A 350 kilómetros de Atenas, en la región de Tesalia, norte de Grecia, hay una serie de construcciones que hacen justicia al adjetivo increíble. Al ver los Monasterios de Meteora por primera vez, el viajero se pregunta sorprendido cómo se las arreglaron sus constructores para levantarlos sobre atalayas de roca de hasta 613 metros de altura hace más de 600 años.
Siglos después, el acoso de turcos y albaneses empujó a los cristianos ortodoxos que allí vivían a buscarse un refugio más inaccesible. A medios del siglo XIV, el monje San Atrasando inició las obras del Gran Meteoro, el primero de los 24 monasterios que formaban esta comunidad religiosa en su época de mayor auge.
La mayoría destruidos durante la Segunda Guerra Mundial, hoy sólo quedan seis monasterios activos, cuatro habitados por hombres y dos por mujeres: el ya mencionado Gran Meteoro, también conocido como Monasterio de la Transfiguración, el Monasterio de San Nicolás, el de San Esteban, el Monasterio de Rousanou, el de Varlaam y el Monasterio de la Santísima Trinidad.
Antes de iniciar la excursión a los monasterios, hay que consultar los días y horarios que se permite la visita (en torno al mediodía, generalmente) y es imprescindible respetar las normas de vestuario: ropa discreta.
Las formaciones rocosas también son un lugar muy apreciado por los amantes de la escalada. Aquellos que quieran emular a los antiguos eremitas pueden informarse en la web de turismo de Kalampaka.
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