Mercedes ha presentado un nuevo prototipo en el Salón del Automóvil de China que continúa en la línea de avanzar los rasgos de los futuros vehículos de la firma de la estrella. En esta ocasión, nos muestran un tentador turismo familiar de cuatro puertas con aspecto de coupé.
Bautizado como Shooting Break, con este concept car la marca bávara da un pasito más en su afán por dar a conocer el estilo, la clase y el carácter vanguardista que tienen pensado grabar a fuego en su futura gama de vehículos, algo que ya mostró recientemente el F 800 Style.
En sentido, Mercedes asegura que el diseño del frontal incorpora rasgos del impresionante SLS AMG con la gran parilla delantera y la estrella en el centro, pero esta vez ódiseñada de forma independiente y no integrada en el propio capó.
Los faros, de nuevo diseño, ofrecen por primera vez todas las funciones mediante diodos luminosos tipo LED. (En total, se afirma que este vehículo luce en su diseño exterior hasta 71 luces LED). El aspecto deportivo del conjunto se ve realzado con las llantas de 20” que acogen unos neumáticos en medidas 255/30 delante y 285/25 ZR 20 detrás.
En el interior abundan detalles en madera natural y el cuero. Destaca la consola central que se extiende hasta las dos plazas posteriores creando, según la marca alemana, una gran sensación de espacio y confort.
Las peculiares salidas de aire situadas en el salpicadero, el reloj analógico o el cuadro de instrumentos de tres esferas también tienen mucho que decir. Curiosamente, el fondo del maletero es otro de los aspectos a resaltar ya que está realizado en madera de roble y listones de aluminio, para ofrecer una gran capacidad de resistencia y facilitar la carga de objetos pesados.
Está ligado al conocido paquete de medidas BlueEFFICIENCY y se afirma que tanto el consumo como las emisiones son muy ajustados, pero no se ofrecen datos concretos.
El origen del nombre de este Concept Car proviene de Break (romper en inglés) o el homónimo Brake, (frenar en inglés); fue el nombre dado a los carruajes usados a finales del siglo XIX para domar a los caballos salvajes y “frenar” sus impulsos para poder ser usados como animales de carga y labranza.
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