En una época en la que como un buen amigo mío dice “todos los coches son prácticamente iguales” crear algo distinto a lo habitual es siempre digno de alabar, pero también es sinónimo de riesgo y posible fracaso. Afortunadamente, en este caso, las sensaciones no pueden ser más positivas. Peugeot se había propuesto la difícil tarea de fabricar un automóvil de clara vocación deportiva. Es realmente complicado serle fiel a ese concepto ya que no se trata tan sólo de mezclar un buen motor, una imagen despampanante y pensar que ya está todo el pescado vendido. Muchos vehículos se hacen llamar a sí mismos deportivos y no tienen más que eso. Sin embargo, el Peugeot RCZ además de reunir con maestría esas dos características, proporciona ese feeling en la carretera que sólo tienen los verdaderos deportivos. Tras probarlo detenidamente no tengo dudas: el RCZ es uno de ellos...
Sexy como pocos
El primer coche de la marca francesa que estrena el nuevo logotipo y que ha abandonado la característica denominación que Peugeot le da a sus modelos (no utiliza la numeración con un cero o un doble cero central) es una preciosidad. Esto es una impresión personal, pero he tenido la posibilidad de tener delante un Audi TT y un RCZ y qué quieren que les diga, estéticamente me parece mucho más fascinante el francés. Por cierto, ya que estamos, y cómo anécdota, supongo que al indeseable que nos rayó (gracias a dios, levemente) el coche con una llave, también le encantó. En fin, está claro que para gustos, colores, pero puedo asegurar que el RCZ causa muchísima expectación en todo aquel que lo ve en persona, porque, como ocurre con el Nissan 370Z, gana y mucho al natural, respecto a las fotos.
Si tuviéramos que recalcar algo especialmente respecto a su imagen destacaría, sin duda, el abombamiento tan peculiar de la luneta trasera y, en general, toda la zaga. Una zaga en la que además de los grupos ópticos sobresale un atractivo alerón que se activa manualmente, mediante un botón situado en la consola central, o de forma automática en función de la velocidad (se puede desplegar en dos posiciones: la primera, a 85 Km/h; la segunda, a partir de 155 Km/h.)
Interior y maletero
Como suele ser habitual en este tipo de vehículos, para mí el acceso al habitáculo resulta incómodo se mire por donde se mire por el lugar en el que se encuentra el puesto de conducción. Se va sentado en una posición muy baja y próxima al suelo lo que nos obliga a hacer un poco de ejercicio físico cada vez que queremos salir o entrar del coche. En teoría, estamos hablando de un coupé 2+2, pero las plazas traseras son prácticamente inservibles, a no ser que queramos colocarle el cinturón a alguna de nuestras maletas o a algún objeto muy querido (una persona no cabe de ningún modo). Por el contrario, en las plazas delanteras se puede viajar con total comodidad: dos adultos de más de 1’80 no llegan a tocar la cabeza con el techo y el espacio disponible, tanto en anchura como para las piernas, es más que suficiente. En ningún momento se percibe esa sensación de agobio presente en otros coupés deportivos.
Mención aparte merece el maletero, que ya quisieran para sí muchos de sus teóricos rivales. Una capacidad de 321 litros (hasta 639 si se abaten los respaldos traseros) no es nada habitual en un deportivo. Por sus formas, además, es muy aprovechable. Para abrirlo podemos utilizar el mando de la llave o un botón (que está prácticamente oculto) situado en un lugar extraño, encima de la placa de la matrícula.
Mecánica e impresiones en marcha
Recientemente la exprimimos en el 5008 (en su variante de 150 CV) y habíamos destacado su excepcional rendimiento, bajo consumo y reducida rumorosidad. En el RCZ mantiene todas estas virtudes (en conducción normal la media en ciclo mixto gira en torno a los 6,4 litros reales) y encima posee una respuesta al acelerador mucho más contundente. Lo único que me ha decepcionado es su sonido, muy poca cosa para un coche como este. Y no me refiero lógicamente al ruido que llega al habitáculo ni mucho menos, sino al que emana de sus escapes. Las variantes de gasolina, que poseen la famosa membrana del Sound System, lo dejan a la altura del betún.
Al volante
Tiene una conducta ejemplar; se inscribe en las curvas con facilidad y muestra un gran aplomo en los apoyos bruscos y los cambios de dirección. Probablemente en esta variante diésel sea sensiblemente más morrón (subvirador) que sus hermanos de gasolina, pero aún así me parece que rodando a ritmo elevado por carreteras sinuosas tiene un tacto muy satisfactorio. Si no se comenten errores muy grandes, como por ejemplo frenar con el volante girado o levantar el pie del acelerador sin miramientos en medio de un giro, es relativamente fácil ir más o menos rápido.
Los frenos me han gustado especialmente porque son muy efectivos. Por el contrario, la suspensión me parece rígida y no es cómoda, algo normal en vehículos de este tipo. Peugeot aseguraba que pretendía aunar en este coche sensaciones, prestaciones y confort. Respecto a las dos primeras cuestiones nada que objetar, la tercera es más bien una utopía. Aunque no es excesivamente incómodo como lo pueden ser otros automóviles de su filosofía, si es un tanto radical; la amortiguación es poco flexible y transmite reacciones directas a sus ocupantes.
Precio y equipamiento
En este caso, y muy al estilo de marcas premium, se ofrecen un gran número de extras y elementos de personalización. Es el caso de los asientos de cuero con regulación eléctrica (2.541,40 €), el techo en fibra de carbono (1.530 €) o los arcos laterales en distintos colores (210 €), por citar una pequeña parte del pastel.
Resumen
Partiendo de una plataforma evolucionada, pero al fin y al cabo la misma en sus orígenes que la de modelos como el 308, el 3008 o incluso el 5008, Peugeot ha creado un vehículo que supone una auténtica revolución dentro de su gama. Hacía mucho tiempo que la firma gala no tenía un deportivo como tal en sus filas. Ahora, han vuelto por la puerta grande. Con un precio de partida, dentro de lo que cabe, al alcance de muchos bolsillos, el RCZ es una auténtica golosina que no defraudará a ningún comprador que busque un coupé deportivo con un diseño que quita el hipo y un comportamiento en carretera envidiable.
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