El próximo 8 de abril se pondrá a la venta en nuestro país la versión convertible del exitoso Fiat 500, líder indiscutible del segmento A. Nostalgia, modernidad, estilo y placer de conducción se combinan con maestría en este “pequeñín”, a lo que hay que sumar el glamour extra de poder circular descapotados...
Y ahora le toca el turno a la versión convertible. A finales de la década de 1950 se lanzó al mercado el 500 con capota de lona “enrollable”… 53 años después Fiat vuelve a utilizar la misma fórmula, manteniendo intacto el espíritu de aquel automóvil que supuso toda una revolución en la época. De esta forma, se penetra de lleno en el lado emocional del comprador que asocia inmediatamente el nuevo modelo a una especie de clásico que no pasará fácilmente de moda.
Así pues, aunque Fiat ya ha superado todas sus expectativas y previsiones de ventas con el 500, con la variante convertible a buen seguro atraerán a nuevos clientes, impulsando aún más esta tendencia al alza de las ventas en una época en la que vender coches nuevos es prácticamente cada día un pequeño milagro. No estamos ante una versión barata ni mucho menos (a partir de 14.000 €) pero ha quedado claro que en un Fiat 500 el precio parece no importar tanto como el factor emocional. Y las emociones que despierta el 500 convertible son aún mayores.
A imagen y semejanza
Antaño eran los pasajeros los que debían enrollar a mano la tela y sujetarla con correas de cuero; hoy este proceso está totalmente automatizado y se realiza pulsando un botón del interior (también se puede realizar esta operación desde fuera, a través del mando de la llave). En la primera fase, el techo se abre más o menos hasta el montante C, aunque la apertura se puede detener también antes. La luneta trasera permanece inmóvil y tampoco varía la visibilidad hacia atrás.
Si volvemos a pulsar el botón, se completará el proceso. Esta luneta se pliega en posición horizontal y la capota queda recogida sobre ella; la apertura se puede realizar en marcha hasta un máximo de 60 km/h. La tercera luz de freno integrada en el techo permanece visible en todo momento, aunque en este caso la visibilidad trasera sí se ve algo perjudicada, especialmente cuando intentamos mirar por encima del hombro a través de las pequeñas ventanillas traseras.
Bien pensado
Por lo demás, pocas novedades. El diseño de la carrocería, su silueta, los rasgos típicos, los interiores... todo es prácticamente idéntico a lo visto en el 500 “cerrado”. Eso sí, el universo de personalización que ofrece esta versión es todavía más grande. Según los italianos, si en el “Cinquecento” las posibilidades se cifran en más de 500.000 combinaciones posibles, en el convertible la cifra aumenta hasta el millón. Los tres colores de la capota se pueden combinar con hasta once de la carrocería (hay dos colores nuevos), además de un sinfín de pegatinas para decorar el exterior y diferentes accesorios para el interior.
Hasta nueve diseños de llantas (de los cuales dos son novedad), infinidad de carcasas para llaves incluida una acabada con cristales de Swarovski, un bolso de mano, o una pizarra incorporada en el salpicadero en la que podemos anotar y borrar todo lo que queramos cual niño con rotulador en la mano, son las novedades más importantes que encontramos en una lista prácticamente interminable de opciones con la que podremos conseguir que prácticamente no existan dos 500C iguales.
Gama de motores
Durante la presentación, donde por cierto, chapeau para Fiat porque supo ambientar y recrear de manera formidable toda la historia que lleva a sus espaldas un modelo tan especial como este, tuve la ocasión de conducir en profundidad la variante de gasolina más potente asociada al cambio Dualogic. Este motor ya es de sobra conocido, así que me centré en analizar aspectos como la insonorización, el funcionamiento del cambio (que aún no había tenido la ocasión de probar en el 500) o el comportamiento del vehículo en general. Hay que decir que otra de las novedades más importantes en el 500 C es el cambio en la suspensión trasera, merced a la incorporación de una barra estabilizadora que ya montaba el Abarth 500.
En cuanto al aislamiento acústico, quedé algo decepcionado. No se puede decir que la insonorización sea mala, pero sí creo que se percibe con mucha más claridad que en otros modelos con techo de lona el ruido procedente del exterior. Por su parte, descapotados, incluso con el deflector opcional, se generaban molestas corrientes de aire (también es cierto que había fuertes rachas de viento aquel día). En otro orden de cosas, apenas rodé 20 km con el motor diésel de 95 CV, pero las sensaciones iniciales que me dejó fueron muy positivas, sobre todo porque tiene una respuesta al acelerador mucho más contundente de lo que me esperaba.
2 acabados
El 500C se comercializa con dos niveles de equipamiento denominados Pop y Lounge. El primero incluye 7 airbags, ABS+ EBD, radio CD con mp3, luces diurnas, ordenador de viaje y cierre con mando remoto como elementos más destacables. La segunda terminación añade entre otros, las llantas de aleación de 15 pulgadas, los faros antiniebla, el volante multifunción forrado en cuero, el aire acondicionado y el sensor de aparcamiento trasero.
Sin embargo, como ya hemos dicho antes, el comprador del 500 no mira tanto por el dinero. Ya con el 500 está adquiriendo un objeto de culto, y comprarlo con capota plegable es ponerle la guinda al pastel. Fiat ha sabido resucitar al antepasado con gran fidelidad en los detalles, y el hecho de ser descapotable añade un indiscutible plus de emocionalidad. No hay “escapatoria” posible; los nostálgicos lo amarán de nuevo y los jóvenes sentirán un flechazo muy difícil de superar. Al fin y al cabo, ¿a quién no le gusta lo más mínimo un Fiat 500? Yo, de momento, no he encontrado a alguien que me diga lo contrario…
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