La capital de Cantabria es un magnífico lugar para conocer, bien de la mano de un guía o por nuestra cuenta. El Palacio Real de la Magdalena es un lugar interesante para empezar esta ruta pues es, sin duda, el edificio más emblemático de Santander. Construido en 1912 es un inmueble que resulta curioso por ser una mezcla de estilos ingleses y franceses con la incorporación de elementos propios de la arquitectura montañesa, motivo por el que se le denomina como ‘pintoresquismo ecléctico’.
Resulta imposible no pasear por el Paseo de Pereda y sus jardines, que llevan el nombre del novelista cántabro José María de Pereda. Los jardines se levantan sobre el antiguo puerto de la ciudad y sus muelles mercantiles. De septiembre a marzo sus arboledas albergan miles de estorninos que acuden allí a pasar el invierno. En el centro destaca la escultura del novelista a cuyos pies se encuentran varios grabados con fragmentos de su obra.
Santander cuenta además con diversas iglesias que merecen la pena ser vistas, como la de la Asunción, el mejor ejemplo de arquitectura renacentista de la región. También está la catedral, que tras el incendio de 1941 recibió una fuerte modificación, o la iglesia de Santo Domingo, entre otras.
En la calle General Mola, el Mercado del Este es otro punto fuerte del viaje y sin duda es acertada su declaración como Bien de Interés Cultural en 1986. El proyecto de construcción del edificio data de 1840 pero fue construido entre 1839 y 1842. La visita debe tener programado, sin duda, el recorrido por algunas de las playas de Santander, como por ejemplo la del Sardinero, que servirá para completar un hermoso viaje que nos permite conocer esta ciudad candidata a la capitalidad Europea de la Cultura en 2016.
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