Viaje a la edad media a través de Carcassonne

A pocos kilómetros de la frontera norte de nuestro país hay una ciudad milenaria en la tierra de los cátaros, donde reinan los viejos castillos y los viñedos marcan las estaciones. Carcassonne, que durante siglos ha sido una fortaleza en la ruta entre mares, ha sabido adaptarse a los nuevos tiempos y ahora es un gran centro turístico que combina oferta cultural y de ocio con el agradable clima del sur de Francia.

Aunque los meses con más actividades son julio y agosto, cuando tiene lugar el famoso Festival de Carcassonne, final de año también es una bonita época para visitar la ciudad. Entre los días 5 y 31 de diciembre, sus calles se visten de Navidad y hay espectáculos y atracciones para los paseantes.

La ciudadela medieval de Carcassonne se encuentra en una meseta sobre la orilla derecha del río Aude, que ha sido habitada desde el siglo VI antes de Cristo por diferentes pueblos. El complejo que ahora forma la Citè fue construido entre los siglos XI y XIII, es de libre acceso y en él viven más de 100 vecinos que en su mayoría se dedican a la artesanía. Sus calles recrean la vida en la Edad Media y están repletas de pequeñas tiendas de regalos y restaurantes donde se puede comer a buen precio.

La fortificación de la ciudadela es un anillo doble de murallas con 53 torres, que suma 3 kilómetros y fue declarado Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO en 1997. Se puede conocer al detalle con una visita guiada que incluye la entrada al Castillo, al Museo Lapidario y al teatro Jean Deschamps en los meses en los que no hay festival. Las puertas de Narbona y de Aude son dos puntos de los muros que se pueden visitar por libre, al igual que la basílica de Saint-Nazaire, que también es de entrada gratuita. En el blog Más Viajes, Más Riqueza, se puede leer una visita reciente a esta parte de la villa.

Separada de la ciudadela por el barrio de Trivalle y los doce arcos de medio punto del Puente Viejo, la Bastide Saint-Louis es la otra cara de Carcassonne. Se trata del casco urbano de la ciudad, que con el paso de los siglos ha cambiado los fosos que le protegían por bulevares. La plaza Carnot es el centro de la vida y, junto con el edificio Halle aux Grains del siglo XVIII, acoge mercado las mañanas de los martes, jueves y sábados. El visitante puede acceder además a palacetes y varios edificios religioso, entre los que destaca la catedral de Saint-Michel.

A escasos 100 metros de la Bastide Saint-Louise está el puerto del canal du Midi, una de las vías navegables de Francia, que une la ciudad de Toulouse con la costa mediterránea a la altura de Setè. Carcassonne se encuentra hacia la mitad del recorrido de esta obra de la ingeniería del siglo XVII, que fue declarada Patrimonio Mundial por la UNESCO en 1996. El entorno del canal es muy comercial y está preparado para dar largos paseos a pie, en calesa, en bicicleta o en barco. Para quienes dispongan de su propia embarcación, el puerto ofrece todo tipo de servicios.

Otro lugar de recreo es el complejo de ocio Raymond Chésa, en el entorno de la ciudadela, que ocupa unas 40 hectáreas de paisaje natural alrededor del lago Caveyère. Además de playa, senderos y áreas acondicionadas para hacer picnic, las instalaciones incluyen un mini golf, pistas de voley-playa y un parque acrobático forestal.