La isla de Cerdeña tiene una superficie similar a la de la Comunidad Valenciana. En ella se aúnan mar y montaña, parques naturales y pueblos típicos de un sabor inolvidable. Uno de los lugares que mejor muestran la cultura local está en Omoaxiu, en el centro de la isla. Se trata de la Casa de los Vargiu, un museo étnico y del bordado. Paseando por sus salas es posible imaginarse la vida de los campesinos que allí habitaron.También tiene un restaurante típico.
Toda la costa de Cerdeña está salpicada de numerosos faros que constituyen un atractivo turístico en sí mismos. Casi cada pueblo tiene el suyo propio: más de 35 faros para hacer más segura la navegación marítima. Seguir la costa es una forma de conocer la isla a través de la vida de sus marineros. Incluso, cerca de Cagliari, la capital de la isla, está el faro de Capo Spartivento, convertido en un hotel. Dormir en él será toda una experiencia.
Cerdeña es una isla sin contaminación, donde cada excursión es un viaje al pasado. Y de ese pasado más remoto surge uno de los enigmas de la isla: los nuraghi, construcciones realizadas en la Edad del Bronce y cuya función aún hoy desconocemos, no se sabe si sirvieron de tumbas, fortalezas, hornos para fundir metales, prisiones... Hay más de 7.000 en toda la isla, y visitarlos puede ser un auténtico viaje al fondo del enigma.
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