Otros han mostrado que las preguntas de policías o jueces pueden inclinar a los testigos a recordar eventos que no son reales.
El plano del unicornio de Blade Runner, un "recuerdo" del detective Deckard.
El plano del unicornio de Blade Runner, un "recuerdo" del detective Deckard.
WARNER BROS
El plano del unicornio de Blade Runner, un "recuerdo" del detective Deckard.

Lo confiamos todo al cerebro y resulta que es un gran estafador. No engaña a los demás, nos engaña a nosotros mismos. En realidad sólo pretende hacernos la vida más fácil, más cómoda. Y para ello es capaz incluso de manipular nuestros recuerdos.

En Blade Runner, el detective Deckard (Harrison Ford) improvisaba unas notas al piano mientras “recordaba” la visión de un unicornio, algo del todo imposible. Nuestro cerebro no llega a tanto; no existe una Tyrell Corporation fabricando falsos recuerdos para todos nosotros. Sin embargo, sí somos capaces de reescribir el pasado insertando eventos del presente en recuerdos antiguos para que encajen mejor en nuestro momento actual.

Así lo aseguran científicos de la Universidad del Noroeste en un estudio del que se hace eco Materia. La memoria toma fragmentos del momento actual y los inserta en el pasado, lo que es una prueba más de que el funcionamiento de nuestra memoria se parece poco a un sistema de grabación digital.

“Cuando piensas en el momento en que conociste a tu actual pareja, es posible que recuerdes un sentimiento de amor y euforia”, afirma Donna Jo Bridge, autora principal del estudio. “Sin embargo, es posible que estés proyectando tus sentimientos actuales sobre el momento del encuentro original con esta persona”, añade. De alguna manera, los recuerdos se adaptarían a un entorno cambiante para ayudarnos a enfrentarnos a lo que es importante para la supervivencia en el presente.

Como la Tyrell con los replicantes

Anteriormente, Elisabeth Loftus, de la Universidad de California en Irvine, probó que es posible insertar falsos recuerdos en una persona. En una ocasión, logró convencer a un buen número de personas de que habían sorprendido a sus padres teniendo sexo. Luego, para introducir recuerdos irreales, convenció al 16% de los participantes en otro ensayo de que se habían encontrado con Bugs Bunny. Y más allá, aún consiguió que un 30% de los participantes recordase haberse encontrado al mismo conejo de los dibujos animados drogado y que además les chupó las orejas.

La novedad del estudio de Bridge es que trata de mostrar el momento en que el recuerdo falso se implanta dentro de la memoria existente. Los autores de esta nueva investigación descubrieron que la sala de montaje del cerebro en la que se editan los recuerdos como si de una película se tratase es el hipocampo.

Para realizar su experimento, se mostró a 17 individuos 168 objetos localizados en distintos lugares de la pantalla de un ordenador sobre distintos fondos, desde el fondo del océano hasta un paisaje rural, y se les pidió que recordasen su situación. A continuación, los investigadores pidieron a los participantes que localizasen los objetos en el mismo lugar que en el caso inicial, pero sobre un fondo distinto. En todos los casos, fallaron. En una tercera fase del estudio, se mostró a los voluntarios los objetos en tres lugares en la pantalla original y se les pidió que los colocasen en el lugar correcto. Las opciones que se les ofrecían eran la localización original del objeto, el lugar en el que ellos lo habían colocado en la segunda parte del experimento o una localización nueva.

“Los participantes elegían siempre la localización que habían escogido en la segunda parte”, explica Bridge. “Esto muestra que su recuerdo original de la localización había cambiado para reflejar la localización que recordaban sobre el nuevo fondo. Su memoria actualizó la información insertando la nueva información en el viejo recuerdo”, concluye.

Por último, cuando los investigadores cambiaron de nuevo el experimento y pidieron a los participantes que colocasen el objeto en una nueva localización distinta de la original, el pequeño cambio hizo que recordasen el lugar en el que estaba situado en la fase inicial de la prueba. Mientras realizaban estas pruebas, los participantes se sometieron a un sistema de imagen por resonancia magnética para observar su actividad cerebral y localizar el lugar y el momento en el que se estaban produciendo las modificaciones de la memoria.

Estudios sobre la memoria como los de Loftus han puesto en duda el valor de los recuerdos de los testigos de crímenes en los juicios. En algunos procesos por abusos sexuales a menores, la investigadora estadounidense mostró, por ejemplo, cómo algunas técnicas de psicoterapia empleadas para recuperar las memorias que sirvieron como base para la acusación habían puesto el sustrato ideal para insertar recuerdos falsos.

Entre las técnicas para recuperar recuerdos suprimidos por el trauma, se incluían síntomas tan comunes como la baja autoestima o el sentimiento de culpa como indicios de que el abuso había sucedido. Los terapeutas podían preguntar por posibles casos de incesto a personas que acudían a ellos por problemas psicológicos, e invitaban a los pacientes a buscar recuerdos ocultos imaginando posibles situaciones de abuso. Este tipo de consejos suponían una base propicia sobre la que colocar recuerdos irreales. Otros trabajos han mostrado que las preguntas de los policías o los jueces pueden inclinar a los testigos a recordar eventos que no son reales.

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